AFP

Aunque Hillary Clinton y Donald Trump acaparan la atención en las elecciones del 8 de noviembre, otra áspera batalla se libra en el Congreso estadounidense, donde el Senado podría retornar a manos del Partido Demócrata.

En la actualidad, las dos cámaras -el Senado y la Cámara de Representantes- están en poder del conservador Partido Republicano y por ello la disputa por el control del Capitolio es fundamental para garantizar la estabilidad del nuevo presidente... o para obstaculizar su acción.

En esta elección, se renovará la totalidad de la cámara de Representantes: las 435 bancas de los legisladores y también los seis representantes territoriales sin derecho a voto (incluido el de Puerto Rico).

Los republicanos, que en la actualidad poseen 246 bancas, deberán mantener la mayoría, de acuerdo a los sondeos.

En tanto, en el Senado estarán en 34 bancas, y en esa cámara alta los demócratas tienen excelentes posibilidades de recuperar la mayoría que perdieron en 2014.

En caso de que Clinton gane la elección presidencial, la conquista del Senado es considerada fundamental, no solo para restablecer el equilibrio con el control republicano en la cámara baja, sino también porque los empates en el Senado son quebrados con el voto del vicepresidente de Estados Unidos.

En este escenario, la clave para los aspirantes republicanos a una banca del Senado es hasta qué punto deben mantener su campaña ligada a la de Trump, o hasta qué punto se pueden beneficiar de mantener una distancia saludable del millonario candidato.

Trump, un arma de doble filo

"En algunos casos, mantener la distancia con Trump puede permitir la victoria a republicanos que disputan campañas muy ajustadas", dijo a la AFP Gary Nordlinger, profesor de política de la Universidad George Washington.

"Pero es un arma de doble filo. Trump es muy popular en su base electoral, de forma que alejarse de Trump puede significar también alejarse de esa base electoral", añadió.

Por eso hay consenso de que la aspiración de los republicanos de mantener el control del Senado está en problemas.

El analista Nate Silver, quien tiene una sólida reputación en anticipar resultados, estimó en el blog de política FiveThirtyEight que los demócratas tienen 65% de posibilidades de ganar el Senado.

En tanto, un estudio del Cook Political Report estimó que los demócratas deberán obtener entre cinco y siete nuevas bancas en el Senado.

Los sondeos indican que posiblemente las bancas de Illinois y Wisconsin cambiarán de manos y pasarán a ser demócratas. Los candidatos republicanos también están en situación vulnerable en New Hampshire, Carolina del Norte y Pensilvania, además de librar ajustadísimas disputas en Florida e Indiana.

Con esta situación difícil para los aspirantes republicanos, un comité de acción política fuertemente conservadora dio a media decena de campañas 25 millones de dólares.

"Sabemos que será un desafío difícil mantener el Senado como está, pero si los demócratas quieren la mayoría entonces tendremos una disputa infernal", dijo Ian Prior, portavoz de ese grupo, el Fondo para el Liderazgo del Senado.

En respuesta, la campaña de Clinton parece estar lista para el desafío, y por eso se concentra claramente en regiones donde la batalla por la banca del Senado parece más apretada.

Una trinchera

En cambio, la Cámara de Representantes es claramente una verdadera trinchera de los republicanos.

El presidente de la Cámara, Paul Ryan, es el republicano con el más alto cargo electivo y mantiene una tormentosa relación con Trump, al punto que anunció públicamente que no apoya su candidatura a la Casa Blanca.

Para enfado de Trump, Ryan dijo que en esta campaña se concentraría en hacer que los republicanos mantengan la mayoría de la cámara baja.

Y sin embargo, los demócratas confían en poder corroer la mayoría republicana, arrebatándole 10 ó 20 bancas.

El Centro de Política de la Universidad de Virginia estima que los demócratas podrían obtener entre 10 y 15 nuevas bancas. Eso será insuficiente para conquistar la Cámara de Representantes, pero reduce el espacio de maniobra de la mayoría republicana.

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