En los verdes y sombreados jardines del Hospital Americo Boavida en la capital de Angola, Luanda, mujeres de coloridos vestidos esperan pacientemente durante horas para ser atendidas.
Es uno de los mayores hospitales de la ciudad, con casi 2.000.000 de pacientes.
La malaria es el enemigo más común aquí, pero desde diciembre del año pasado han tenido que luchar contra otro potencialmente más peligroso, también transmitido por mosquitos: la fiebre amarilla.
En un informe difundido el 16 de junio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que se han reportado 345 muertes por fiebre amarilla en los últimos siete meses y más de 3.000 casos en el país de África Occidental.
Es el brote más grave en 45 años y sus causas son muchas y muy complejas.
¿Qué es la fiebre amarilla?
Es una enfermedad causada por un virus que se transmite a los humanos a través de la picadura de un mosquito.
Es difícil de diagnosticar y muchas veces se confunde con otras enfermedades como la malaria.
La presencia de anticuerpos contra la fiebre amarilla se puede detectar a través de un análisis de sangre.
La mayoría de las personas se recuperan después de la primera fase de la infección que por lo general implica fiebre, dolores musculares y de espalda, dolor de cabeza, escalofríos, pérdida de apetito, y náusea o vómito.
Alrededor del 15% de las personas se enfrentan a una segunda fase, más grave, con fiebre alta, ictericia, hemorragias y el deterioro de la función renal.
La mitad de los que entran en la fase "tóxica" mueren dentro de los siguientes 10 a 14 días. El resto se recupera.
El doctor Fortunato Silva, director clínico del hospital Americo Boavida, dice que lo más preocupante de este brote, más que el número de casos, es el número de muertes.
Cree que entre las principales razones está que el virus se ha vuelto más virulento, los niveles de inmunización de la población han caído y, lo más crítico, es que la gente no se está vacunando como debería.
"Desde el 23 de febrero, 90 pacientes han sido hospitalizados con fiebre, ictericia y hemorragia", comenta Silva.
"Hubo 33 muertes, lo cual es una muy alta tasa de mortalidad. Todos estos pacientes habían dado negativo en malaria".
El sistema de salud de Angola tiene una buena evaluación y ha establecido programas nacionales de vacunación y sensibilización.
Desde 1989, los bebés de 9 meses son vacunados contra la fiebre amarilla. Los niños no pueden asistir a la escuela si no presentan un certificado válido de vacunación contra la fiebre amarilla.
A pesar de esto, Silva dice que algo no está funcionando, y hay preguntas que necesitan ser contestadas en términos de estrategias de salud pública.
Una "gran crisis"
Francisco Songane, representante de Angola para el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, describe lo que está sucediendo como "una gran crisis".
Dice que se perdió tiempo crítico entre la toma de muestras, el análisis de estas y los resultados finales que se demoran tres semanas en llegar.
La propagación de la fiebre amarilla
Angola - 345 muertes, 3.137 casos sospechosos
República Democrática del Congo - 71 muertes, 1.044 casos sospechosos (no todos vinculados a Angola)
Kenia - dos casos sospechosos (viajeros que regresan de Angola)
China - 11 casos sospechosos (viajeros que regresan de Angola)
Fuente: OMS
El problema de la basura
Pero es demasiado tarde para evitar su propagación más allá de las fronteras de Angola.
La vecina República Democrática del Congo ha declarado una epidemia de fiebre amarilla localizada en tres provincias, incluyendo la capital, Kinshasa. Los casos relacionados con el brote en Angola también se han expandido a Kenia y China.
El mosquito que transmite el virus, Aedes aegypti, se encuentra en la mayor parte del país, pero es frecuente en Luanda, donde ha empeorado su control debido a una crisis de basura sin recoger.
Angola es uno de los mayores productores de petróleo de África, y casi el 70% de los ingresos del gobierno viene de esta industria.
En los años de bonanza, el país hizo grandes inversiones en proyectos de infraestructura y bienestar social, pero ahora con la caída en el precio del petróleo, los servicios básicos como la recolección de basura están en crisis.
Songane sostiene que es urgente encontrar la forma de resolver el problema de la acumulación de basura.
"La gente no puede seguir viviendo en estas condiciones", dice.
"Esto se ha convertido en un lugar fantástico para este mosquito, que pica durante el día. [La basura] está en las calles y la gente está expuesta todos los días".
Songane asegura que a pesar de que el brote no está bajo control y que queda mucho por hacer, todavía no hay una sensación de pánico.