La ciudad de Kiruna, en el ártico sueco, está en peligro de hundirse.

La actividad de la mina de hierro más grande del mundo está pasando factura a sus tuberías en infraestructura.

"A pesar de que las excavaciones se encuentran a un kilómetro de la superficie, la tierra se está agrietando, lo que significa que todo debe ser eliminado", le dice a BBC Mundo Göran Cars, jefe del mega proyecto de reubicación y profesor de planificación urbanística del Instituto Real de Tecnología de Estocolmo.

Este fue el problema planteado a Cars la primera vez que visitó la ciudad para que diera su opinión profesional.

"Nos surgieron muchas preguntas: ¿debíamos construir una ciudad completamente nueva?, ¿debíamos mudar todos los inmuebles?, ¿cómo manejar un proyecto de esta magnitud?", cuenta el experto.

Tras sentirse confundido, hablar con varios colegas y pensar bien en estas preguntas, a este sueco originario de Estocolmo se le ocurrió hacer un híbrido de construcciones antiguas y nuevas en una nueva ciudad futurista donde distintas épocas vivieran en harmonía.

Se dice "pronto", pero se trata de un proyecto de unos 30 años.

 

El lugar del nuevo emplazamiento será dos kilómetros al este de donde se encuentra ahora y el presupuesto, de US$3.380 millones.

 

Pero quizá el paso más difícil fue el primero: hablar con las personas afectadas y buscar un consenso en cómo hacer las cosas.

Una mudanza muy particular

"Se trata de sus casas, el lugar donde han vivido toda una vida, así que debes tener un diálogo abierto sobre las posibilidades y cómo les gustaría vivir en el futuro", explica Cars.

Las opciones eran mover la vivienda entera o demoler la existente y construirles una nueva.

En caso de elegir mudarse con casa y todo, el ayuntamiento debía evaluar la viabilidad y, de aprobarse, se sumaba a la lista de inmuebles a trasladar.

"Ahora tenemos que mudar 33 edificios y un número parecido de casas particulares", cuenta el experto.

Si se trata de un edificio relativamente pequeño, el procedimiento es excavar debajo de la infraestructura y levantarlo desde sus fundaciones para moverlo con grúas "muy muy muy grandes" a su nuevo hogar.

"Lo haces en medio de la noche y cierras el tráfico de las calles principales", aclara.

Pero para los edificios más grandes, como la catedral, se necesita desmantelar una a una sus paredes y columnas, y reconstruirla, ladrillo a ladrillo, en el nuevo lugar.

 

Lo que sí empezaron de cero, y ya tienen listo, es todo el sistema de tuberías y cañerías.

 

"Esto es algo que ahora puedes diseñar mucho mejor", explica Cars. "En el pasado tenías una tubería para cada cosa, ahora hemos hecho un túnel muy grande por donde van los sistemas de agua potable, electricidad, agua caliente, aguas residuales, fibra óptica...".

Además, como parte de la estrategia medioambiental, piensan aprovechar el desperdicio energético de la mina.

"Cuando produces hierro, necesitas someterlo a altas temperaturas para separar el mineral de la roca. Ahora, ese exceso de energía que sale por las chimeneas se usará para calentar el agua de la ciudad".

Este tipo de iniciativas (o mejoras) en el diseño de la ciudad permitirá un ahorro del 30% de energía.

 

"Las construcciones nuevas también estarán mejor aisladas (del frío). Las casas construidas en los años 50 y 60 no eran muy ecológicas y consumían mucha energía".

 

¿Quién financia el proyecto?

Quizás lo más sorprendente de este mega proyecto es que, si bien está siendo coordinado por el ayuntamiento, el gobierno local no está poniendo ni un céntimo.

Es la compañía minera la que tiene que cubrir la mayor parte de los gastos de la movilización y está aportando US$2.250 millones, mientras que la industria privada aporta los otros US$1.100 millones.

Según el urbanista, cuando la empresa minera tuvo que decidir si cerrar la mina o continuar con la actividad y pagar una compensación, estimaron que salía más a cuenta cubrir los gastos de reubicación.

 

"Después, como somos una ciudad en expansión, porque no sólo se trata de la minería, sino de la industria turística y espacial, aquí hay una demanda por construcciones nuevas".

 

Al inicio del proyecto, los expertos estimaron que las grietas en el subsuelo harían que para el 2050 toda Kiruna sucumbiría, así que los ingenieros están trabajando para que toda la ciudad ya esté en su nuevo hogar en el 2040.

El primer paso será mover el centro, con la sede del ayuntamiento, iglesia, hospitales y colegios, y poco a poco trasladar el resto de la infraestructura.

En cuanto al lugar donde hoy se erige esta localidad de más de 20.000 habitantes, habrá una zona verde para el disfrute de sus residentes y visitantes.

"No queríamos una ciudad fantasma o un terreno de escombros", aclara Cars, quien confiesa estar tan emocionado con el proyecto que no le molestó mudarse 900 kilómetros al norte de la capital Sueca, lejos de su familia.

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