AFP

En el puesto de Jdeidat Yabus, en la frontera de Siria con el Líbano, unas 50 mujeres, niños y ancianos descienden de tres autobuses con aire preocupado. Son refugiados, de regreso a Siria tras largos años de exilio, que observan con cierto recelo el recibimiento en gran pompa organizado por funcionarios del gobierno bajo la atenta mirada de militares rusos.

Médicos y voluntarios que supervisan esta repatriación --a la que asistió la AFP en el marco de un tour organizado por el ejército ruso en coordinación con Damasco-- les ofrecen atención médica, comida y bebida.

"Los refugiados forman parte de mi familia, todos somos sirios, esperamos su regreso ahora que la situación se calmó", afirma Ayham el Nasar, un miembro del comité de bienvenida. Gracias a las subvenciones gubernamentales, les entrega tarjetas telefónicas.

Una treintena de adolescentes corean consignas a favor del presidente sirio, Bashar al Asad, y de una "Siria unida", agitando banderas de su país.

Con sus lentes de sol, su velo rosa bien ajustado y su cuidado maquillaje, Rama, de 21 años, parece más una estudiante de regreso de vacaciones que una refugiada que debe "reconstruir todo" tras siete años de exilio en Líbano.

"Nos dijeron que se reconstruyó la universidad, ahora hay que reedificar nuestro pueblo y nuestra casa", cuenta Rama.

En los últimos meses, cientos de refugiados sirios regresaron del Líbano y, en algunos casos, se reinstalaron en sus casas cerca de Damasco, según la agencia de prensa oficial siria. No se conocen muchos detalles sobre su vida tras el regreso.

El régimen sirio ya controla más de dos tercios del territorio y Rusia, que interviene militarmente en Siria desde finales de 2015, quiere acelerar el regreso de los 5,6 millones de refugiados que huyeron del conflicto desde 2011.

La guerra en Siria comenzó con la represión por parte del régimen de las manifestaciones prodemocracia. Con el correr de los años fue volviéndose más compleja, al implicarse potencias extranjeras y grupos yihadistas.

- "Regreso voluntario" -

Moscú y Damasco defienden que se restableció la seguridad en Siria, pero la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) lanzó una advertencia sobre los retornos forzados al país, que sigue sumido en una guerra que ya dejó más de 350.000 muertos.

Ghayath Abdel Rahman, un ginecólogo al que el gobierno encargó garantizar una guardia médica y psicológica, espera en Jdeidat Yabus la llegada del próximo autocar de refugiados.

"Los refugiados regresan de forma voluntaria. Quieren ayudar a reconstruir su país, es muy importante para ellos", asegura.

Para demostrar que el país puede recibir a los refugiados, el gobierno sirio y el ejército ruso llevaron a varios medios internacionales, como la AFP, a visitar escuelas y hospitales reconstruidos en medio de las ruinas en Yalda, en la periferia sur de Damasco.

"Cada sirio debe participar en el proceso de reconstrucción de su país", dijo el lunes el ministro de Administración Local, Hussein Makhlouf, quien preside una comisión que coordina las repatriaciones. "La victoria no será completa hasta que no concluya el regreso de los refugiados", añadió, citando según dijo al presidente Al Asad.

- Reconciliación a la carta -

Contactado por la AFP, Acnur en Líbano recuerda sus preocupaciones sobre el regreso de los refugiados en Siria. Cita por ejemplo "las condiciones de seguridad, el alojamiento y el acceso a los servicios básicos".

El viceministro sirio de Relaciones Exteriores, Faisal Mekdad, promete por su parte un "regreso digno".

Pero advierte que no todos son bienvenidos. Los Cascos Blancos, socorristas en las zonas rebeldes a los que el régimen acusa de tener vínculos con los yihadistas, son "criminales y deben ser tratados como tal".

Asegura no obstante que "quienes estaban en zonas bajo el control de grupos armados y que participaron en combates contra el gobierno están cubiertos por acuerdos de reconciliación".

En varios bastiones rebeldes reconquistados por el régimen, los rusos negociaron estos acuerdos, que se asemejan a capitulaciones.

Rueida, de 28 años, quien dejó Lataquia (oeste) y vive en Suecia ha escuchado miles de veces estas promesas de las autoridades.

"Mis amigos me dicen que regrese, que el país está tranquilo, que vamos a reconstruirlo", cuenta a la AFP por teléfono. "Pero esa ya no es mi Siria y ya no confió en las promesas del gobierno".

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