En Ciudad de Dios no hay ninguna buena opción en estos días.
Si se aventuran a salir a la calle, los residentes de esta favela densamente poblada de Rio de Janeiro se exponen a contagiarse de coronavirus. Si se quedan en casa, muchos no tendrán nada que comer.
Ciudad de Dios alcanzó la fama en 2002, cuando una película homónima, de Fernando Meirelles y Katia Lund, retrató la violencia, los crímenes y las duras decisiones a las que se enfrentan los jóvenes que crecen en sus calles.
"Si corres el bicho te agarra, si te quedas el bicho te come", decía el lema de la película, que también podría aplicarse en tiempos de covid-19.
Al igual que el 40% de los trabajadores de Brasil, los residentes en las favelas tienen trabajos informales, esos que son imposibles de realizar durante el recomendado confinamiento social para prevenir el nuevo coronavirus.
"Muchas personas trabajan por cuenta propia, como peluqueros, manicuristas, recicladores de latas, cuidadores de autos o vendedores en las playas", dice Samantha Messiades, fundadora de la organización de caridad Ligaçao Cultural (Conexión Cultural).
"Todos se quedan sin ingresos. Y ahí necesitan ayuda urgente", agrega Messiades, usando una máscara rosa mientras ve cómo voluntarios entregan comida a los necesitados residentes de la favela, de unos 37.000 habitantes.
Rio de Janeiro es una sombra de sí misma bajo las medidas de aislamiento social. El silencio reina en sus habitualmente concurridas calles y las autoridades cerraron los negocios no esenciales, así como las icónicas playas y los centros turísticos de la ciudad.
Eso significa tiempos duros para los residentes de las favelas.
"Una cosa valiosísima"
La fundación de Messiades originalmente tenía por misión llevar música, teatro, danza y otras actividades culturales a los niños de Ciudad de Dios, pero tuvo que reinventarse para entregar raciones de comida a las personas que atravesarán la crisis de coronavirus sin poder trabajar.
Unas 800 familias recibirán comida, jabón y productos básicos para la higiene gracias a donaciones.
"Esto es muy importante, es una cosa valiosísima para nosotros", dice Mónica Oliveira da Silva, una limpiadora de casas que espera su turno en la fila repleta de mujeres, la mayoría con bebés e hijos pequeños.
"El pobre no tiene ingresos, no tiene nada ahorrado. Mis hijos no están trabajando porque no pueden, ellos trabajan en transporte. Todo el mundo necesita ayuda", dice Maria de Fatima Santos, una jubilada.
Los residentes de estas sobrepobladas comunidades viven bajo el miedo de una explosión de casos de coronavirus. Son zonas que sufren de escasez de agua y no tienen un sistema sanitario suficiente.
A las afueras del centro comunitario donde se entregan las cajas de comida, un letrero lanza una advertencia: "300.000 casos en el mundo, 15.000 muertes por el coronavirus. Quédese en casa y salve vidas".
Por ahora, las autoridades confirmaron un contagio de covid-19 en Ciudad de Dios. Mientras que en todo Brasil se registran casi 16.000 casos, con 800 muertos.