"No me importa ir preso", le decía el carnicero al ladrón mientras le pegaba, al son de los alientos de los vecinos, que gritaban "Se tiene que morir abajo del auto".
Son esas las palabras que se escuchan en los videos que dominan las noticias en Argentina por estos días.
La noticia: un carnicero de Zárate, a 90 kilómetros de Buenos Aires, mató al ladrón de su tienda luego de que le robara las ganancias de la mañana.
El carnicero, Daniel Oyarzún, fue detenido por las autoridades, pero luego puesto en libertad condicional, pese a estar acusado de homicidio simple, un delito en teoría no excarcelable.
Antes de eso, aunque los jueces negaron relación alguna con la liberación, el presidente, Mauricio Macri, dijo que el carnicero "debería estar con su familia, tranquilo, tratando de reflexionar en todo lo que pasó".
Desde entonces el debate sobre la justicia a propia mano y la legítima defensa ha copado los numerosos programas de opinión de los medios argentinos, donde los familiares del carnicero y el ladrón han salido a dar sus versiones.
El aumento de los homicidios, así como del narcotráfico y la delincuencia, han hecho saltar las alarmas en los últimos años en Argentina, un país que pese a estar entre los menos violentos de América Latina, está en "Emergencia en Seguridad", después de que Macri lo decretara en enero, un mes después de asumir la presidencia.
No es el primero
El caso del carnicero no es el primero de este tipo que colma las conversaciones en Argentina.
Hace un mes ocurrió algo similar con un médico que mató de cuatro tiros a un hombre que intentó robarle el automóvil en Loma Hermosa, una localidad a las afueras de Buenos Aires.
El médico, Lino Villar, fue luego puesto en libertad bajo fianza con el argumento dado por el juez de que no hay riegos de fuga y de que el implicado sufre problemas físicos.
Expertos aseguran que los casos de "justicia a propia mano" son producto de una percepción que tiene la población de que las instituciones policiales y judiciales no cumplen sus tarea de sanción.
En Venezuela, el país con más homicidios de Sudamérica, los casos de linchamientos públicos a delincuentes han aumentado durante los últimos años, también debido a que la gente, dicen analistas, no confía en las instituciones.
¿Legítima defensa?
Y precisamente con alegatos como "falta respuesta del Estado" fue que los vecinos de Zárate pidieron –en la comisaría, tras los sucesos– la liberación del carnicero.
Él mismo, luego de salir de la cárcel, se justificó ante los medios locales: "Si hubiese más seguridad, esto no me habría pasado".
Oyarzún aseguró que los ladrones apuntaron armas a los diferentes empleados de su negocio familiar y que, cuando escaparon, decidió perseguirlos en un carro hasta que los atropelló.
Uno de ellos escapó y el otro, Brian González, falleció después de ser atropellado y golpeado debajo del carro, que estrelló contra un poste.
La defensa de Oyarzún dice que la muerte del ladrón fue causa de un accidente automovilístico, por lo que la pena, para la que se estiman hasta 10 años, debe reducirse.
Pero tanto él como sus familiares dicen que se estaba aplicando justicia en su debida medida.
"Hay que meter mano firme. Tenemos una Argentina muy bonita. Necesitamos más seguridad. No nos pueden ocurrir más estas cosas a los argentinos", opinó Oyarzún a medios locales.
Esa para algunos discutible aparente necesidad de mano firme ante la delincuencia fue una de las promesas de campaña de Macri, quien como presidente ha endurecido las medidas de seguridad y control de fronteras y militarizado las ciudades más afectadas.
"En esta década que pasó otra de las tanta mentiras fue decir que acá no había inseguridad", dijo Macri, en referencia al gobierno de Cristina Fernández, en la declaración en que defendió al carnicero.
"El problema es grave de inseguridad, que lleva a la desesperación y lleva a situaciones como al del carnicero".