AFP

La tripulación del barco noruego Siem Pilot se vio desbordada el sábado frente a las costas de Libia, cuando tuvo que rescatar a un millar de migrantes en el marco de la operación lanzada por la Unión Europea para combatir el tráfico de personas.

"Es la operación de salvamento más loca que jamás haya visto", explicó Jan Eriok Valen, un oficial del navío noruego enrolado en la operación Tritón de Frontex, la agencia europea de control de fronteras, a un equipo de la AFP a bordo del barco. 

El viernes por la noche, el Siem Pilot fue requerido para rescatar y trasladar a Italia a cientos de migrantes que se encontraban en el Okyroe, un petrolero con bandera de las Islas Marshall.

Pero, a bordo del petrolero, todo era "un caos", explicó el oficial, pues los migrantes se abalanzaron para obtener un chaleco salvavidas y subirse lo antes posible a la lancha en la que iban a ser transferidos al buque noruego.

El Siem Pilot envió refuerzos, equipados de escudos antidisturbios. "Tuvimos que utilizar matracas para asustarlos, golpeando las tuberías para hacer mucho ruido. También tuvimos que golpear a algunos" migrantes, lamentó Valen. 

La operación de transferencia se prolongó durante la noche, a pesar de la presencia de un barco de pasadores bastante agresivos, contó el comandante de policía Pal Eirk Teigen, responsable de las operaciones. 

"Hemos utilizado el proyector del barco para hacerlos huir pero parecían determinados a quedarse con las lanchas tras el rescate", explicó. 

Y, de repente, otras lanchas neumáticas cargadas con entre 120 y 160 migrantes cada una aparecieron en la penumbra. Se hubo de interrumpir la transferencia y todas las lanchas de rescate se precipitaron hacia los recién llegados para repartirles chalecos salvavidas. 

Que Dios os bendiga

Pero, con casi un millar de personas a bordo, el Siem Pilot ya no podía acoger a más gente. Los niños y las mujeres más vulnerables fueron socorridos y los otros tuvieron que esperar. 

Desesperados, los migrantes pedían ayuda, agitaban los brazos y soplaban silbatos. Alrededor de 25 saltaron al agua para intentar llegar nadando al Siem Pilot, que tuvo que alejarse para evitar que otros hicieran lo mismo. 

Se rescató a aquellos que se habían tirado al agua y fueron trasladados al petrolero. A medida que el día iba avanzando, el resto de migrantes fueron conducidos al Okyroe, que acabó por estar lleno, como la víspera. 

Sin embargo, para una decena de ellos, era ya demasiado tarde. Muertos por ahogamiento, asfixia, por quemaduras, hipotermia, de deshidratación o de cansancio, fueron transportados al Siem Pilot. 

A bordo del navío noruego, el millar de migrantes trasladado durante la noche fue dispuesto en filas tan estrechas que era prácticamente imposible circular por el barco.

Entre ellos, numerosos malienses y nigerianos, unos cuantos libios y sirios. Había familias, pero también adolescentes solos, tímidos y silenciosos. Algunos, agotados, a penas conseguían tenerse en pie. 

Se les repartió agua, barritas energéticas y una manta, que a menudo agradecían diciendo: "que dios os bendiga". Varios, cubiertos de carburante, tuvieron que ser llevados a la parte delantera del navío para que se pudieran duchar en un surtidor de agua. 

En cubierta, el sosiego parecía ir imponiéndose poco a poco. Las familias sonreían, los niños jugaban, algunos hombres jóvenes hablaban entre sí y reían.

Pero la tensión seguía viva y los altercados eran frecuentes. La voz del comandante resonó por los altavoces: "¡Si no paran de pelear, les haré bajar del barco!".

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