Estados Unidos y varias potencias europeas condenaron el martes por adelantado las elecciones presidenciales en Siria del miércoles, afirmando que no serán "ni libres ni justas".
"Instamos a la comunidad internacional a rechazar de manera inequívoca este intento del régimen de Asad de recuperar la legitimidad sin cesar sus graves violaciones de derechos humanos o participar de manera significativa en el proceso político facilitado por la ONU con el objetivo de poner fin al conflicto", señalaron los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia en una declaración conjunta.
Las elecciones presidenciales organizadas el miércoles en Siria deben ofrecer un cuarto mandato seguido al mandatario Bashar al Asad, que quiere ser el hombre de la reconstrucción en un país en bancarrota tras diez años de una devastadora guerra civil, y así consagrar medio siglo de poder de su clan familiar.
Los ministros dicen querer "dejar en claro" que los comicios "no serán ni libres ni justos".
"Denunciamos la decisión del régimen de Asad de celebrar elecciones fuera del marco descrito por la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU y apoyamos las voces de todos los sirios, incluidas las organizaciones de la sociedad civil y la oposición siria, que condenaron este proceso electoral como ilegítimo", expresaron el estadounidense Antony Blinken, el alemán Heiko Maas, el británico Dominic Raab, el francés Jean-Yves Le Drian y el italiano Luigi Di Maio.
"Según la resolución, las elecciones libres y justas deben organizarse bajo la supervisión de la ONU respetando los más altos requisitos internacionales de transparencia", subrayaron los funcionarios, acotando que "para ser creíbles, la votación debe estar abierta a todos los sirios", incluidos los desplazados internos, los refugiados y los miembros de la diáspora.
Para los ministros de Estados Unidos y los cuatro países europeos, "sin estos elementos, esta elección fraudulenta no representa ningún avance hacia una resolución política".
La ley electoral exige que los candidatos hayan vivido en Siria diez años seguidos antes de las elecciones, lo que de facto excluye a las muy debilitadas figuras de la oposición en el exilio.
El conflicto bélico en Siria ha dejado más de 388.000 muertos y ha obligado a millones de sus ciudadanos a irse al exilio.