"Dar a luz sabiendo que vas a perder a tu hijo... es absolutamente aterrador y el dolor nunca desaparece", afirma Sue Callaghan, haciéndose eco del trauma sufrido por cientos de madres británicas despojadas de sus hijos al nacimiento.

Callaghan ya había perdido la custodia de tres hijos después de que su marido dijera a los servicios sociales que no estaba psicológicamente capacitada para cuidarlos.

"El día en que salía de cuentas con mi cuarta hija, llamaron a la puerta. Los servicios sociales llegaron con la policía para llevarse a los niños. Los sacaron del baño y los metieron en el coche policial", cuenta a la AFP.

Se enfrentó entonces a la perspectiva de que le quitaran a su bebé cuando naciera: "los trabajadores sociales estaban en la puerta de la maternidad (...) preparados para llevársela".

Finalmente pudo quedarse con el bebé después de que la psicóloga del hospital diera el visto bueno.

Pero muchas otras madres a las que ahora ayuda han perdido a sus hijos en circunstancias similares.

"He ayudado a otras mujeres en el hospital y, al quinto día, los trabajadores sociales han venido y se han levantado al bebé", explica. 

Traumático

"He visto a padres gritar y gritar y gritar para que todo el hospital pudiera oírlo. Una madre se quedó callada, simplemente incapaz de hablar, no podía decir nada. No habló durante tres meses", recuerda.

"Me gustaría que la gente viera lo que ocurre, porque mi experiencia es que la gente" ponga en duda la conducta de las madres, afirma. 

"Pero el trauma y el horror, incluso para el bebé, es inimaginable. No se trata a los animales de esa manera. No se trata así a los seres humanos. Es un horror difícil de imaginar", agrega.

Callaghan acabó ganando la batalla legal, pero el trauma la hizo sufrir ataques de pánico.

Finalmente recuperó a sus cuatro hijos y emigró a Nueva Zelanda.

Ahora hace campaña para que se revise el sistema y ha escrito un libro, "Taken", en el que relata su historia, una que viven muchas madres en el Reino Unido cada año. 

Callaghan critica a los asistentes sociales y la dependencia de los informes psiquiátricos a la hora de tomar decisiones sobre la separación de niños y padres.

"En cuanto entré por la puerta para una serie de evaluaciones durante un periodo de tres meses, supe que el informe sobre mí ya estaba escrito", asegura.

"Por ejemplo, tuvimos que cocinar una comida en una habitación con los niños presentes. Tenía unas patatas pequeñas y, mientras yo cocinaba la comida, los niños se ocupaban cortando formas", explica.

Después, "el informe dijo que hacía que los niños cocinaran la cena, por lo tanto, no era una madre aplicada".

Autolesiones

Los trabajadores sociales afirman que simplemente aplican la ley, que en Inglaterra sólo tiene en cuenta el bienestar de los menores.

Esto significa que las madres pueden perder a sus hijos si ellas son víctimas de maltratos domésticos o sufren problemas psicológicos.

Las madres a las que ya se ha quitado algún hijo corren un alto riesgo de que se les retiren otros al nacer.

Una vez que los niños son retirados, las madres se enfrentan a una tarea desalentadora, afirma Callaghan: "todo el sistema está en tu contra desde el principio hasta el final".

En este contexto, crece el número de activistas preocupados por el efecto a largo plazo de separar definitivamente a niños y padres. El número de pequeños dados en adopción sin el consentimiento de sus progenitores aumentó considerablemente a principios de los años 2000.

Muchos de ellos cumplirán pronto 18 años, edad en la que se les permite conocer los detalles de sus casos.  

"La necesidad innata de entender de dónde venimos es enorme. Así que todos estos niños querrán saber de dónde vienen", advierte Callaghan.

"Mis hijos me fueron devueltos en un año, y puedo decir que los ataques de pánico, las autolesiones, las ideas suicidas, la crisis de identidad y la depresión les han afectado a todos, salvo al bebé", añadió.

[VIDEO] Un ícono de la televisión chilena: La exitosa carrera profesional de Javier Miranda
Publicidad