AFP

El presidente estadounidense, Donald Trump, pidió este martes 5.700 millones de dólares para erigir una barrera de acero en la frontera con México, denunciando una "creciente crisis" migratoria, en un momento en que el gobierno está en cierre parcial desde el 22 de diciembre. 

"Hay una creciente crisis humanitaria y de seguridad en nuestra frontera sur", dijo Trump durante en una intervención solemne desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, la primera desde su llegada al poder. 

En su intervención, Trump dijo que los agentes fronterizos se enfrentan cada día a "miles de inmigrantes ilegales" que intentan entrar al país.

 "Rehenes"

"Nuestra frontera sur es un ducto para una gran cantidad de drogas ilegales, incluyendo metanfetamina, heroína, cocaína y fentanilo. Cada semana 300 de nuestros ciudadanos mueren sólo por la heroína", dijo Trump, en un momento en que Estados Unidos sufre una crisis de salud pública por las sobredosis. 

Una de las incógnitas era si Trump iba a recurrir a la ley de emergencias, que permite pasar por encima del Congreso para comenzar, apoyándose en el ejército, los trabajos de construcción del muro. Pero en su discurso no evocó esta posibilidad. 

Los demócratas, que hablaron justo después de Trump, lo acusaron de tomar como "rehenes" a los estadounidenses con su estrategia de parálisis presupuestaria. 

"El presidente Trump tiene que dejar de mantener como rehenes al pueblo estadounidenses, dejar de manufacturar una crisis y reabrir el gobierno", dijo Nancy Pelosi, que la semana pasada volvió a asumir como líder de la Cámara de Representantes, después de que los demócratas recuperaran el control tras las elecciones de mitad de mandato de noviembre. 

Muchos presidentes habían usado las disposiciones de emergencia para temas más consensuados: George W. Bush tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 para aumentar los recursos de las fuerzas armadas, o Barack Obama durante la epidemia de gripe H1N1 para levantar disposiciones del secreto médico.

Tal iniciativa, que se articula mediante la Ley de Emergencias Nacionales, también corría el riesgo de ser impugnada ante la justicia. La oposición demócrata ya había indicado que la hubiera bloqueado. 

El "cierre" parcial del gobierno por una falta de acuerdo en el Congreso sobre el presupuesto afecta a unos 800.000 funcionarios federales que se ven obligados a quedarse en casa o a esperar el final del bloqueo para recibir su salario.

Trump exige el desbloqueo de 5.700 millones de dólares para edificar la barrera a lo largo de los 3.200 kilómetros de frontera con México, mientras los demócratas insisten en oponerse al financiamiento de dicho muro, que consideran "inmoral", caro e ineficaz.

 "No hay crisis, no hay invasión" 

"No hay crisis, no hay invasión, no existe un peligro identificado, como el presidente quiere hacer creer a los estadounidenses para que tengan miedo", señaló el legislador demócrata Steny Hoyer, resumiendo la indignación en sus filas.

Trump apuesta a retomar la iniciativa en el asunto del muro, que lo ayudó a ganar las elecciones en 2016.

El jueves está previsto que viaje a la frontera sur con México.

Pero el mandatario enfrenta una crisis de credibilidad: pocos estadounidenses están convencidos de sus afirmaciones sobre masas de inmigrantes clandestinos, criminales y terroristas abarrotando la frontera.

"Creo que lo mejor que el presidente puede hacer por el Partido Republicano es presentar un caso convincente de por qué quiere más dinero", había dicho previamente a la prensa el senador republicano Lindsey Graham, un aliado de Trump.

"Por solicitud de los demócratas, será una barrera de acero en vez de un muro de concreto. Esta barrera es absolutamente crucial para la seguridad fronteriza. Es también lo que nuestros profesionales en la frontera quieren y necesitan", dijo Trump en el discurso, de tan solo unos diez minutos de duración.

"Es solo sentido común. El muro se pagará rápidamente por sí mismo", añadió.

Pero la oposición demócrata no parece en absoluto sensible al argumento, y el récord de la parálisis presupuestaria más larga de la historia podría acabar siendo batido: 21 días entre finales de 1995 y principios de 1996 bajo la presidencia de Bill Clinton.

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