AFP
En una gran sala de un teatro madrileño, los militantes de Podemos perdieron este domingo "la sonrisa de un país", su eslógan de campaña, mientras el éxtasis se adueñaba del partido conservador de Mariano Rajoy, vencedor de las elecciones españolas.
Banderas españolas, enseñas azules del partido conservador, gritos de "campeones", militantes de todas las edades bailando los éxitos musicales que retumbaban por unos altavoces... La fiesta era absoluta enfrente de la sede madrileña del Partido Popular.
"¿Cómo no te voy a querer? Vas a gobernar España por segunda vez", cantaban los militantes al jefe de gobierno desde 2011, Mariano Rajoy, a quien apenas dejaban hablar mientras daba su discurso desde el balcón de la sede.
Contra todo pronóstico, su formación salió reforzada de estas legislativas, pasando de 123 a 137 diputados de un total de 350 respecto a los comicios de diciembre, cuando la fragmentación parlamentaria de España provocó una parálisis política y la repetición electoral.
Además, su principal amenaza, la coalición de izquierda Unidos Podemos, a quien habían calificado de "extremistas" y "radicales", no pudo escalar a la segunda posición y se quedó con los mismos 71 escaños que seis meses atrás, por detrás de los socialistas.
"Estoy super contenta", exclamaba Isabel García Arias, de 70 años, mientras bailaba y agitaba su bandera rojigualda. "Teníamos los populistas que venían", señalaba en referencia a Podemos esta profesora jubilada que se desplazó a Madrid desde la región de Extremadura, a unas dos horas.
El PP "es el único partido que nos garantiza la estabilidad y el crecimiento económico", explicaba por su parte Andrés Álvarez, un joven de 23 años dedicado a la publicidad, con pequeñas gafas redondas y un polo, que acudió a la fiesta conservadora.
El PP vuelve a ganar las elecciones en España y PSOE resiste como segunda fuerza política
'Tristeza e impotencia'
"Es incomprensible", decía visiblemente afectado Carlos Fernández Liria, profesor de universidad de 56 años y último candidato de la coalición Unidos Podemos en Madrid.
"Han votado a gente que estará imputada o en la cárcel dentro de poco", añadía amargamente en relación a la larga lista de miembros del PP implicados en casos de corrupción.
La coalición liderada por el profesor universitario Pablo Iglesias parecía la única alternativa a Rajoy. Durante toda la campaña e incluso en los sondeos a pie de urna se postulaba como segunda fuerza, superando al histórico partido socialista PSOE.
Incluso el dirigente de Izquierda Unida, Alberto Garzón, habló a principio de la noche de "una oportunidad histórica" para formar un gobierno de Podemos con los socialistas, despertando la euforia entre los militantes reunidos en el teatro Goya de Madrid.
Pero a la hora de la verdad, el éxtasis mutó en desolación. La coalición repitió los escaños de diciembre (71), perdió mas de un millón de votos y no consiguió superar al PSOE, aunque éste perdió cuatro diputados (85).
"Nada ha cambiado" respecto a seis meses atrás, lamentaba una estudiante de ciencias políticas de 21 años, Carmen Romero, militante de Podemos de larga melena oscura. "Esperábamos más por lo que habían dicho las encuestas".
Marina Parro, arquitecta española de 30 años llegada especialmente de París, donde trabaja, hablaba de "tristeza e impotencia".
"No para de salirles corrupción por los cuatro lados y ganan más escaños. Es la impunidad total y la gente no reacciona ante eso", lamentaba esta joven, que participó hace cinco años en el movimiento de los "indignados" en Madrid.
Aunque poco convencida, Carmen Romero todavía confía en que las izquierdas lleguen al poder. "La posibilidad de un cambio depende todavía de la voluntad del PSOE, si se acuerda de su electorado...".
Pero en la sede socialista, el alivio se mezclaba con la resignación. Sobrevivieron al auge de la nueva izquierda pero registraron los peores resultados de su historia y la posibilidad de gobernar se aleja ante el refuerzo del PP.
Los resultados "no son muy buenos porque el PP ha ganado de forma aplastante", lamentaba Marta Pereira, funcionaria de 43 años. Sobre los pactos de gobierno, prefiere no pensar.
De ello deberán encargarse los partidos. En los últimos seis meses fueron incapaces de pactar una coalición y arrastraron al país a una repetición electoral que, al final, dibujó un escenario muy similar aunque con la euforia cambiada de bando.