Símbolos del lujo francés, deseados en todo el mundo y cada vez más caros, los grandes vinos de Burdeos se han vuelto el "objetivo privilegiado" de ladrones y contrabandistas, obligando al sector vinícola a abandonar su tradicional reserva y actuar.
"Cuando veo Château Margaux, Petrus... No formo parte del mundo del vino, pero sé que con esto se saca dinero", aseguró Cédric D. ante un tribunal de Burdeos (suroeste) días atrás.
El hombre detalló los entresijos de un "audaz" robo de un millón de euros (1,13 millones de dólares a cambio actual) en septiembre de 2020.
Ocho ladrones penetraron en el almacén de un importante comerciante bordelés, arrastrándose por el suelo y poniendo el vino sobre una tabla con ruedas para evitar los "detectores de presencia".
En un fin de semana, se hicieron con 278 cajas: Château Latour, Haut-Brion, Ausone. Un comerciante local compró una parte del botín un 20% por debajo del precio de mercado para exportarlo a Hong Kong.
Desde 2018, el robo de 'grands crus' progresó en la región de Burdeos, con al menos 20 sustracciones en almacenes, en bodegas especializadas o de particulares, y supermercados, según la fiscalía.
El botín total se aproxima a los 5 millones de euros (5,64 millones de dólares).
"Con los precios disparados en pocos años, algunos vinos se convirtieron en un objetivo privilegiado de ladrones, máxime cuando se pueden vender muy fácilmente, no como un cuadro", apunta un vocero del Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos.
Ante el tribunal de Burdeos, la fiscal adjunta Céline Pagès evoca un "fenómeno criminal" con equipos de "aguerridos" ladrones, procedentes de "robos clásicos: oro, plata, joyas".
"Son capaces de organizarse en un tiempo récord para elegir las víctimas y los vinos y apoyarse en una red para que el vino salga lo más rápido" de la región, explicó.
Las botellas terminan entre manos de vendedores, restaurantes o en el extranjero, especialmente en China, primer mercado de vinos de Burdeos en términos de valor y volumen.
Al igual que "para lucha contra las drogas", los investigadores deben desplegar técnicas especiales de investigación: detección de ADN, escuchas telefónicas, geolocalización, detalla Pagès.
Francia desmanteló así en diciembre de 2020 y en marzo de 2021 una red y detuvo a unos 20 sospechosos, entre ellos un eslabón clave: un perista chino instalado en la región de Burdeos.
"Los vinos se exportaban a China, se vendían a restaurantes y comerciantes de la comunidad asiática en la región de París, o a particulares a través de redes informales", indicó el coronel de gendarmería, Jean-Baptiste Félicité.
Angelus, Cheval Blanc, Mouton-Rothschild, Pape Clément... Los investigadores hallaron una parte del botín.
Código QR, al rescate
La gendarmería, que ya contaba con un grupo de investigación "vinos" en Burdeos, creó en junio una célula piloto regional para acompañar al sector de vinícola, que genera 60.000 empleos directos en la zona.
Además del "robo y contrabando internacional, también existe la falsificación y los falsos pedidos en línea", explica la coronel Olivia Poupot.
Sin embargo, en un mundo tan cerrado como el de los vinos de Burdeos, donde no se suelen hacer públicos este tipo de problemas por miedo a que dañen la imagen, los investigadores tuvieron que ganarse la "confianza", explica un suboficial de la célula.
Para tranquilizar al sector, las acciones son múltiples: compartir información, investigación judicial, prevención y movilización del conjunto de fuerzas de seguridad, incluso la policía local.
Frédéric Mehaye, gerente de la bodega Château Sipian en el Médoc (en el norte de la región bordelesa), instaló cámaras.
"Hace 10 años, no se hacía, no teníamos ningún problema, pero ahora hemos cambiado un poco de actitud, hacemos caso a los gendarmes", confiesa el viticultor.
En la zona, la gendarmería activará a principios de año un servicio de alerta por SMS. Si una bodega es atracada durante la noche, "la idea es que todas las propiedades estén al tanto lo más rápidamente posible", dice el comandante Cédric Roger.
El Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos estudia también la posibilidad de atribuir una "identificación específica a cada botella", mediante un código QR, para "rastrear los canales de reventa" en caso de robo.