En su día le dedicaron portadas y fue considerado "el político más popular del mundo".

Pero desde marzo, cuando la policía allanó su casa para someterlo después a un interrogatorio de casi cuatro horas, la estrella del expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha ido perdiendo cierto brillo.

Ahora fiscales de Brasil presentaron cargos en su contra y en contra de su esposa, Marisa Leticia, por un caso de corrupción relacionado con la petrolera estatal Petrobras.

Bajo la ley brasileña, un juez decidirá en los próximos días si acepta o no los cargos.De admitirlos a trámite, se abriría un proceso judicial en contra del exmandatario.

¿Por qué los están investigando?

Lula y su esposa han estado bajo investigación por la supuesta posesión de un lujoso apartamento en el puerto turístico de Guaruja, en el estado de Sao Paulo.

El piso pertenecía a una compañía constructora, OAS, envuelta en un escándalo de corrupción por ser beneficiaria de contratos con la petrolera estatal Petrobras a cambio de favores a políticos.

La empresa supuestamente invirtió unos US$330.000 para reformar y amueblar el apartamento en Guajura, además de que pagó US$400.000 de un deposito y el alquiler por cuatro años.

A cambio, la constructora -una de las más grandes del país- habría sido beneficiada con contratos multimillonarios firmados con el gobierno.

El caso Petrobras llevó ya tras las rejas a políticos y poderosos empresarios y es considerado el mayor escándalo de corrupción de la historia del país.

Cómo se defiende Lula

Los abogados del exmandatario dijeron que los fiscales carecen de evidencia para sustentar su acusación.

"Esta farsa en contra de Lula es un insulto a la democracia y a la inteligencia de los ciudadanos brasileños", le dijo a la prensa Cristiano Zanin, uno de sus defensores.

Lula ha insistido en que el inmueble nunca fue de su propiedad, además de que ha rechazado las acusaciones de lavado de dinero.

El expresidente insiste en que los cargos responden a motivaciones políticas ante su eventual postulación a la presidencia en 2018.

En una entrevista con la BBC el mes pasado, Lula desafió a los fiscales a que presenten los cargos en su contra.

El expresidente dijo que prefiere responder a todas las acusaciones que escuchar en la prensa diariamente filtraciones sobre las investigaciones en su contra.

¿Qué consecuencias políticas tiene?

Luiz Inácio Lula da Silva brilló tanto como mandatario de Brasil entre 2003 y 2010 que varios medios extranjeros le dieron el título de personaje del año.

Y hoy, a pesar de que su imagen ya no sigue intacta, a sus 70 años el exsindicalista continúa siendo una figura poderosa en Brasil.

Allí muchos lo ven como un potencial candidato presidencial para las elecciones de 2018.

Lula es el único aspirante del Partido de los Trabajadores con posibilidades de pelear por la presidencia nuevamente, como apunta el corresponsal de BBC en Brasil, Daniel Gallas.

El propio Lula, tras el interrogatorio de marzo, aseguró que no teme nada y que está resuelto a seguir con su actividad política.

"Encendieron en mí la llama y la lucha continúa", dijo ante militantes del Partido de los Trabajadores (PT), la organización de izquierda que él mismo fundó y al que pertenece también Dilma Rousseff, recién destituida del cargo de presidenta de Brasil.

"Pero para tener oportunidad (como candidato presidencial), Lula tendría que convencer a los brasileños de que su nombre está limpio de todas las acusaciones", dice Gallas.

Algo similar le dijo Marco Antonio Teixera, un politólogo de la Fundación Getúlio Varas, una universidad de élite de São Paulo, a BBC Mundo en marzo.

"Su principal capital político es la imagen, una imagen que era capaz de influir en las elecciones, y eso disminuyó bastante".

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