"La continuidad con cambio”. Eso promete ser Daniel Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato del oficialista Frente para la Victoria (FPV) en los próximos comicios presidenciales en Argentina, que se disputarán este domingo.
Antes de la primera vuelta electoral, el 25 de octubre pasado, parecía que su propuesta de mantener el "modelo” kirchnerista actual, pero con algunos cambios graduales, contaría con enorme adhesión popular.
Así lo aseguraban los encuestadores, quienes le vaticinaban un amplio triunfo electoral, quizás suficientemente masivo como para ganar en primera ronda.
Pero la elección de octubre mostró otra cosa: Scioli se impuso, pero ajustadamente, sacándole menos de tres puntos de diferencia a su principal contendiente: el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, de la coalición de centroderecha Cambiemos.
Los analistas no tardaron en sacar conclusiones: los argentinos votaron por un cambio después de 12 años de gobiernos kirchneristas.
Los 34 puntos que obtuvo Macri en primera vuelta, sumados a los 21 que cosechó Sergio Massa –peronista como Scioli, pero antikirchnerista– mostraron un abrumador triunfo de la oposición, en contraste con los 37% obtenidos por el candidato de Cristina Fernández de Kirchner.
"Las promesas de Scioli de ser un cambio no fueron creíbles”, dijo a BBC Mundo Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol).
El propio candidato reconoció que la ciudadanía había pedido eso.
"Muchas veces la palabra cambio puede sonar muy atractiva pero tenemos que darnos una discusión muy profunda sobre qué tipo de cambios queremos los argentinos", afirmó en conferencia de prensa el día después de su victoria, que por lo justa para muchos sonó casi a derrota.
PERFIL DE DANIEL SCIOLI
-Tiene 58 años y viene de una familia acaudalada
-Fue un famoso corredor de motonáutica en su juventud
-En 1989 perdió su brazo derecho en un accidente de lancha
-Fue diputado y secretario de Turismo y Deporte
-Fue el vicepresidente de Néstor Kirchner (2003-2007)
-Gobierna la provincia de Buenos Aires desde 2007
Atrapado
La situación incómoda de Scioli, que representa al gobierno actual pero a la vez promete ser otra cosa, se hizo más manifiesta conforme se acercaba la fecha del ballotage del 22 de noviembre.
Cuestionado una y otra vez por la prensa sobre cuánta independencia tendrá si gana, y si deberá seguir las directrices de la actual presidenta, Scioli –vicepresidente de Néstor Kirchner entre 2003 y 2007– buscó marcar su autonomía.
"El gobierno actual termina el 10 de diciembre, y a partir de ese día, si el pueblo lo decide, mando yo. Y ejerzo en plenitud las facultades institucionales de un presidente, con total libertad e independencia, y sin ningún tipo de compromisos ni condicionamientos de nada ni de nadie. Gano yo, mando yo. Que quede claro de una vez por todas", remarcó exasperado a diez días de los comicios.
El tema resurgió con fuerza durante el debate presidencial que sostuvieron ambos candidatos el pasado domingo.
Allí Macri criticó a su rival por una larga lista de problemas que adjudicó al kirchnerismo.
En respuesta, Scioli volvió a marcar su distancia con esa fuerza.
"Que (Macri) no se confunda. Esta noche vino a debatir conmigo, con quien si el pueblo así lo decide va a ser el presidente a partir del 10 de diciembre, y voy a ser quien voy a mandar y llevar adelante mis decisiones. Por lo tanto, que no pierda su tiempo en querer debatir con un gobierno que termina el 10 de diciembre”, dijo.
Sin embargo, el candidato de Cambiemos rechazó su postura.
"Daniel: vos no sos el cambio; vos decidiste, elegiste ser la continuidad”, le contestó, antes de recordarle que su candidato a vicepresidente es Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico de la presidencia durante los tres gobiernos kirchneristas (2003-2015) y mano derecha de Cristina Fernández.
Un balance difícil
Según el analista político del diario La Nación Carlos Pagni, Scioli "no encontró el lugar dónde pararse”.
"Si se recuesta sobre las consignas de su grupo, no llega”, señaló, estimando que el kirchnerismo tiene un apoyo electoral cercano al 40%.
"Al revés, si se separa, Scioli se convierte en un arrepentido que transfiere votos al adversario”, completó.
El candidato oficialista no sólo ha tenido que lidiar con aquellos que lo acusan de ser "más de lo mismo”.
También ha sido víctima de lo que los medios argentinos llaman "fuego amigo”.
Referentes del kirchnerismo como el excandidato a gobernador de Buenos Aires Aníbal Fernández –quien perdió en primera vuelta contra la postulante de Cambiemos, María Eugenia Vidal- criticaron una serie de propuestas que presentó Scioli tras la primera vuelta, en busca de atraer al votante independiente.
Las nuevas propuestas, que incluyen reducir el número de personas que pagan el impuesto a las ganancias y prohibir las manifestaciones callejeras –o "piquetes”, muy comunes durante los últimos 12 años– se alejan del manual kirchnerista.
La propia Cristina Fernández recordó en un discurso transmitido a través de la cadena nacional que ella había vetado un proyecto de aumento de jubilaciones que ahora Scioli propone como uno de los ejemplos de que escuchó los pedidos de cambio de la ciudadanía.
"Scioli se acordó demasiado tarde de diferenciarse del kirchnerismo y las encuestas sugieren que no ha logrado captar ese 60% de votos que quieren un cambio”, dijo a BBC Mundo la socióloga y consultora política Celia Kleiman.
Cambio de perfil
La situación de Scioli de cara a la segunda vuelta electoral, con la mayoría de las encuestas de opinión dando como favorito a Macri por amplia ventaja, llevaron al candidato del FPV a otra paradoja: la de mostrarse agresivo.
"El ballotage lo induce a demonizar al adversario. Pero, al hacerlo, él mismo se inocula el rasgo más negativo del oficialismo: la belicosidad”, observó Pagni.
En efecto, una de las características que distinguían a Scioli como político era su personalidad no confrontativa.
Hasta ahora era inusual escuchar al candidato hablar mal de alguien o incluso responder a agravios.
Y hasta el 25 de octubre, dio señales claras de que pretendía imponer un nuevo estilo de gobierno, alejado de las confrontaciones y la polarización que fueron marcas registradas del kirchnerismo.
Pero eso cambió en la antesala al 22 de noviembre.
Desde su ajustada victoria en primera vuelta, Scioli ha centrado su campaña en convencer al electorado de que su rival propone un "ajuste” económico que llevaría a Argentina a una "megadevaluación” y una reducción drástica de salarios.
"Detrás del cambio hay una gran mentira. La palabra ‘cambio’ puede entusiasmar, motivar, pero cuando se le saca el velo al cambio, aparece esto: el libre mercado, el ajuste, la devaluación, el endeudamiento”, dijo durante el debate, el domingo pasado.
Muchos medios catalogaron la estrategia de Scioli como una "campaña del miedo”.
Y los seguidores de su rival no tardaron en mofarse de las advertencias del candidato oficialista, a través de una serie de bromas que inundaron las redes sociales.
"Si votás a Macri el aloe vera pierde todas su propiedades”. "Si gana Macri, el coyote atrapa al correcaminos”, eran dos de los memes que aparecieron bajo el logo#CampanaBu.
Para Kleiman, el "tono agresivo y confrontativo” que adoptó Scioli tuvo el efecto desocavar sus promesas de cambio.
"Generó un híbrido. ‘Yo no soy Cristina pero te estoy hablando igual que Cristina’”, señaló, en alusión al estilo confrontativo que caracteriza a muchos de los discursos de la presidenta.
Peronismo
Algunos analistas creen que además de la dificultad de tener que convencer tanto a kirchneristas como a antikirchneristas, Scioli tiene el desafío de representar a un peronismo fragmentado.
No solo debió enfrentarse al "fuego amigo” de los sectores más duros del kirchnerismo que siempre lo rechazaron, sino que además debió rivalizar con algunos gobernadores peronistas que apoyaron al otro contendiente de esa fuerza, Massa.
Por lo bajo, algunos incluso sugieren que varios líderes peronistas –incluyendo a la presidenta- podrían beneficiarse si pierde Scioli, ya que tendrían mejores chances de llegar a la presidencia en cuatro años si quien gobierna es Macri.
Pero a pesar de todos los temores y del pesimismo de la mayoría de los comentaristas políticos sobre sus chances, Scioli se muestra confiado.
"No hay dos sin tres. Ganamos en las PASO (primarias), ganamos (el 25 de octubre) y vamos a ganar el 22 de noviembre”, dijo tras la primera vuelta.
"El antimacrismo es muy fuerte”, aseguró días después, garantizando que los electores peronistas –que son mayoría- lo apoyarán.
"Confío en que a la hora de la verdad, en una final de este tipo, va a prevalecer lo que yo sintetizo: (...) el cuidado del empleo, la industria nacional y los planes sociales”, agregó.
"Ahora es un mano a mano que se define con la mitad más uno de los votos", desafió.