Hace décadas atrás los trasplantes de corazón parecían un utopía. Sin embargo, gracias a los avances de la ciencia, este proceso quirúrgico, que sigue siendo complejo, ya no es un imposible para los médicos.
Eso sí, los donantes siguen siendo un punto de detención para los trasplantes, puesto que no son muchos quienes están dispuestos a donar, con relación a la cantidad de personas que necesitan un órgano. Por eso es que un grupo de médicos investigadores de la Universidad Duke, en Carolina del Norte, encabezados por Jacob Schroder, desarrollaron un nuevo modo de tener corazones en óptimas condiciones para ser trasplantados.
La técnica fue bautizada como Donación tras la Muerte Circulatoria (Donation after Circulatory Dead, o DCD).
Para entender esto es preciso saber que los corazones que son utilizados en trasplantes son aquellos obtenidos luego de que se declaró la muerte cerebral del donante (Donation after Brain Death, o DBD). Es decir, que aunque se considera al donante fallecido, algunos de sus órganos, el corazón incluido, aún mantienen funcionalidad.
Esto, ya que el tejido del corazón es demasiado sensible, por lo que necesita estar en las mejores condiciones para que pueda pasar al receptor.
Los médicos investigadores depuraron una técnica para poder tener a disposición corazones de pacientes fallecidos. Así, los especialistas retiran el corazón del cuerpo del donador muerto para luego conectar una máquina con tubos, la cual emula el movimiento natural del órgano.
Así es posible tener una circulación de sangre, oxígeno y electrolitos.
“Este procedimiento tiene el potencial de expandir la disponibilidad de donadores en hasta 30%. Incrementar el número de donadores de corazón reducirá el tiempo de espera y el número de personas que mueren aguardando un trasplante".
Esas fueron las palabras del doctor Jacob Schroder, quien practicó el trasplanteen la Universidad Duke.