En su primer día de trabajo, la Cámara de Representantes lanzó el primer envite al presidente de Estados Unidos al aprobar dos leyes para poner fin al cierre gubernamental que desde hace casi dos semanas tiene paradas a varias administraciones federales pero que no incluyen la exigencia de Trump de destinar 5.600 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México.
"No vamos a hacer un muro", dijo Pelosi a periodistas poco antes de la votación.
"Un muro es una inmoralidad entre países. Es una forma de pensar antigua, no es rentable", dijo, argumentando que el dinero estaría mejor invertido en tecnología de seguridad fronteriza como drones y cámaras, y en la contratación de más agentes fronterizos.
Ambos textos, previsiblemente, no contarán con el visto bueno del Senado, donde los republicanos cuentan con mayoría.
Los líderes republicanos criticaron de inmediato la votación y la tildaron de estratagema política sin sentido que haría poco para proporcionar los recursos necesarios para asegurar la frontera, y acusaron a los demócratas de negociar de mala fe.
"El presidente lo dejó claro, estamos aquí para hacer un trato", dijo el jueves a última hora a Fox News el vicepresidente, Mike Pence. "No tendremos ningún trato sin un muro".
Congresistas demócratas aseguraron que el viernes tienen previsto acudir a la Casa Blanca para tratar de poner fin al "shutdown", aunque los legisladores ya han advertido de que podría alargarse varios días, incluso semanas.
Trabajo difícil
En su discurso de apertura, Pelosi prometió que el nuevo Congreso sería "bipartidista y unificador", pero reconoció la realidad de las divisiones que afectan a Washington.
"No nos hacemos ilusiones de que nuestro trabajo vaya a ser fácil, eso es algo en lo que todos en esta Cámara siempre hemos concordado", dijo Pelosi al aceptar el cargo tras recibir 220 votos afirmativos, del total de 235 escaños que tiene su partido en la Cámara de 435 miembros.
"Pero cada uno de nosotros nos comprometemos a que cuando no estemos de acuerdo, nos respetaremos mutuamente y respetaremos la verdad", agregó, en un intento por contrarrestar el estilo agresivo del presidente.
Trump prometió trabajar con los demócratas y felicitó a Pelosi por su "tremendo" logro, pero insistió en la necesidad de construir el muro.
Amenaza de destitución
Con el control de la Cámara, los demócratas podrán investigar las finanzas de Trump y ahondar en la presunta colusión entre su equipo de campaña y Rusia en 2016, aumentando la posibilidad de que se inicie un proceso de destitución en su contra, aunque con pocas posibilidades de éxito.
Hasta ahora, Pelosi ha dicho que es contraria a lanzar un proceso de destitución, pero los demócratas sí podrían agitar el clima político concretando su promesa de exigirle al presidente que presente su declaración de impuestos.
Un Congreso más diverso
El nuevo Congreso es el que tiene el mayor número de hispanos de toda la historia. Además marca la irrupción de una nueva generación de políticos, más alejados de las élites y con orígenes sociales y raciales más diversos.
Una de ellos es la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño y nacida en el Bronx hace 29 años, que hizo historia al convertirse en la mujer más joven en ser electa al Congreso.
También representa la llegada por primera vez al congreso de dos mujeres musulmanas, una de ellas, Ilham Omar, de 37 años, nació en Somalía y llegó a Estados Unidos hace 24 años como refugiada.
Este jueves también entraron a la Cámara de Representantes por primera vez dos mujeres indígenas: Sharice Davids y Deb Haaland, que tras la investidura se abrazaron con mucha emoción.
Los demócratas han prometido una comisión especial para abordar "la crisis climática", después de que Trump anunciara el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París.
"También debemos enfrentar la amenaza existencial de nuestro tiempo: la crisis climática que se ha manifestado en desastres naturales de proporciones épicas", dijo en su discurso Pelosi.