A Barry Eggers le llamó la atención la adicción que generaba en sus hijos, ambos alumnos del colegio Saint Francis, una nueva aplicación llamada Snapchat, en las que los mensajes desaparecían.

Les preguntó de qué se trataba y, cuando lo supo, su curiosidad aumentó. Preguntó más: cuánto lo usaban y si generaban el mismo interés en hombres que en mujeres.

Así se enteró que el uso era masivo y horizontal.

Y vio ahí una oportunidad de negocios.

Hizo los análisis pertinentes y decidió que su empresa inviertiera. Al mismo tiempo, invitó a la junta del colegio de sus hijos, ubicado en Silicon Valley, California, a hacerlo a través de un fondo que manejan para esos propósitos.

Colocaron 15 mil dólares y, a cambio, recibieron 2,1 millones de acciones.

Eso sucedió en 2012.

El jueves, Snapchat tuvo un notable debut en Wall Street: subió 44 por ciento y cada papel terminó vendiéndose en 24,51 dólares, números que lo convirtieron en el mejor estreno tecnológico desde el ingreso a Bolsa de Facebook, hace cinco años.

El colegio Saint Francis vendió 1,4 millones de sus acciones a US$ 17 dólares.

Su ganancia fue de casi US$ 24 millones.

Y el 33% restante de sus bonos, hoy vale otros US$ 17 millones.

El mismo jueves, Simon Chiu, el presidente del colegio, le escribió una carta a la comunidad para contarles las noticias y decirles que los fondos serán utilizados para el objetivo del colegio de ayudar a que los estudiantes menos favorecidos económicamente puedan acceder a su educación, además de mejorar su docencia y su infraestructura.

No es la primera vez que realizan una ubicación de capital y salen airosos.

Saint Francis cuenta desde 1990 con un fondo de inversión para generar ingresos extra para el establecimiento. En 1996 tuvieron una ganancia de 2,1 millones de dólares por su apuesta por una empresa de telecomunicaciones.

"No creo que haya otros colegios que hayan invertido tan temprano en una compañía y que lograran esta ganancia", destaca Barry Eggers, el hombre detrás de este plan millonario.

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