Clare Hollingworth comenzó su carrera periodística con un toda una exclusiva. El uno de septiembre de 1939 fue la primera en informar sobre la invasión alemana de Polonia. Entonces tenía 27 años y después dedicó toda su vida a cubrir grandes conflictos y guerras, convirtiéndose en un símbolo para periodistas de todo el mundo. Ahora, su nieto Patrick Garret publica un libro sobre su vida: “De fortunas y guerras: Clara Hollingworth, la primera corresponsal de guerra”.
DW: Sr. Garret, ¿qué fue lo que vivió Hollingworth cuando fue enviada a Polonia como reportera de guerra?
Patrick Garret: Clare descubrió la marcha de los tanques alemanes durante un viaje de reconocimiento en la frontera poco antes de la invasión. El 29 de agosto, logró su primer titular en el Daily Telegraph: “1.000 tanques ante la frontera polaca. Diez divisiones preparadas para atacar rápidamente”. El uno de septiembre, el día de la invasión, estaba en Katowice y le despertaron el ruido de los bombarderos alemanes y el fuego de los cañones antiaéreos. Al principio, la gente pensaba que se trataba de un ejercicio.
¿Conocía la dimensión histórica de su reportaje?
Después de eso, estuvo pensando si el periódico debería editar una edición especial. Posteriormente, llegó a reconocer –con algo de vergüenza- que no había sido consciente de la dimensión humana y de la gran tragedia de la guerra. Solo cuando Gran Bretaña entró en la contienda se dio cuenta del significado. Entonces se preguntó si su casa quedaría reducida a ruinas.
Durante su época como corresponsal, fue testigo de muchas guerras y cambios. ¿Qué acontecimientos marcaron su vida como periodista?
La mayor parte de su vida periodística estuvo marcada por la invasión de Polonia. También tenía un carácter fuerte y siempre quería saber lo que pasa y ser la primera. Temía perderse noticias importantes. Preguntaba continuamente a la gente sobre lo que habían visto y oído. Algo que probablemente derivó síntomas de neurosis, pensando que su móvil podría estropearse. Por eso lo comprobaba continuamente.
También supo identificar rápidamente el concepto de Internet. En los años 80 ya le fascinaban los primeros archivos de noticias online, que le permitían recibir noticias de todo el mundo. Sin embargo, no pudo llegar a usar las nuevas tecnologías de la comunicación en toda su amplitud. Cuando tuvo su primer ordenador estaba casi ciega y prácticamente no podía leer la pantalla. Si hubiese nacido más tarde, seguro que habría sido una enferma de Twitter.
Vivimos una época de cambios marcada por grandes crisis internacionales. Pese a su avanzada edad, ¿continúa Hollingworth al tanto de lo que sucede? ¿qué piensa sobre ello en base a su experiencia?
Clare cumplirá pronto 105 años y está muy débil. Hace ya tiempo que escribió sobre algunos acontecimientos, que ahora parecen ser cada vez más importantes. Cuando el candidato estadounidense Donald Trump dice que Estados Unidos podría distanciarse de la OTAN, Clare ya seguía ese tema desde 1960. Estuvo en Israel cuando su fundación como Estado y en Oriente Próximo durante la II Guerra Mundial. Escribió sobre terrorismo con trasfondo religioso y fue criticada por algunos científicos. Pero al parecer sus cálculos eran bastante precisos, como cuando habló sobre cómo los guerrilleros podrían actuar individualmente aun gran poder, algo que estamos viendo ahora en Oriente Próximo.
Ahora, continúa tratando de seguir las noticias. Insiste en tener su pasaporte y sus zapatos al lado de la cama, por si algún diario llama y le manda al extranjero. No va a suceder, pero eso le da un sentido a su vida y quizás sea también una explicación para su longevidad.
Clare Hollingworth fue pionera en un dominio de hombres. ¿Cómo ve ahora su contribución a la igualdad de la mujer?
Clare no era feminista. Realmente, era bastante rebelde con sus colegas femeninas. No había indicios de solidaridad femenina, porque creía en la igualdad de derechos para todos y no era partidaria de la discriminación positiva. En la jungla de Vietnam o el desierto, siempre trató de estar con las tropas. Vivió y trabajó en las mismas condiciones que los soldados y tenía la sensación de que nadie la tomaría en serio si aceptaba privilegios. Creo que diría que, la prueba de que una mujer puede hacer exactamente lo mismo que un hombre, es su contribución a la igualdad.