Un equipo de investigación de Linz, en Austria, ha utilizado la piel del hongo pipa, una seta común de los árboles, el Ganoderma lucidum, como sustancia portadora de componentes electrónicos.
En concreto, los científicos encontraron que la piel seca del hongo arbóreo puede servir de placa de circuito flexible, lo que podría llevar a la construcción de componentes electrónicos sostenibles. Este tipo de innovación sostenible, descrito en la revista Science Advances, es denominada"Micelotrónica", informa Martin Kaltenbrunner, del Departamento de Física de la Materia Blanda de la Universidad de Linz.
Circuitos electrónicos: difícilmente reciclables y de producción no sostenible
Todos los circuitos electrónicos, formados por metales conductores, necesitan asentarse en una base aislante y refrigerante llamada sustrato. En casi todos los chips informáticos, este sustrato está hecho de polímeros plásticos no reciclables, que a menudo se tiran al final de la vida de un chip. Según informa New Scientist, esto contribuye a los 50 millones de toneladas de residuos electrónicos que se producen cada año.
Ahora, esto podría cambiar gracias a los investigadores de la Universidad Johannes Kepler de Linz, quienes descubrieron, por casualidad, que el hongo de la laca brillante forma una piel de micelio cerrada en la superficie de su medio de cultivo para protegerse de los patógenos u otros hongos. Esta piel, según explicó Kaltenbrunner, resultó ser fácil de quitar y procesar.
Así, cuando extrajeron y secaron la piel, descubrieron que es flexible, un buen aislante, puede soportar temperaturas de más de 200 °C y tiene un grosor similar al de una hoja de papel, buenas propiedades para el sustrato de un circuito.
Duradera y fácil de reclicar
Además, según los investigadores, puede durar cientos de años si se mantiene alejado de la humedad y la luz ultravioleta. En cambio, en el suelo, la piel del hongo de la pintura brillante se descompone en dos semanas. Por tanto, una placa de circuito fabricada con este material sería muy duradera, por un lado, y fácilmente reciclable, por otro.
El equipo de Linz está pensando inicialmente en aplicaciones en el cuerpo, por ejemplo, en la tecnología médica, donde estos componentes tienen que funcionar principalmente durante períodos de hasta un año.
"Ahora hemos hecho sensores de proximidad o de humedad, por ejemplo, que también funcionan bien". Esto se logró soldando "chips electrónicos relativamente convencionales" en el soporte del micelio, dijo el científico.
Estos se comportaron como las placas de plástico convencionales. Además, la piel de los hongos demostró ser extremadamente flexible y seguía siendo eficaz después de que los investigadores la hubieran doblado más de 2.000 veces.
El material también resulta atractivo para desarrollar nuevos tipos de baterías que estén formadas principalmente por micelio y puedan así hacer funcionar la electrónica de forma inalámbrica, como los sensores Bluetooth. Los científicos ya están realizando las primeras aproximaciones. Posteriormente, ahora están tratando de adaptar las propiedades de la membrana formada a partir de la piel de los hongos a las respectivas ideas de aplicación.