La idea no es nueva. Ya hace diez años, el Instituto de Zoología y Botánica de la Academia Ucraniana de Ciencias había sugerido la posibilidad de crear una reserva natural en la zona de exclusión de 30 kilómetros en torno a la central nuclear de Chernobil. El Parlamento apoyó la idea, en la que el Ministerio de Medio Ambiente, junto a las autoridades locales y la agencia oficial para la gestión de la zona de exclusión jugarían un papel central.

Al mismo tiempo se decidió entonces que el área industrial de 5 a 10 kilómetros en torno a la planta no debía formar parte de la reserva. Hace un año, el Ministerio de Medio Ambiente redactó el decreto que prevé la creación de una reserva de la biosfera para que el presidente Petro Poroshenko lo aprobara. “Todos los documentos necesarios están en manos del mandatario”, dijo en marzo la actual ministra de Medio Ambiente de Ucrania, Anna Wronska. Solo falta su firma, algo que aún no ocurre.

Las autoridades se resisten

El jefe del Centro Ecológico de Ucrania, Jaroslaw Mowtschan, dijo a DW que el establecimiento de la reserva se está retrasando debido a que las autoridades de su país no se imaginan un área natural tan extensa. “La mayoría de las reservas en Ucrania no tienen más de 30 mil hectáreas, y acá estamos hablando de una de 227 mil”, apunta.

También sospecha que las industrias no están dispuestas a abandonar las posibilidades de explotación en un área con bosques, campos y pantanos. Incluso la administración de la zona de exclusión teme que haya pérdidas si se crea una reserva. Por ejemplo, en esa zona una empresa pretendía producir aceite de colza para la industria. “En otras partes de Ucrania hay millones de hectáreas de tierra. También se puede cultivar lo mismo en Dnipropetrovsk o Lviv, no hay ninguna necesidad de que eso se haga en la zona de exclusión, que en algunos lugares está tan contaminada con radionucleidos que no se podrá producir nada allí por los próximos 100 o mil años”, dice Mowtschan.

¿Fábricas o naturaleza?

Los ecologistas están también preocupados porque el ministro de Desarrollo Regional, Hennadij Subko, declaró hace poco que existe la idea de que es necesario achicar la zona de exclusión. Los terrenos así ganados podrían ser utilizados para la producción de energías renovables en el futuro. Tras esas declaraciones se encuentran los intereses de varias empresas, presume Hryhori Martschuk, del Ministerio de Medio Ambiente. Él está convencido de que la zona de exclusión, muy boscosa, no es apta para ese tipo de desarrollo. En conversación con DW, Martschuk señaló que lo que se quiere en realidad es “generar electricidad a partir de la incineración de madera”.

Serhij Paskewytsch, del Instituto de Asuntos de Seguridad Nuclear de la academia Ucraniana de Ciencias, por su parte, sostiene que la generación de fuentes de energía renovables u otras actividades financieras en la zona de exclusión no son rentables. “Para recultivar el suelo contaminado y renovar la infraestructura se necesitan enormes cantidades de recursos. Además, se expondría al personal a radiación y todo lo que se use en esas labores tendría que ser permanentemente controlado. Se debe expandir la economía en áreas seguras donde vive gente y hay infraestructura para ello”, afirma Paskewytsch.

Reserva protegida por la Unesco

A 30 años del accidente nuclear, el ecosistema de la zona de exclusión ha vuelto a surgir gracias a que no existe prácticamente intervención humana. En el lugar vive cientos de ciervos, alces y miles de corzos y jabalíes, además de enormes manadas de caballos de Przewalski, lobos y linces. El ecologista Jaroslaw Mowtschan cree que se podría crear, en conjunto con la reserva natural que existe en el lado bielorruso, una reserva de la biosfera internacional bajo el auspicio de la Unesco.

La actividad científica que se desarrolle en el lugar podría ser financiada por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente. Sería también muy bueno, dice Mowtschan, si organizaciones de protección del medio ambiente europeas se manifiestan a favor de la reserva. “O dejamos que allí impere el caos y actividades económicas mal controladas, o se crea una zona de protección natural que sería de gran utilidad para Ucrania, Europa y el mundo”, subraya el investigador.

Publicidad