AFP
Regina salió de su casa a las 4H30 de la mañana pero, incluso así, no logró vacunar a sus tres hijos contra la fiebre amarilla que genera pánico en Brasil, donde ya provocó más de 130 muertes este año.
Como cientos de habitantes de Rio de Janeiro, esta joven de 29 años tomó por asalto el viernes uno de los 34 centros de vacunación municipal, totalmente sobrepasados.
Desde la confirmación el miércoles de la primera muerte vinculada a la fiebre amarilla en el Estado de Rio, donde viven más de 16 millones de habitantes, la inquietud se apodera de la población, pese a que las autoridades locales intentan calmar a la gente.
"Está horriblemente mal organizado. No dan prioridad a los que tienen hijos y mucha gente se queda afuera", se queja Regina da Silva, con su hija de un año en brazos mientras intenta tomar de la mano a sus hijos de 3 y 6 años.
La campaña de vacunación comenzó oficialmente el jueves, pero está limitada a las 25 ciudades situadas en el norte de la región administrativa de Rio, en la frontera con los Estados vecinos de Minas Gerais y Espirito Santo, los más afectados por la epidemia.
En la ciudad maravillosa, los centros de vacunación habituales se ven desbordados. Recién el 27 de marzo su número pasará de 34 a 233, porque los servicios municipales no quieren modificar sus calendarios.
El Ministerio de Salud registra 424 casos confirmados en todo Brasil y 137 muertes hasta ahora, en tanto 993 casos sospechosos siguen bajo investigación.
Este es el peor brote de fiebre amarilla en 14 años. La enfermedad viral hemorrágica aguda transmitida por mosquitos mató a 17 personas en 2009, 27 en 2008, 23 en 2003 y 5 en 2015.
Según los especialistas, la expansión de la enfermedad obedece se extendió fuera de las regiones habituales del norte y el oeste del país, afectando zonas donde la población normalmente no es vacunada.
"Un chiste"
En el Estado de Rio se confirmaron dos casos: una persona murió y la otra sigue hospitalizada. Aunque la enfermedad aún no llegó a la capital estatal, las colas en los puntos de inoculación son interminables.
"Recomendamos sólo la vacunación a las personas que van a viajar hacia zonas de riesgo, pero la población no sigue nuestras consignas, por ello aumentó tanto la demanda", explica la responsable de la vigilancia sanitaria de la ciudad de Rio, Cristina Lemos.
En Botafogo, barrio acomodado en el sur de la ciudad, la fila comenzó a formarse a las 5H00 de la mañana y sólo los 90 primeros en llegar pudieron ser inoculados.
"¡Es un chiste que dejen entrar a 90 personas!", exclama una joven, enojada por haber sido rechazada tras dos horas de espera.
"Pierdo mi día de trabajo, mi hija no pudo ir a la escuela, es realmente una falta de respeto", critica Beatriz Monte Alegre, una veterinaria de 38 años.
"La situación puede cambiar"
Fátima Mesquita obtuvo la preciada llave maestra: una hoja de papel con un número para ser vacunada.
"Llegué a las 6h20 y me dieron el número 45. Hay mucha confusión aquí, pero me siento aliviada porque esta epidemia es realmente terrible", cuenta esta secretaria de 45 años.
"El gobierno nos pide que no entremos en pánico, pero no voy a esperar que anuncien aún más muertes para vacunarme", concluye.
La responsable de la vigilancia sanitaria recuerda a los extranjeros que prevén viajar a Rio próximamente que "por el momento, no somos una zona en donde la vacuna es exigida".
"Pero la situación puede cambiar", reconoce.
La vacuna contra la fiebre amarilla ya es obligatoria para los turistas que viajan al Amazonas.