De los 193 países miembros de las Naciones Unidas, 191 votaron el 27 de octubre a favor de levantar el embargo a Cuba. Entre ellos, todos los europeos. Pese al restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, Estados Unidos se opuso.
“Me habría gustado que ese cambio se hubiese producido ya, pero quizá sea prematuro o mucho pedir. El levantamiento del embargo será la última medida que tome el Gobierno norteamericano -que necesita el apoyo del Congreso y por tanto Republicano- para que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se normalicen definitivamente”, dice a DW Ramón Jáuregui, presidente de la Asamblea Parlamentaria Eurolat.
Política de pequeños pasos
“Votar a favor de levantar el embargo sería una provocación abierta a los muy reacios en el Congreso. Si dependiese del presidente Obama quizá ya se habría levantado”, dice a DW, por su parte, Susanne Gratius, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora asociada del think tank FRIDE.
“Por otro lado, sacar a Cuba de la lista de países que colaboran con el terrorismo, permitir remesas y liberalizar los viajes son pasos de una política muy gradual para construir la confianza inexistente por muchas décadas”, recuerda Gratius.
Como fuere, Cuba insiste. “Mientras no se levante el embargo, que más que ninguna otra cosa viola los derechos de 11,2 millones de cubanos, no habrá normalización de las relaciones”, afirmó en Bruselas la embajadora de Cuba ante la Unión Europea, Norma Goicochea. Los analistas coinciden: el asunto puede tardar.
Bruselas, ¿más cerca?
Desde 1992, Cuba pide en el organismo internacional el cese de estas medidas restrictivas que, sólo en el ámbito comercial, han causado, según información oficial, unos cerca de cuatro mil millones de dólares en pérdidas al país caribeño. Por su parte, la Unión Europea vota a favor de levantar el embargo desde 1996.
“En este tema la UE está, definitivamente, más cerca de Cuba. Llevamos casi 20 años reivindicando el levantamiento del embargo que es una sanción que sufre el pueblo cubano injustamente y que impide a muchísimos bancos y empresas de Cuba actuar con libertad de movimiento y no estar sometidos a sanciones, que nos parecen injustas, que los Estados Unidos imponen al mundo económico y financiero”, sigue Jáuregui.
Con su negociación, desde 2013, de un acuerdo de cooperación y diálogo político, la Unión Europea ha terminado -de facto aunque oficialmente sigue vigente- con la “posición común” que condicionaba todo trato con la isla a avances en derechos humanos.
“Aunque en Cuba sigue habiendo represión y sigue habiendo un partido único, Cuba -aunque es un tema pequeño- tiene carácter simbólico y a la UE le conviene lograr ese acuerdo”, apunta Gratius.
Beneficios de un acuerdo
“Junto a las medidas que el Gobierno cubano está adoptando para la apertura de su economía, a la incorporación de Cuba a las instituciones financieras mundiales, todas las inversiones europeas que se van a producir a raíz de este acuerdo redundarán favorablemente en la economía y la población cubana”, afirma Jáuregui.
Así las cosas y aunque el interés natural de La Habana se centra en Estados Unidos, lo lejos que al parecer está el fin del embargo, pone más cerca otros tratados, quizá con menos incentivos pero más probables.
“Hay mucha voluntad política tanto de nuestra parte como del Servicio Europeo de Acción Exterior para culminar el acuerdo lo antes posible”, afirmó la embajadora, quien contrariamente a una normalización verdadera de las relaciones con Washington, sí ve en el horizonte un acuerdo con Bruselas.