El ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Lula da Silva libran este domingo su pulso final por la presidencia de Brasil, en un balotaje de desenlace abierto que mantiene en vilo al gigante sudamericano, profundamente dividido.
La última encuesta del Instituto Datafolha publicada el sábado redujo la ventaja de Lula de seis a cuatro puntos, comparado con dos días atrás, con 52% de las intenciones de voto frente a 48% para el presidente.
En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro, que finalmente acabó detrás solo por cinco puntos (43%-48%). El resultado y la estrecha diferencia de la última encuesta refuerzan la incertidumbre en el balotaje.
Bolsonaro, un excapitán del ejército, ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: "El que tenga más votos, gana". "Es la democracia".
Los colegios electorales abrieron a las 08H00 locales y cerrarán a las 17H00 (11H00 - 20H00 GMT). Los resultados se esperan pocas horas después.
"Estas son las elecciones más ajustadas, más disputadas. La cosa está bien dividida", dijo sin revelar su voto Marcio Britto, un desempleado de 52 años en un colegio electoral del barrio de Copacabana, en Rio.
"No quiero dejar de votar, es necesario". "Espero que podamos cambiar lo que está ahí, hubo mucho retroceso, económico y social", dijo el psicólogo Marcelo Silveira Curi, de 35 años, que votó a Lula en un colegio en Sao Paulo.
"Necesitamos a Bolsonaro", aseguró por su parte Nadia Faraj, una descendiente de libaneses de 61 años y una de las primeras en votar en Brasilia al haberse despertado de madrugada preocupada con las elecciones.
Nacionalismo y religión
Bolsonaro, de 67 años, se apoyó en la defensa de los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos - ralentización de la inflación y caída del desempleo -, para defender un segundo mandato, al tiempo que siguió insuflando un discurso nacionalista.
"¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!", reiteró al cerrar un áspero debate televisivo el viernes frente a Luiz Inácio Lula da Silva.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado y sigue ampliándose en este país de mayoría católica.
"Arreglar" Brasil
El veterano líder de izquierda, de 77 años, que había confiado en vencer cómodamente en la primera vuelta, prometió "arreglar el país" impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688.000 muertos.
Recordó sus logros socioeconómicos en sus dos mandatos anteriores (2003-2010), cuando 30 millones de brasileños salieron de la pobreza con iniciativas sociales financiadas con el 'boom' de las materias primas.
Lula cuenta con el apoyo de los más vulnerables y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos del ultraderechista, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.
La campaña entre ambos turnos fue todavía más abundante en insultos y golpes bajos entre los dos rivales.
Lula asoció a Bolsonaro con la "pedofilia" y el "canibalismo", mientras que el ultraderechista lo acusó de "borracho" y "traidor de la patria", después de que el exsindicalista fuera preso por corrupción durante 19 meses, antes de ser absuelto por motivos procesales en 2019.
La desinformación inundó las redes sociales, pero también los debates televisivos entre ambos candidatos que se acusaron incesantemente de mentir.
La justicia electoral actuó casi a diario para ordenar la retirada de videos virales con contenidos falsos de ambos campos.
Voto contra
El tono agresivo acentuó la polarización y el rechazo hacia ambos líderes.
"Una parte no despreciable votará (a Lula) por el rechazo a Bolsonaro. Lo mismo sucede del otro lado", dijo a la AFP Lara Mesquita, profesora de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo.
Aunque los indecisos son escasos, "en una disputa tan apretada pueden ser definitivos", afirmó.
Famosos hicieron uso de su popularidad para atraer el voto para su candidato: el futbolista Neymar para Bolsonaro y los cantantes Caetano Veloso y Anitta para Lula.
El próximo presidente de Brasil asumirá las riendas el 1 de enero.
Si gana el izquierdista "será un gobierno débil", dijo a la AFP Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly. "En Brasil resurgió un movimiento conservador muy fuerte" que se identifica con el mandatario, agregó.
Un segundo mandato de Bolsonaro en cambio "se parecerá mucho al primero, con una intensificación de la guerra de valores, y será una época de la motosierra" para la Amazonía, donde la deforestación se disparó durante su mandato.