AFP
Dejar de comer una hamburguesa no es el acabose para Alexis Chacón, pero sí un gustito menos. La Big Mac, su favorita e ícono de McDonald's, dejó de venderse en Venezuela por falta de una rebanada de pan.
Chacón, un contador de 28 años, se comió su última Big Mac hace una semana y por ahora es incierto cuándo volverá a saborearla, pues desde este jueves el emparedado engorda la lista de productos desaparecidos por la crisis económica.
"Una hamburguesa no es para morirse, pero uno aquí se ha venido acostumbrando a consumir lo que hay", dice el joven sentando a una mesa en un McDonald's del este de Caracas, adonde llegó para almorzar.
Para él, el abanico se cierra cada día más. "No hay una cosa, compras otra. Tú te vas acostumbrando a cambiar de hábitos. Es triste", exclama con resignación.
El gigante estadounidense de la comida rápida -con tres décadas en el país caribeño- suspendió la venta de su hamburguesa emblemática por dificultades para acceder a ingredientes.
"En McDonald's Venezuela trabajamos para solventar esta situación temporal. Junto a nuestro proveedor evaluamos las mejores opciones que nos permitan seguir ofreciendo productos de calidad", señaló la empresa en un comunicado enviado a la AFP este jueves.
La compañía no detalló las complicaciones, pero una de sus empleadas confirmó lo que es un secreto a voces: la característica rebanada de pan que separa las porciones de carne escasea.
Por lo pronto, McDonald's -que el año pasado tuvo que suspender durante 10 meses la venta de papas fritas- seguirá ofreciendo los demás productos de su menú, entre estos el McPollo con el que tuvo que conformarse Chacón.
Otra víctima de la crisis
El anuncio causó revuelo en las redes sociales, llegando a ser tendencia en Twitter, donde los usuarios se lamentaban por la nueva víctima del desabastecimiento.
La crisis económica de Venezuela se ha visto agravada por la caída de los precios del crudo, generador de 96% de las divisas en un país dependiente de las importaciones.
Esto se refleja en la inflación más alta del mundo (180,9% en 2015 y proyectada por el FMI en 720% para 2016) y en la escasez de 80% de alimentos y medicinas, que el presidente Nicolás Maduro atribuye a una "guerra económica" de empresarios para tratar de derrocarlo.
En el restaurante donde comió Chacón, las quejas no solo eran por la Big Mac, sino por la pérdida de calidad de algunos productos.
"Suben los precios y baja la calidad", afirmó Jouswar Sosa, de 31 años y amante de la Big Mac doble, quien ha visto disparar su precio por la inflación.
Una Big Mac normal, con papas fritas y refresco, cuesta 3.500 bolívares (5,4 dólares a la tasa oficial más alta), poco más del 10% del salario mínimo (incluido un bono de alimentación).
Más caro, menos calidad
La sequía de dólares y el control de cambios vigente desde 2003 causan problemas para la importación de materias primas e insumos, lo que mantiene semiparalizada a la industria en la nación con las mayores reservas petroleras.
Aduciendo falta de insumos, el fabricante estadounidense de productos de higiene Kimberly-Clark cerró su planta hace dos semanas, como lo habían hecho Kraft Heinz y Clorox, mientras Coca Cola reactivó en junio su producción tras detenerla un mes por falta de azúcar.
McDonald's ya se había visto obligado a suspender la venta de papas entre enero y noviembre de 2015, ante la imposibilidad de importar el tubérculo congelado, reemplazándolo con yuca y arepas.
Su oferta se reactivó con producción nacional, aunque mucho más cara. La nueva relación costo-calidad no satisface a Gloria Nolck, de 68 años.
"Si no hay papas, no vendas, pero no nos den esto", protestó la mujer, mientras señalaba con desdén la ración que comía su nieto en un McDonald's.
Ante ello, Jouswar Sosa dice que desde hace un tiempo prefiere las hamburguesas y perros calientes de los carritos ambulantes, mucho más baratos.
En Caracas esos puestos congregan a decenas de personas a la hora de las comidas, para algunos un síntoma del deterioro del poder adquisitivo y la calidad de vida de los venezolanos.