Con apenas un año de vida, los monos ardilla ya eran adictos a la nicotina.

Contenidos en dispositivos que limitaban sus movimientos, los animales eran entrenados para presionar una palanca que les administraba dosis de nicotina directas al torrente sanguíneo.

Así vivían durante tres años: aislados, sufriendo vómitos, diarrea y temblores por la adicción. Cuando directamente no morían en el proceso.

Cuatro meses después de que Jane Goodall, la etóloga y renombrada conservacionista de primates, denunciara lo que describió como "tortura", el gobierno estadounidense determinó el fin del experimento que desde 2014 realizaba la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

El objetivo del proyecto gubernamental era investigar los efectos de la adicción al tabaco en adolescentes usando ejemplares de Saimiri sciurea como modelo.

"Estoy segura de que la mayoría de los estadounidenses se horrorizarían de saber que con sus impuestos están pagando por este abuso", escribió Goodall en una carta enviada en septiembre a Scott Gottlieb, comisionado de la FDA.

Tras una investigación sobre el bienestar de los animales, este viernes la FDA determinó el cierre del estudio e inició la implementación de cambios en las regulaciones de la experimentación animal en EE.UU.

De la adicción y muerte al santuario

Iniciado en 2014, el estudio realizado por el Centro Nacional de Investigación Toxicológica (NCTR, por sus siglas en inglés) medía el nivel de adicción a la nicotina según las dosis recibidas.

De acuerdo con Goodall, los estudios realizados en monos ardilla eran "crueles" no solo por la adicción inducida, sino también por las condiciones de encierro a las que se sometía a estos animales "sociales e inteligentes", afirmó.

Sin embargo, lo que terminó por despertar la indignación de los grupos de defensa animal fue la muerte de cuatro monos en los últimos meses.

Según la investigación de la FDA, tres de los animales murieron luego de que se les suministrara anestesia para colocarles catéteres. El cuarto falleció por una inflamación gástrica "por motivos que no están claros", informaron.

Un quinto mono, identificado bajo el nombre de Patsie, estuvo a punto de morir el 20 de julio también tras recibir anestesia.

En un comunicado publicado el viernes, Gottlieb afirmó que detectaron "varios problemas" en el proyecto, incluyendo "reiteradas deficiencias" vinculadas al bienestar animal y "una falta generalizada de supervisión adecuada que podría conducir a problemas similares para otros protocolos y procedimientos".

Tras el cierre del estudio, la FDA determinó que 26 monos fueran trasladados a un santuario.

Pero ahí no terminó el escándalo.

Cambios a futuro

En el citado comunicado, Gottlieb reconoció que la investigación animal necesita "ser reforzada en algunas áreas importantes".

En este sentido, anunció "pasos adicionales para asegurar que cualquier asunto relacionado con los procesos y procedimientos presentes se cumpla e identificar acciones adicionales que la agencia tenga que dar para asegurar el bienestar de los animales a nuestro cuidado".

Además de extender la investigación que se realizó en el NCTR a todas las dependencias del FDA que investiguen con animales, se creó un Consejo de Bienestar Animal para supervisar dichas actividades e instalaciones, entre otras medidas.

La investigación con animales y particularmente con primates es un tema controversial en EE.UU. y el mundo.

Desde la ciencia se asegura que los animales no pueden ser reemplazados aún por modelos computacionales o in vitro en investigaciones para temas como la búsqueda de medicamentos y tratamientos a enfermedades.

Los activistas, en cambio, pelean para la industria logre el reemplazo o reduzca al mínimo el uso y sufrimiento de los animales.

Desde 2011, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de EE.UU., por ejemplo, dejaron de financiar nuevas investigaciones biomédicas con chimpancés y en 2015 empezaron a trasladar a santuarios aquellos que aún estaban en sus laboratorios.

El director de los NIH, Francis Collins, justificó la decisión diciendo que los chimpancés son "nuestros parientes más cercanos en el reino animal" y que merecen "un lugar y respeto especiales".

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