En un Estados Unidos castigado por una pandemia, dividido por temas de raza o política y sumido en una crisis económica, el presidente Donald Trump se presentó como un salvador.

"Esta elección decidirá si salvamos el 'sueño americano' o si permitimos que una agenda socialista demuela nuestro querido destino", dijo Trump al aceptar la nominación republicana para un segundo mandato presidencial en la noche del jueves.

"En un nuevo mandato como presidente, volveremos a construir la mayor economía de la historia, volviendo rápidamente al pleno empleo, aumentando los ingresos y registrando prosperidad", sostuvo Trump desde la Casa Blanca.

Además lanzó un duro ataque sobre el candidato presidencial demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, a quien presentó como alguien que ha dañado el país "en los últimos 47 años" y está rodeado de radicales.

"Joe Biden no es el salvador del alma de EE.UU., es el destructor de los trabajos de EE.UU. y, si se le da la oportunidad, será el destructor de la grandeza estadounidense", advirtió.

Su discurso evidenció un acto de malabarismo político que Trump ensaya para ser reelecto: ser presidente y opositor a la vez.

Trump busca deslindar responsabilidad por las crisis simultáneas que atraviesa EE.UU. bajo su propio gobierno, mostrándose como una solución a los problemas actuales del país.

Y, en el mismo ejercicio, señala a sus rivales demócratas como el verdadero establishment que llevaría el país al despeñadero.

Promesa de vacuna

Las palabras de Trump fueron el punto alto y final de la Convención Republicana que se inició el lunes.

EE.UU. superó esta semana las 180.000 muertes por coronavirus y se acerca a los 6 millones de infectados, cifras que superan a las de cualquier otro país, pero muchos oradores republicanos evitaron analizar en profundidad la gravedad de la pandemia.

Algunos incluso se refirieron al coronavirus en tiempo pasado, pese al avance constante del covid-19 y los millones de empleos que siguen perdidos: "Fue horrible", dijo Larry Kudlow, el principal asesor económico del presidente.

Trump ?quien desde el comienzo de la pandemia intentó minimizar su gravedad y sugirió respuestas carentes de respaldo científico? habló en el césped exterior de la Casa Blanca sin máscara facial, frente a decenas de seguidores que no guardaban distanciamiento social.

Se refirió en distintas ocasiones al covid-19 como "el virus de China" y, tras lamentar las pérdidas de vidas sin manejar cifras, ofreció un panorama optimista con la promesa de una vacuna en pocos meses.

"Tendremos una vacuna segura y eficaz este año y juntos aplastaremos el virus", prometió pese a que falta certeza científica al respecto.

También dijo que, gracias a la ayuda financiera ofrecida por el gobierno, EE.UU. tuvo "la menor contracción económica de cualquier nación occidental grande" y se está "recuperando mucho más rápido".

Sin embargo, buena parte de esa ayuda gubernamental se paralizó a fines de julio y economistas temen que la recuperación del mercado laboral se estanque.

Sólo la semana pasada, un millón de estadounidenses pidieron por primera vez beneficios de desempleo.

Rick Wilson, un exestratega republicano contrario a Trump, sostiene que durante la convención partidaria se ignoraron temas como el covid-19 o la crisis económica.

"Tratan de retratar al país en una extraña dicotomía: por un lado, dicen que el país es más próspero que nunca y que Donald Trump es el mejor presidente de todos los tiempos", señala Wilson a BBC Mundo.

"Por otro lado, están describiendo al país como completamente acosado por el crimen, los disturbios y el anarquismo", agrega.

"Nadie estará a salvo"

El discurso de Trump tuvo también como telón de fondo las protestas que surgieron en la ciudad de Kenosha (Wisconsin) después de que la policía disparara a Jacob Blake, un afroestadounidense desarmado.

En medio de brotes de violencia registrados en algunas de esas protestas, dos personas murieron por disparos de arma de fuego esta semana.

Un adolescente blanco que había manifestado respaldo a causas policiales fue detenido y acusado de homicidio intencional por esos disparos el miércoles.

Opositores demócratas sostienen que Trump avivó la tensión racial de EE.UU., al promover mano dura ante la ola de protestas contra la injusticia racial y la brutalidad policial que se desataron en todo el país desde la muerte de George Floyd, un afroestadounidense bajo custodia policial en mayo.

Pero Trump se presentó el jueves como el candidato de la "ley y orden", declaró su apoyo a la policía y afirmó que la violencia ocurre en ciudades controladas por demócratas.

"No se equivoquen, si le dan el poder a Joe Biden, la izquierda radical eliminará los fondos para los departamentos de policía en todo EE.UU.", dijo el presidente pese a que el candidato demócrata nunca ha planteado eso.

"Nadie estará a salvo en la América de Biden", advirtió Trump, reiterando lo que un día antes había dicho el vicepresidente Mike Pence ante la Convención Republicana.

En respuesta a esto, el candidato demócrata defendió que la violencia se observa durante el gobierno actual y preguntó: "¿Mike Pence se olvidó que Donald Trump es presidente? ¿Donald Trump siquiera sabe que es presidente?"

¿Como en 2016?

Otra señal de dualidad de Trump han sido sus denuncias de que sus adversarios pueden "robarse" las elecciones de noviembre.

El lunes reiteró la afirmación sin fundamento de que los votos por correo pueden conducir al fraude electoral, pese a que él mismo es el responsable del gobierno.

Al mismo tiempo, el uso de la Casa Blanca por parte de Trump para aceptar su candidatura presidencial partidaria generó cuestionamientos, ya que es algo inusual en este país.

El presidente aludió a esos cuestionamientos en tono desafiante el jueves: "Nosotros estamos aquí y ellos no", dijo.

El acto incluyó música y cantos de "cuatro años más" por parte de los presentes y, al final, fuegos artificiales sobre los monumentos nacionales de Washington.

También es atípico que los republicanos se presenten a esta elección sin una nueva plataforma partidaria (algo que no ocurría desde 1856) y en cambio renovaran la de 2016.

Esto, o el hecho de que la familia Trump haya protagonizado la Convención Republicana, parecen señales de que esta elección, más que sobre programas de gobierno, será a favor o en contra del presidente.

Durante su discurso, Trump lanzó varias promesas que son más comunes en políticos en busca del gobierno que en los que lo ejercen.

"El 3 de noviembre, haremos que EE.UU. sea más seguro, haremos que EE.UU. sea más fuerte, haremos que EE.UU. esté más orgulloso y haremos que EE.UU. sea más grande que nunca", proclamó.

También dijo que es necesario "pasar la página para siempre de esta clase política fallida".

Cuatro años antes, Trump también se presentaba como un outsider de la política: un magnate de bienes raíces y estrella de reality shows que desafiaba al establishment con promesas de "drenar el pantano" en Washington y usar su astucia negociadora para mejorar la economía.

Ahora, con varios exasesores cercanos suyos procesados por diversos delitos y en medio del mayor colapso económico y sanitario de EE.UU. en décadas, Trump quizá la tenga más difícil para recrear aquella aura renovadora.

Pero esa parece ser su apuesta para lograr su reelección en noviembre, mientras Biden le lleva varios puntos de ventaja en las encuestas.

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