Cuando las mujeres aparecen en las noticias relacionadas con el terrorismo, el foco a menudo se pone en su papel como víctimas o como potenciales aliadas para contrarrestar la amenaza.

Pero a veces se obvia a las mujeres que participan en el extremismo y lo apoyan.

Esto cambió cuando la adolescente fugitiva Shamima Begum fue descrita por los medios como un símbolo del grupo autodenominado Estado Islámico tras ser localizada en un campamento de refugiados sirios.

Hace cuatro años, Begum se fue de Reino Unido con dos amigas para unirse a Estado Islámico (EI), aunque afirma que era "solo una ama de casa".

Sin embargo, la ministra de Interior de Reino Unido la despojó de la ciudadanía británica y dijo: "Si se apoya el terrorismo, debe haber consecuencias".

Begum está dispuesta a buscar ayuda legal para apelar la decisión.

Las mujeres en el extremismo

El caso de Begum planteó una serie de preguntas sobre la participación activa y voluntaria de las mujeres en el extremismo violento, tanto en el de EI como en el de otros grupos.

Los análisis del Instituto Real de Servicios Unidos de Reino Unido (Rusi, por sus siglas en inglés) sugieren que el 17% de los reclutas extremistas en África son mujeres, mientras que una investigación independiente indicó que el 13% de los reclutas extranjeros de Estado Islámico en Irak y Siria son mujeres.

Las cifras exactas siguen siendo vagas y podrían ser mucho más altas.

Estudios respaldados por el Rusi y otros organismos investigaron el papel que desempeñan las mujeres en organizaciones como EI y Al Shabab, uno de los grupos militantes más mortíferos de África.

Los investigadores entrevistaron a mujeres que habían estado involucradas directa o indirectamente con las actividades de Al Shabab para averiguar cómo las reclutaron y el impacto que tiene en estas participar en actividades extremistas violentas.

El trabajo lo llevaron a cabo académicos en Kenia, que utilizaron su amplia experiencia y sus contactos dentro de las comunidades identificadas como en riesgo de radicalización.

Estado Islámico versus Al Shabab

Los roles que desempeñan las mujeres varían según el grupo.

En Al Shabab las mujeres a menudo desempeñan lo que se podrían considerar roles más tradicionales, como esposas de combatientes y como trabajadoras domésticas. También a veces se las hace trabajar como esclavas sexuales.

También pueden ayudar a atraer a nuevos miembros. Un estudio en Kenia descubrió que a las mujeres las reclutaban otras mujeres que les prometían trabajo, apoyo financiero y asesoramiento.

Por ejemplo, a Hidaya (nombre ficticio), de profesión modista, la reclutó una clienta que le ofreció invertir y expandir su negocio. La persuadieron para viajar a una región fronteriza, desde donde la introdujeron clandestinamente a Somalia.

Dentro de EI, las mujeres a menudo reclutan, especialmente por internet, y desempeñan un papel activo en la difusión de las creencias del grupo.

En el caso de Shamima Begum, EI podía ver su reclutamiento como una victoria propagandística, a pesar de su sugerencia de que en Siria había hecho poco más que cuidar a su esposo e hijos.

Las mujeres de Estado Islámico también pueden servir como médicas y trabajadoras de la salud, con ciertas restricciones, mientras que el grupo tiene una fuerza policial moral compuesta únicamente por mujeres.

Más recientemente, a medida que el grupo perdió su territorio en Irak y Siria, empezó a colocar a mujeres en puestos de primera línea. Usaba su periódico Al Naba para llamar a las mujeres a la yihad, y el año pasado lanzó un video que mostraba a varias mujeres en combate en Siria.

En Somalia, donde Al Shabab intenta establecer un estado islámico gobernado por la Sharia (ley islámica), también se registraron casos de mujeres en primera línea o como combatientes suicidas.

El análisis de los ataques suicidas de Al Shabab entre 2007 y 2016 reveló que el 5% los realizaron mujeres.

Este es también el caso de otras partes de África, como Nigeria, donde el grupo islamista militante Boko Haram usó a mujeres como atacantes suicidas.

¿Por qué las mujeres se unen a grupos yihadistas?

Hay una serie de factores que impulsan el reclutamiento de mujeres en estos grupos.

Hasta cierto punto, parece que lo que motiva a los hombres también funciona para las mujeres, como el impulso de una ideología fuerte y los beneficios financieros.

Sin embargo, también surgieron tácticas dirigidas específicamente a las mujeres, como el reclamo de volver a los roles tradicionales de género.

Por ejemplo, uno de nuestros estudios indicó que los reclutadores de Al Shabab se aprovechaban de las inseguridades de algunas jóvenes musulmanas que temían que la educación superior retrasaría sus perspectivas de matrimonio.

"Si consigo un hombre que se case conmigo y me proteja, ¿por qué debería preocuparme por los estudios o la educación?", preguntó una estudiante de la Universidad de Nairobi a los investigadores.

A otras parece que inicialmente las atrajeron con promesas de trabajo, dinero y otras oportunidades.

Sin embargo, es difícil discernir sus motivos para unirse a estos grupos. Muchas de las mujeres a las que entrevistamos afirmaron que las reclutaron en contra de su voluntad.

Igual que Shamima Begum, algunas afirmaron que, o bien no estaban involucradas activamente en las actividades del grupo, o bien lo hicieron en contra de su voluntad. Algunas aseguran que eran víctimas.

Si bien es probable que algunas fuesen coaccionadas de alguna forma, negar las propias responsabilidades es una forma útil de intentar reintegrarse a la comunidad.

El camino hacia la rehabilitación

Hay una serie de enfoques para la rehabilitación aplicados a excombatientes o a combatientes que regresaron, pero pocos están dirigidos específicamente a las mujeres.

Los legisladores y los servicios de seguridad deben tener en cuenta los problemas específicos a los que se enfrentan las mujeres que abandonan las organizaciones extremistas a la hora de diseñar estrategias de prevención, rehabilitación y reintegración.

Por ejemplo, muchas habrán tenido hijos con combatientes muertos o ausentes, mientras que otras requerirán asesoramiento por traumas derivados de violaciones y agresiones sexuales.

Es fundamental que los gobiernos aborden estos problemas cuando traten el rol femenino en el extremismo violento. Esto comenzaría con una mejor comprensión de cómo las diferencias basadas en el género estimulan la participación de las mujeres y el impacto específico que tiene en sus vidas.

Además, beneficiaría a sus comunidades al gestionar el riesgo que presentan y al ayudar a evitar que más mujeres se unan a grupos extremistas.


Sobre esta nota

Esta nota de análisis fue encargada por la BBC a expertos que trabajan para una organización externa.

Martine Zeuthen es antropóloga y dirige el programa de Rusi Strive, financiado por la Unión Europea y cuyo objetivo es reducir el reclutamiento extremista y la radicalización en el Cuerno de África.

Gayatri Sahgal es investigadora en Rusi.

El Instituto Real de Servicios Unidos es un centro de estudios independiente especializado en investigación de temas de defensa y seguridad.

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