El 11 de febrero de 1979 la revolución islámica -uno de los acontecimientos que definieron el siglo XX- derrocó al entonces gobernante de Irán, el Shah. Cuatro décadas después del histórico momento, la economía, la cultura, los recursos hidráulicos y la sociedad de Irán no son los mismos. ¿Cómo ha cambiado el país asiático después de la revolución? Te retratamos estas transformaciones a partir de seis áreas principales.
1. Crecimiento poblacional
Cuando el ayatolá Ruhollah Jomeini, un clérigo chiíta que vivía en el exilio en París (Francia), llegó a la capital de Irán para liderar la revolución en 1979, había 36 millones de personas viviendo en el país.
La población iraní se ha más que duplicado desde entonces y ahora alcanza unos 81 millones de personas.
El llamado del ayatolá Jomeini para producir una nueva generación de musulmanes chiítas impulsó este crecimiento, y el país experimentó un auge de bebés inmediatamente después de la revolución.
Pero, a fines de la década de 1980, el gobierno mostraba signos de agotamiento debido al costo de su guerra con Irak (1980-1988).
Fue entonces cuando se implementó un programa de planificación familiar para intentar frenar el crecimiento de la población.
Sin embargo, los temores sobre el impacto del envejecimiento de la población y la seguridad nacional llevaron al gobierno a retractarse en 2010, para alentar a las personas a tener más hijos.
El expresidente Mahmud Ahmadinejad criticó en ese momento las políticas de control de la natalidad y el gobierno, con el apoyo del líder supremo, prohibió los programas de planificación familiar.
El crecimiento de la población se ha concentrado en las principales ciudades del país.
En la década de 1980 solo había dos ciudades con más de un millón de habitantes. Ahora hay siete.
Teherán, la capital del país, vio cómo su población urbana saltaba de unos cinco millones en la década de 1970 a siete millones y medio en la década de 1980, después de la guerra con Irak.
Actualmente, más de 12 millones de personas viven allí.
2. Caída de la economía
La creciente población iraní, combinada con las consecuencias de la guerra y las sanciones internacionales, tuvo un gran impacto en los recursos del país.
Irán, un país árido y dependiente de las exportaciones de petróleo, ha visto el deterioro de las condiciones de vida de sus ciudadanos en las últimas cuatro décadas.
Su Producto Interno Bruto per cápita pasó de unos US$10.200 en 1976, a unos US$6.900 en 2017.
En el mismo período, Turquía, un país con un crecimiento demográfico similar, casi triplicó su PIB per cápita.
Otro de los factores que ha tenido un impacto negativo en la caída económica de Irán está relacionado con una disminución en la producción de petróleo, pues la guerra con Irak dañó sustancialmente la infraestructura de la industria petrolera.
Hoy en día, el país exporta principalmente productos derivados del petróleo y otras materias. Sus importaciones son sobre todo de alimentos.
El precio de los productos básicos en relación con los salarios también ha aumentado.
En 1978, con el salario mínimo era posible adquirir unos 74kg de carne roja. Actualmente el salario mínimo solo permite comprar unos 10kg.
Una de las mayores preocupaciones del país en la actualidad es el desempleo, que ha crecido constantemente en los últimos años, afectando principalmente a los jóvenes.
Según los cálculos del Banco Mundial, la tasa de desempleo juvenil alcanzó el 30% en 2018.
3. Menos reservas de agua
Irán es un país mucho más árido de lo que era hace 40 años y sus recursos hídricos son cada vez más exiguos.
La precipitación media anual es de 228 mm, una quinta parte del promedio mundial. Además, el país utiliza alrededor del 90% de su agua para la agricultura, en comparación con un promedio mundial del 69%.
La región de Azerbaiyán Occidental ha experimentado una disminución constante en las precipitaciones. Allí, uno de los lagos de sal sin litoral más grandes del mundo, el lago Urmia, se está reduciendo.
El crecimiento poblacional en muchas de las ciudades del país se traduce en mayores desafíos para el suministro de agua.
En Isfahan, la tercera ciudad más poblada de Irán, el río Zayandeh Roud solía fluir hacia la ciudad. Ahora sus aguas han mermado tanto que apenas llegan a ella.
4. Aumento de los divorcios
La tasa de matrimonios en el país aumentó significativamente después de 1979, pero disminuyó lentamente después de 2009.
Mientras tanto, la tasa de divorcios se ha cuadruplicado desde 1978.
5. Más mujeres en la educación superior
Desde la década de 1970, el acceso de las mujeres a la educación terciaria ha aumentado, pero su participación en la fuerza laboral sigue siendo baja.
En 1978, solo el 2,9% de las estudiantes se matricularon en la universidad. Para 2016 esta cifra aumentó a un 65,5%.
Sin embargo, aunque el acceso general a la universidad ha aumentado enormemente en los últimos 40 años para ambos sexos, actualmente el desempleo entre las mujeres es casi el doble que entre los hombres.
6. Menos cines y libros
Las facilidades para ir al cine también han cambiado en los últimos 40 años.
Antes de la revolución, se calcula que había 450 cines en el país.
En 2015, la agencia cultural de Naciones Unidas, Unesco, dijo que en ese momento había solo 380 salas en todo el territorio iraní.
Teniendo en cuenta el crecimiento de la población, esto significa que Irán pasó de tener un cine por cada 80.000 personas, a uno por cada 208.000.
Del mismo modo, en la década de 1980 el número promedio de copias impresas por título de libro fue de 7.000.
En los últimos años, este número se ha visto reducido a 200 copias.