Fue hasta hace dos décadas, una ciudad casi deshabitada, perdida en una estepa seca, polvorienta y helada.

Pero Astaná, la faraónica capital de Kazajistán, es ahora una de las ciudades más llamativas del centro de Asia, con una arquitectura salpicada de estructuras complejas y formas abstractas y caprichosas.

La temperatura en invierno allí suele rondar los -40 ºC, lo que la convierte en la segunda capital más fría del mundo, solo superada por Ulan Bator, en Mongolia.

Y es también la más joven del orbe: se fundó hace solo 21 años, cuando el presidente Nursultán Nazarbayev sorprendió con su decisión de construir una nueva ciudad que reflejara sus "ambiciones para el futuro".

Se dice que fue una capital hecha a su medida: de hecho, el nombre de Nazarbayev figuró entre los posibles candidatos para llamar a la nueva ciudad, aunque el propio mandatario lo desestimó.

Sin embargo, para muchos la urbe futurista llena de edificios en forma de pirámides, conos, esferas y curvas fue uno de los grandes símbolos de una larga era de casi tres décadas que este miércoles llega a su fin.

Y es que Nazarbayev, el exlíder soviético que ha sido el primer y único presidente en la historia de Kazajistán, renunció el martes de forma repentina al cargo.

Fue a través de un mensaje de televisión: dijo que había sido una decisión difícil, pero no explicó la causa. No obstante, aclaró que su renuncia era inmediata.

Así, desde este miércoles, un nuevo líder gobernará el noveno país más grande del mundo (el mayor que no tiene mar).

Kassym-Jomart Tokayev, el líder del Senado, que anteriormente se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores y primer ministro, actuará como presidente interino hasta el próximo periodo electoral, previsto para 2020.

Nazarbayev indicó que permanecerá frente a un consejo asesor del gobierno y que seguirá "junto a su pueblo" hasta el momento de su muerte.

Ya fue declarado en 2008 padre de la nación y una ley incluso protegerá su imagen "por los siglos venideros".

Mientras, su nombre seguirá honrándose en los aeropuertos, las calles, las escuelas y las plazas de todo el vasto y helado territorio nacional.

Pero sobre todo de Astaná, la ciudad que Nazarbayev hizo nacer en medio de la tundra.

La muda de la capital

Almaty, la ciudad más grande y populosa de Kazajistán, fue su capital por menos de un siglo.

La compleja historia de este país (habitado, primero, por tribus nómadas, luego parte del imperio ruso y, después, parte de la Unión Soviética) hizo que no tuviera una capital establecida hasta 1927.

Almaty fue la elegida por el poder soviético y, de hecho, sigue siendo el principal centro comercial y cultural del país, así como su ciudad más poblada y cosmopolita.

Pero en 1994, Nazarbayev anunció que la capital se cambiaría de lugar y cuatro años después, mudó toda la sede del gobierno a Astaná, en el norte del país, donde antes había un pequeña ciudad en medio de la estepa llamada Akmola.

La mandó construir prácticamente desde cero y convocó a renombrados arquitectos para diseñarla, desde el japonés Kisho Kurokawa, que fue su principal creador, hasta el británico Norman Foster.

Fue considerado uno de los proyectos de urbanización más caros del mundo.

Cuatro años más tarde, la riqueza petrolera del país permitió transformar las estepas polvorientas de Astaná en un paisaje salpicado por una arquitectura brillante y futurista.

Entre sus disímiles formas sobresalen más 118 edificios altos, algunos de más de 100 metros de altura, como la Torres Esmeralda de 54 pisos, o la distintiva carpa del centro de entretenimiento Khan Shatyr, de 150 m.

Pero su alcance no termina en la arquitectura: la ciudad se volvió en pocos años en uno de los centros para la cultura, el deporte y los negocios.

Hace dos años, Kazajistán venció a Bélgica para preparar la sede de la Expo 2017, una exposición internacional que sigue el modelo de la Feria Mundial que buscaba también poner los ojos del mundo en Astaná.

El nombre de la capital, de hecho, le fue dado también a un equipo de ciclismo profesional, patrocinado por el gobierno.

Desde 2012, Astaná se ha convertido además en un centro de negocios regional, con un promedio de un millón de personas que la visitan con fines comerciales.

El camino de Nazarbayev

¿Cómo una nación sumamente empobrecida durante la era soviética logró colocar una capital tan joven en el mapa de desarrollo de la región?

Sus críticos y seguidores coinciden en que fueron las políticas económicas de Nazarbayev, un exlíder soviético que se encargó de conducir su país a una economía de mercando.

Y es que desde su elección en 1991, el gobernante optó por cambios estratégicos en la economía que llevaron a redefinir el camino del país.

El mandatario promovió unas inusitadas reformas que eliminaron las barreras para la inversión extranjera, lo que ha supuesto unas ganancias de más de US$200.000 millones en inversión directa, según cifras oficiales.

Estableció, además, unas férreas política de control estatal, que pese a los cuestionamientos de sus opositores, convirtieron a ese país multiétnico, con más de 17 millones de habitantes y 131 nacionalidades, en una de las naciones más estables en una región afectada por la violencia étnica.

Desarrolló también una política exterior llamada de "múltiples vectores", que consiste, básicamente, en establecer relaciones comerciales con la mayoría de las naciones, independientemente de las alianzas políticas.

Esto explica sus estrechos lazos tanto con Estados Unidos como con Rusia y China o el bloque europeo.

Kazajistán es ahora una de las naciones exsoviéticas con más protagonismo en el campo político internacional, al punto de participar en el Consejo de Seguridad de la ONU y tener un fuerte programa de no proliferación de armas de destrucción masiva.

Pero no todo ha sido color de rosa: los críticos del gobierno señalan que los avances del país han estado también acompañados de un creciente deterioro de los derechos humanos y un culto a la personalidad de Nazarbayev.

Y para muchos de sus críticos, Astaná, no es solo el símbolo del nuevo país y de su progreso, sino también de la megalomanía, la ambición y la autocracia de su gobernante.

La capital futurista

En uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, la Torre Bayterek, hay un podio con una huella dorada de la mano del presidente incrustada en un atril.

Allí, se le pide a los visitantes que coloquen sus manos y envíen un mensaje al presidente al tocar su huella.

La escasa oposición de Kazajstán asegura que se trata de uno de los ejemplos más básicos de lo que pasa en realidad en el país.

Y es que, según sus opositores, Nazarbayev promovió la difusión de su imagen en bustos y pancartas, y su nombre se le ha puesto a centros comerciales, calles, plazas, edificios incluso, al aeropuerto internacional de Astaná.

Opositores que han salido del país han denunciado al mandatario en foros internacionales por silenciar la voz de la disidencia interna y por una supuesta "megalomanía" que lo lleva a promover el culto a su personalidad y ordenar decisiones cuestionables que implican a todo el país, como mudar a las estepas la capital.

De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, la "lucha por la sucesión" y el deterioro de la situación económica, dada la caída de los precios del petróleo y la crisis en Rusia, ha conllevado que la situación de los derechos humanos en Kazajistán se debilite considerablemente.

Ahora, con el nuevo gobierno y la incertidumbre sobre el rol de Nazarbayev muchos temen que el país se aventure a la incertidumbre.

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