El 22 de junio de 1983 Emanuela Orlandi le pidió a su hermano Pietro que la acompañara a la clase de flauta que tenía en la tarde.

Pietro se negó. Y es una de las decisiones que más se lamenta en su vida, porque esa fue la última vez que él y los otros seis miembros de su familia vieron a Emanuela.

Orlandi tenía 15 años y era una de cinco hermanos en una familia residente en la Ciudad del Vaticano, en Roma, debido a que el padre trabajaba como funcionario del microestado.

Su desaparición, después de que salió a aquella clase de música, ha sido una de las intrigas en la historia reciente de Italia y, sobre todo, uno de los misterios sin resolver que sigue resonando dentro de los muros vaticanos.

Tanto que este lunes se dio a conocer que una vez más el Vaticano reabrirá una investigación para determinar qué ocurrió con Orlandi.

Según la agencia de noticias Adnkronos, el fiscal del Vaticano, Alessandro Diddi, dijo que "todos los archivos, documentos, informes, información y testimonios" relacionados con el caso serán reexaminados para "no dejar piedra sin remover".

En los últimos años, la historia de la desaparición ha implicado a nombres de la mafia italiana y ha apuntado a escándalos sexuales dentro de la Iglesia Católica, entre otras presuntas vinculaciones.

Incluso la historia de la adolescente desaparecida ha sido objeto de un documental en la cadena de streaming Netflix, llamado "La chica del Vaticano"

Tanto Pietro Orlandi -quien ha liderado la búsqueda de su hermana- como los otros miembros de su familia aguardan resolver el misterio de su desaparición.

"Siempre sentimos que estábamos en el lugar más seguro del mundo", le dijo Pietro al diario británico The Guardian.

Pero las circunstancias en las que se dio la desaparición han dejado muchas preguntas abiertas en ese sentido, varias décadas más tarde.

Amante de la música

Emanuela era la cuarta hija del matrimonio de Ercole Orlandi y Maria Pezzano, quienes vivían dentro de las murallas del Vaticano debido a que Ercole trabajaba, de acuerdo a varios reportes, como funcionario del Palacio Apostólico.

Sus hermanos - Natalina, Pietro, Federica y Cristina- habían crecido en un apartamento que estaba ubicado dentro de la ciudad estado, que era, según ellos mismos relatan, como "vivir en un pueblo pequeño".

"Con la única diferencia que a las 9 de la noche se cerraban las puertas", explicó su hermana Natalina.

Dentro de ese ambiente familiar, Emanuela vivió una infancia como la de muchas otras niñas italianas, donde comenzó a desarrollar su amor por la música.

"Le gustaba mucho la música pop. Nos burlamos de ella porque le gustaba un artista muy conocido, Claudio Baglioni", le dijo Pietro a la BBC.

Baglioni era un cantante italiano que se había hecho famoso por canciones como Strada facendo.

Tal vez esa afición a la música fue lo que la llevó a aprender piano, a integrar un coro y dedicarse a la flauta.

De hecho, aquel 22 de junio de 1983, Emanuela salió de su casa para dirigirse a una lección de flauta que tomaba en la Escuela Tommaso Ludovico Da Victoria, ubicada en las afueras del Vaticano.

"Estaba ensayando para un espectáculo que preparaban para fin de año", recordó Pietro.

Pero, debido a las últimas palabras que cruzó con ella, su hermano Pietro todavía sueña con la posibilidad remota de que, de alguna manera, Emanuela todavía esté viva.

"Ella y yo teníamos una relación muy cercana. A los dos nos gustaba la música. Ella estaba tratando de enseñarme una pieza de Chopin, solo pasamos dos páginas y luego desapareció. Espero que algún día regrese para enseñarme el resto", le contó a la BBC.

Y por eso lamenta su último encuentro.

"La última vez que nos vimos en realidad no fue un recuerdo muy agradable", señaló.

"Tuvimos una pelea, porque ella tenía esa lección de música. Hacía mucho calor y me negué a ir con ella porque tenía algo más. Así que cerró la puerta y se fue, ese es el recuerdo final que tengo", dice.

"A menudo he pensado, ¿y si realmente hubiera ido con ella?".

"Trabajar para Avon"

Aquel día la joven no regresó a casa. Su hermana Maria Cristina notó que no había ido a un encuentro con amigos cercanos y cuando volvió a su casa preguntó si alguien la había visto.

Sobre las 21 horas comenzó la búsqueda. La única pista que tenía la familia era una llamada que había hecho Emanuela a la casa donde avisaba que alguien se le había acercado en un vehículo.

"Nos contó que se le había acercado alguien para ofrecerle vender productos Avon", recuerda su hermana Federica en el documental de Netflix.

Sin embargo, ni esa noche, ni las siguientes, volvieron a ver a Emanuela. De eso ya han pasado 39 años.

Y las teorías de su desaparición han sido variadas y algunas de ellas hasta insólitas.

Una de ellas señala que Emanuela fue secuestrada por la mafia italiana para exigir la devolución de un dinero que había pasado por el Banco Vaticano.

Sin embargo, tras años de insistencia por parte de Pietro y las hermanas de Emanuela, finalmente el Vaticano comenzó a involucrarse en el asunto.

En 2019, una carta anónima indicó que el cuerpo de Emanuela Orlandi estaba dentro de una tumba en el cementerio teutónico del Vaticano.

Específicamente dentro de la llamada Tumba del Ángel, donde estaban los restos mortales de la aristócrata alemana Sofía von Hohenlohe

El Vaticano accedió a que procediera con la exhumación del cuerpo y cuando los funcionarios abrieron la tumba no estaba el cuerpo de Emanuela, ni tampoco los restos de la aristócrata.

Sin embargo, tras la respuesta del Vaticano, la familia Orlandi siguió insistiendo hasta conseguir el anuncio de este lunes, en el que el papa Franciso delegó en el fiscal Diddi la investigación para aclarar lo ocurrido con la menor.

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