La muerte este martes de tres soldados ecuatorianos que realizaban labores de patrullaje cerca de la frontera con Colombia no fue para algunos una sorpresa.
Y es que el 27 de enero pasado un coche bomba explotó cerca del comando de policía de San Lorenzo, la pequeña capital del cantón del mismo nombre que desde entonces ha sido escenario de varios enfrentamientos y ataques.
Las autoridades ecuatorianas venían de asestarles algunos golpes importantes a los grupos armados dedicados al narcotráfico que operan a los dos lados de la frontera.
Y la gigantesca explosión -que afectó más de 100 viviendas y dejó decenas de heridos- dejó en claro que esos grupos no pensaban quedarse con las manos cruzadas.
"Se trató de un hecho inédito, que marca un hito diferenciador con lo que había ocurrido en el pasado (en la zona fronteriza)", asegura Daniel Pontón, el decano del Centro de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) de Ecuador, que tiene su sede en Quito.
"No significa que el conflicto colombiano o la violencia vinculada al narcotráfico no se hubieran hecho sentir antes (en el lado ecuatoriano). Pero el uso de explosivos de alto impacto contra un cuartel... Eso nunca había pasado", le dice a BBC Mundo.
El gobierno ecuatoriano respondió al atentado declarando el estado de excepción en los cantones de San Lorenzo y Eloy Alfaro e incrementado significativamente la presencia policial y militar en toda la zona. Y los episodios violentos también se multiplicaron.
Un primer tiroteo se reportó el 17 de febrero cerca de la comunidad limítrofe de El Pan y dos días después otro choque en esa misma zona de la provincia de Esmeraldas dejó al menos dos soldado heridos.
Y nuevos ataques con explosivos -en Borbón, el 16 de marzo y en Alto Tambo, dos días más tarde, cuando también se registró un nuevo cruce de balas en El Pan- sirvieron de antesala al ataque mortal de este 20 de marzo, que se produjo en la carretera que conecta a San Lorenzo con Mataje, la población más noroccidental de todo Ecuador.
La GAOR de "Guacho"
En esta ocasión fue un explosivo artesanal el que se cobró la vida de tres infantes de marina e hirió de gravedad a otros siete.
De estos, uno perdió ambas piernas como producto de la explosión y se encuentra en situación crítica, según reportes del diario ecuatoriano El Comercio.
Y tanto en la cobertura de ese diario como en la de los otros medios que han estado siguiendo la situación un nombre se repite: el de Walter Arisala Vernaza, mejor conocido como "Guacho", un exguerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de origen ecuatoriano.
"Guacho" también es buscado del otro lado de la frontera, donde se está ofreciendo una recompensa de 300 millones de pesos colombianos (poco más de US$100.000) por su captura.
Se lo describe como un disidente de las FARC que se apartó de esta organización a raíz del proceso de paz para formar un grupo criminal integrado por unos 50 hombres, aunque algunos estiman su fuerza actual en unos 250 efectivos.
Y la banda liderada por este experto en explosivos -bautizada con el nombre de "Frente Oliver Sinisterra" en honor a un fallecido cabecilla de las FARC- es un buen ejemplo del nuevo reto al que tienen que hacer frente tanto las autoridades ecuatorianas como colombianas luego de la desmovilización de la agrupación guerrillera.
En Ecuador a este tipo de disidencias se las conoce con el nombre de GAOR, es decir, Grupo Armado Organizado Residual.
Muchos de estos grupos reivindican objetivos políticos, pero tanto las autoridades colombianas como ecuatorianas los acusan de estar dedicados a actividades criminales, fundamentalmente el tráfico de cocaína.
Y la del "Gaucho" no es el único GAOR surgido luego de la desmovilización de la mayoría de los insurgentes colombianos, con las denominadas "Guerrillas Unidas del Pacífico" actuando en la zona más costera de la frontera.
"Situación difícil"
Efectivamente, la proliferación de este tipo de bandas ya había llevado a que en febrero el comandante del ejército ecuatoriano, general de división Edison Narváez, describiera la situación en la frontera como "difícil".
"(La situación) está bastante contagiada de los problemas que ha generado el proceso de paz de la República de Colombia", explicó en esa oportunidad el jefe militar, según declaraciones recogidas por Ecuadoradio.
Y Pontón coincide con el análisis.
"A mi juicio lo que está pasando en la frontera es que, a raíz del proceso de paz, se relajó el control que tenía el gobierno colombiano sobre las plantaciones de coca", explica el experto, quien recuerda que en los últimos años Colombia recuperó el título de mayor productor de la hoja que en 2012 le había arrebatado Perú.
"Y la mayor parte de los cultivos de coca ahora se encuentra en la frontera con Ecuador, en (los departamentos colombianos de) Putumayo y Nariño", destaca el profesor del IAEN, quien considera que eso ha convertido a la zona fronteriza en "el epicentro del narcotráfico mundial".
Según Pontón, ello ha generado una competencia por el control de la zona entre las nuevas GAOR y las viejas bandas criminales y de paramilitares.
Pero, además, esa pugna se está dirimiendo en un contexto de "anomia territorial" generado por la atomización de las FARC.
"Las FARC de cierta manera ejercían una labor de control en el lado colombiano y no les interesaba una confrontación con el ejército ecuatoriano", le explica el analista a BBC Mundo.
"Mientras que estas redes criminales no respetan territorio", contrasta Pontón.
"A capturarlos"
Por lo pronto, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, prometió seguir con las acciones militares y policiales, las que según el mandatario ya han permitido la incautación de armas, drogas e insumos por el orden de los US$600 millones en los últimos dos años.
"Acciones como estas continuarán y se profundizarán. Vamos a buscarlos, vamos a capturarlos y se van a arrepentir de sus acciones criminales", aseguró Moreno el martes.
Y, en su conferencia de prensa, el mandatario también informó que en estos momentos hay 12.000 efectivos desplegados en los poblados fronterizos con Colombia, tanto en la provincia de Esmeraldas como en las de Sucumbíos y Carchi.
Por su parte, en respuesta al nuevo ataque, el presidente colombiano Juan Manuel Santos pidió convocar inmediatamente a la Comisión Nacional Bifronteriza, para garantizar así una mejor coordinación de las acciones de ambos países.
Pero Pontón es de los que cree que, tal y como está planteada en la actualidad, la batalla contra el narcotráfico no es una que pueda ser ganada.
Y el analista cree además que las autoridades ecuatorianas todavía no han dimensionado adecuadamente la tarea.
"Ecuador se encuentra en medio de una guerra del narcotráfico de un calado mayor y me parece que el gobierno ecuatoriano no se ha dado cuenta de ello", es su conclusión.