"Hermosa Hyundai Santa Fe modelo 2003 recién llegada de USA", dice un anuncio del sitio de compraventa de Facebook.

El vehículo gris, de fabricación surcoreana y estilo todoterreno, "buenísimo, económico en gasolina", lo ofrece Ricardo por 47.000 pesos (unos US$3.330) en Tijuana.

En la misma ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos está a la venta una Jeep Cherokee, según otro aviso. Del 2015 y con 94.000km a cuestas, Mony le puso un precio más alto: US$9.500.

Es "importado", como también lo son el pick up Ford Sport Track del 2002 o el deportivo Ford Mustang del 2005 que ahora está esperando comprador en Rosarito, ciudad balneario del estado de Baja California, a unos 16km al sur de la frontera.

Son lo que en México se conocen como "autos chocolate" y constituyen un "mercado enorme", le dice a BBC Mundo Guillermo Rosales, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA).

"Un negocio que mueve millones de pesos".

¿Chocolate?

Lo de chocolate es una deformación de "chueco", torcido, irregular.

Hace referencia a que son modelos antiguos llevados ilegalmente de Estados Unidos a México ?sin el papeleo correspondiente ni haber pagado las tasas federales de importación?, donde se venden, aunque no tengan autorización para circular en el país.

"Nosotros preferimos decirle contrabando automotriz", dice Rosales.

"Porque se introducen de contrabando a través de la frontera, con todas las prácticas que ello implica y unas organizaciones especializadas detrás", que adquieren los vehículos en subastas en Estados Unidos a muy bajo precio, explica.

Aunque no siempre.

"En muchos casos son el fruto de los migrantes mexicanos que se fueron a EE.UU., se compraron un vehículo allá, volvieron a su país de origen en él y se lo dejaron acá a su papá, a su tío", le explica a BBC Mundo Carlos Iván Rodríguez, el dirigente de la Unión Nacional de Asociaciones Sociales y Civiles (UNO) de México, que está apoyando el proceso de regularización de los vehículos.

"Son un medio de transporte que, aunque usado, sigue estando en excelente estado para los mexicanos que lo necesitan para ir a trabajar, etcétera", prosigue.

Alberto Barrera-Enderle, profesor del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (CIESAS) y experto en la historia del contrabando de vehículos en la frontera noroeste de México, reconoce que es una práctica combinada, aunque las organizaciones que hoy operan "son células pequeñas y es más un fenómeno personal".

Décadas de práctica transfronteriza

El contrabando automotriz entre ambos países nació con la democratización del automóvil en las décadas de los 30-40, señala Barrera Enderle.

"La demanda de la clase media creció, también en México, pero la producción local no respondía a ella: había poco y caro. Así que para los estados de la frontera norte la mejor opción era traer los carros de Estados Unidos, el principal productor mundial. Había más modelos, más variedad, mejores precios", le explica a BBC Mundo.

"Así que empezaron a introducirse autos en México a través de la frontera, primero como operación hormiga y luego con la participación del crimen organizado. La porosidad de la frontera ayudó, y en paralelo empezó el auge del robo de autos en EE.UU. para traerlos a México", prosigue.

"Fue muy importante y un problema serio a nivel nacional y binacional incluso, pero aunque en los 80 se mantenía aún fuerte, ha dejado de ser el negocio tan atractivo que era para las bandas organizadas", dice.

"Hoy las grandes organizaciones del crimen organizado se alejaron, porque el público al que se dirigen estos autos es gente sin recursos que no puede pagar mucho por ellos. Antes quizá el mercado era gente rica, las élites, a las que les vendían autos de lujo. Ahora les resulta más lucrativo traficar con armas, migrantes, drogas, las principales mercancías de estos y que generan grandes ganancias".

Sean quienes sean, ahora, como al inicio del fenómeno, los que han adquirido estos autos los conducen hasta México a través de los pasos fronterizos.

Lo hacen camuflados entre los miles de conductores que a diario atraviesan la línea de control hacia el sur, de regreso del trabajo o la escuela, tras una jornada de compras o de los que llegan a visitar a familiares o hacer turismo.

"En esa dirección (de EE.UU. a México) apenas se revisan los autos y si se hace, es ahí donde puede entrar en juego la corrupción", apunta Rosales.

El gancho, el precio

Una vez en territorio mexicano, pasan a manos de familiares o se ponen a la venta.

Se anuncian en internet, en diarios locales, con carteles, a un precio entre 30 y 50% menos que el de los autos de segunda mano que se venden de manera regular.

Mientras una camioneta usada en el mercado formal puede costar más de 200.000 pesos (US$10.000), se puede adquirir una importada por menos de 140.000 pesos (menos de US$7.000).

"Esos precios son de gran ayuda para muchos y por eso los compran, aun sabiendo que entraron de forma irregular al país", señala Rodríguez, de UNO.

Con ese mismo gancho, Ricardo, quien ofrece la "hermosa Hyundai Santa Fe modelo 2003 recién llegada de USA", ha vendido hasta 450 coches, por lo que se puede contabilizar en su perfil del sitio de compraventa en Facebook.

"A pesar de constituir contrabando, no son compraventas que ocurren de forma oculta, en citas pactadas de forma clandestina. Se lleva a cabo de manera abierta, en lugares públicos como lotes baldíos, estacionamientos o calles que se conocen por el boca a boca", explica Rosales.

Es un secreto a voces. "Miren, ese es un chocolate", nos dijo el periodista Manuel Ayala cuando andábamos reporteando en el paso fronterizo de Tijuana-San Ysidro.

"En Tijuana es bien común el chiste de que todos conocemos a un tío que trae autos de Estados Unidos", nos contó.

La regularización

Por su misma naturaleza, se desconoce la cantidad exacta de "autos chocolate" que circulan en México, sobre todo en los estados de la frontera norte.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador estima la cifra en más de dos millones.

Y después de tres años de barajar la idea, se ha propuesto ponerlos en regla.

AMLO, como se conoce al mandatario, lo adelantó en su conferencia matutina, "la mañanera", del 13 de octubre.

"El fin de semana voy a firmar un acuerdo para regularizar los carros que ya están en México, carros irregulares que se van a regularizar porque se usan a veces para cometer ilícitos y no hay un registro", dijo.

En esa idea insistiría también el comisionado del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Leonel Cota Montaño, en unos comentarios a los medios: "En los estados del norte era muy reconocible que hay homicidios que se cometen en estos vehículos, (que) se abandonan a las cuantas cuadras. Y nos enfrentamos al hecho de que no existe dueño reconocido, no existe origen del vehículo. Para ellos (la delincuencia organizada) era operativamente muy normal hacer este tipo de práctica".

Pero AMLO se centró en otro aspecto: "Se va a dar un permiso, se les va a reconocer la posesión del vehículo. Y van a pagar una cantidad no excesiva, justa, porque también hay mucha gente que utiliza esos carros porque no tiene para comprar un carro de agencia y con esos carros llevan a sus hijos a la escuela y llevan a cabo sus actividades".

Ese fin de semana, de visita oficial en Baja California, aseguró que con la medida se podrán recabar hasta 1.300 millones de pesos (unos US$64 millones) solo en ese estado fronterizo.

El decreto para la regularización de "vehículos usados de procedencia extranjera" se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 19 de octubre.

Tras dos modificaciones, hoy por hoy permite a los ciudadanos de 12 estados regularizar sus "autos chocolate".

Solo se puede uno por persona, presentando un documento que acredite su propiedad y un manifiesto bajo protesta de decir la verdad firmado, tras pasar una sencilla examinación y pagar 2.500 pesos (unos US$125).

Deben ser modelos del 2016 o anteriores y se excluyen los de lujo, los deportivos y los blindados, tal como se aclara en la página del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Prevista en un principio hasta el 20 de julio, ya se amplió la vigencia de la medida hasta el 20 de septiembre.

Hasta el 6 de abril se habían regularizado 7.672 vehículos, según datos proporcionados a BBC Mundo por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Juan Sosa es uno de los que inició el proceso de regularización en Jiménez, un municipio del estado Chihuahua.

Es dueño de una pick up del 2001, una Chevrolet modelo Silverado, su segundo carro traído de EE.UU.

"Se lo compré a un cuñado que está radicado en California", le cuenta a BBC Mundo por teléfono.

"Lo quiero regularizar para transitar libremente por el estado y en el país si se puede".

Las críticas

Carlos Iván Rodríguez, de UNO, asegura que los ciudadanos han acogido bien la iniciativa, sobre todo porque la cantidad que deben abonar para poner en regla su vehículo traído de EE.UU. es "módica y accesible".

Sin embargo, cuando se enfrentan al proceso se encuentran con trabas de todo tipo: "Batallan para generar una cita en internet, para pagar, para localizar un punto al que acudir".

Además, los cambios introducidos al decreto original están generando cierta "incertidumbre, intranquilidad, hasta algo de desconfianza", explica Rodríguez, refiriéndose sobre todo a la eliminación de los agentes aduanales del proceso.

"Los vehículos regularizados en México no pueden circular en EE.UU. porque no se les da de baja a las placas de su lugar de origen, trámite que realizan tradicionalmente los agentes aduanales. Y si lo hacen ?y lo necesitan hacer muchos porque trabajan allá? los dueños de estos vehículos se enfrentan, por tanto, a ser multados", apunta.

Rosales, de AMDA, es más contundente al valorar el programa y lo tacha directamente de "fracaso".

"En lugar de servir como solución, ha servido como un factor que incrementa la introducción del contrabando", apunta, "y aumenta el parque vehicular obsoleto".

El representante de la industria advierte que estos automóviles, que antes se quedaban en mano de un solo dueño por no ser regulares, una vez emplacados podrán circular y comercializarse.

Con ello, "se transforma un problema de contaminación y seguridad focalizado en la frontera en uno nacional", e impacta a una industria, la automotriz, que apenas está alzando la cabeza tras el golpe de la pandemia, dice.

Mientras, los vendedores de "autos chocolate" ya se han ajustado a los nuevos tiempos.

"Hermosa Ford Sport Truck modelo 2002. Recién llegada en perfectas condiciones para regularizarse con el decreto", aclara Ricardo en su último anuncio subido al mercado de Facebook.

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