Más allá de poner en juego las 23 gobernaciones, las elecciones regionales en Venezuela de este domingo pueden marcar la decisiva cita presidencial prevista para dentro de un año.
Gobierno y oposición, enfrentados desde el triunfo del chavismo en 1999, llevan este domingo su pugna a las urnas tras más de dos meses de relativa calma después de una enconada disputa en las calles que dejó 120 muertos.
Es momento de elegir 23 gobernadores, pero los comicios son vistos por muchos como un plebiscito para el presidente Nicolás Maduro en medio de la severa crisis económica y política que vive el país, y a un año de las elecciones presidenciales.
"Las elecciones regionales son importantes para la oposición y para el gobierno. Influirán en la decisión del gobierno sobre si Maduro se presenta a la reelección y sobre el timing (momento) de las presidenciales", dijo la semana pasada en un foro en Caracas Michael Penfold, analista y experto en Economía Política.
Más allá de quién gobierna en el estado petrolero Zulia, en el minero Bolívar o en el codiciado Miranda, el domingo se darán respuesta a otras preguntas.
¿Podrá la oposición mostrar la mayoría que reflejan las encuestas y que ya evidenció en las parlamentarias de 2015?
¿Habrá un reparto equitativo de poder que permita al gobierno contradecir que es una minoría y que es dictatorial?
¿Se repetirán las denuncias de fraude que podrían aumentar las sanciones internacionales?
¿Serán los resultados la palanca para que unos y otros abran un verdadero proceso de negociación que resuelva el conflicto político?
Es el primer duelo electoral desde el triunfo opositor en 2015. El Consejo Nacional Electoral (CNE) suspendió en 2016 un proceso de revocatorio a Maduro. Y la oposición no participó en la elección del 30 de julio de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que ahora tiene un poder absoluto en el país y que decidió adelantar de diciembre a octubre unas elecciones regionales que deberían haberse realizado ya a final del año pasado.
Las regionales marcarán, por lo tanto, el futuro político inmediato del país.
¿Qué se juega el gobierno?
La ANC adelantó las elecciones, previstas para diciembre, en un momento en el que la oposición, tras cuatro meses de protestas en las calles, parecía agotada y vencida tras no haber podido evitar la Constituyente.
Parece pues un momento adecuado para minar el poder de un rival que logró un importante triunfo en las parlamentarias de 2015, por las que la oposición pasó a dominar el Parlamento.
Los meses de protestas tuvieron un costo internacional para el gobierno, así como la polémica elección de la Constituyente, en la que no participó la oposición.
Las sanciones de Estados Unidos, que habían sido individuales, se ampliaron para evitar que el gobierno emita más deuda. Canadá le siguió y se espera que la Unión Europea se sume la próxima semana.
La elección es una forma de desmontar los argumentos de que es un gobierno dictatorial.
"Debe saber el mundo que esta es la elección número 22 en 18 años", repitió el presidente Nicolás Maduro en los últimos días.
"Muy bien que el domingo vayan (los opositores) a votar, porque con su voto ellos mismos van a desmentir que hay una dictadura en Venezuela", dijo el vicepresidente, Tareck El Aissami.
En este sentido, el gobierno busca legitimar a la Asamblea Constituyente que domina. El presidente Maduro ha dicho que todos los gobernadores deberán jurar el cargo ante la ANC, algo que descarta una oposición que no reconoce al suprapoder.
Se da por seguro que el gobierno perderá gobernaciones, ya que en las regionales de 2012 logró el triunfo en 20 de los 23 estados.
Pero queda por ver cuánto poder cede. Algunas encuestas dicen que si la participación es alta, la oposición podría lograr hasta 18 gobernaciones.
"Ni siquiera al gobierno le conviene ganar todos los estados por la apreciación de fraude", dijo a BBC Mundo el economista y director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León.
"Si logra acercarse a entre 10-11 con algunos triunfos simbólicos sería el escenario perfecto para él", opina.
El gobierno demostraría así que el país está dividido a partes iguales y combatiría la imagen de autoritario que le dan la oposición y varios países.
"Sería como decir: la mitad del país aún es chavista, permitimos la pluralidad, no somos el monstruo que el mundo dice que somos", afirmó León.
La oposición ha denunciado la entrega de fondos públicos a los candidatos oficialistas y que el Consejo Nacional Electoral (CNE) está poniendo obstáculos, como la reubicación de electores en centros electorales o la no anulación en las tarjetas de votación de los candidatos que se retiraron tras las primarias con las que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) eligió candidatos unitarios.
Además, las denuncias previas de fraude del proveedor informático Smartmatic en la participación de la elección de la Constituyente el 30 de julio añaden más sombras.
Según el analista Penfold, si el chavismo lograra un buen resultado, se podría acelerar la elección presidencial. Si no, es posible que surjan dudas en torno al candidato.
El presidente Maduro apenas participó en campaña con sus candidatos. Un 75,5% de la población evalúa su gestión negativamente, según la última encuesta de Venebarómetro.
¿Qué se juega la oposición?
Más allá de una mayoría de gobernaciones, un aspecto clave será el número de votos totales. Será una manera de demostrar si la oposición es una mayoría, como lo evidenció en las legislativas de 2015, y si pasado el tiempo esa mayoría se ha agrandado o no.
Y esa lectura puede ser fundamental pensando en las presidenciales de dentro de un año.
Para ello, la oposición necesita un alto nivel de participación, por lo que ha buscado movilizar a sus seguidores y a todos aquellos que rechazan al gobierno en un momento en el que el desánimo cunde tras cuatro meses de protestas y por la instalación de la Constituyente, vista para muchos como una derrota.
Pero sus filas no han estado exentas de división, pues algunos sectores incluso criticaron el hecho de concurrir a las regionales al considerar que no son limpias.
Enfrente tiene un rival que ha aceitado durante 18 años su maquinaria electoral para hacer que sus seguidores acudan sin falta a emitir su voto.
"La elección es una oportunidad de resistencia, de rebanarle poder, entendiendo que no se está escogiendo un gobernador que va a resolver cosas de gestión, sino un político que lidere la lucha por el cambio de régimen y de gobierno", afirmó en una reciente entrevista con BBC Mundo el diputado opositor Miguel Pizarro.
Un triunfo que demuestre una mayoría clara reforzará la opinión de los aliados internacionales, que exigen diálogo y una salida electoral a la crisis que vive Venezuela.
Esos países ya han dicho que pase lo que pase seguirán sin reconocer la Constituyente y están atentos a un posible fraude que, de poder demostrarse, podría reactivar las protestas en la calle.
Un buen resultado para la oposición sería un importante argumento para regresar con más garantías a la mesa de diálogo, suspendida a la espera de lo que suceda este domingo.
"Las regionales le interesan a la oposición como mecanismo de presión a la negociación y a la solución del conflicto", apuntó el analista Luis Vicente León.
Y es que las futuras elecciones presidenciales podrían no ser competitivas para la MUD, que tiene inhabilitados a sus dos líderes más populares -Leopoldo López y Henrique Capriles-, los más aptos para un eventual triunfo ante Maduro u otro candidato del chavismo en 2018.
De ahí que este domingo Venezuela y muchos otros países del mundo están atentos a unas elecciones que definen mucho más que 23 nuevos gobernadores.