En sus primeros días de regreso a su casa, Leopoldo López hizo lo que no pudo en tres años y cinco meses en prisión: estar con su familia, ver televisión, revisar las redes sociales y mantener reuniones de cinco horas en las que habla de política pero también cuenta anécdotas de su vida en la cárcel.

El arresto domiciliario del carismático líder opositor le permitirá pasar tiempo con sus hijos, su esposa y su madre, pero también estar más presente en el conflicto político que vive Venezuela tras más de 100 días de protestas que han dejado más de 90 muertos.

Su salida de la prisión militar de Ramo Verde es quizás el único hecho público de posible acercamiento entre gobierno y oposición. Por ello, la expectativa es grande.

¿Qué pensará? ¿Habrá un cambio en la estrategia opositora? ¿Será un López diferente al que fue detenido 2014 y luego condenado por instigar a la violencia en unas protestas que al cabo de varios meses dejaron 43 muertos?

"Lo veo muy bien de ánimo", dice a BBC Mundo Roberto Marrero, abogado y amigo de López y compañero en la dirección del partido Voluntad Popular.

Marrero participó la tarde del lunes en una reunión de cinco horas a la que luego se incorporaron otros miembros del partido. Más allá de la política y del momento del país, López contó anécdotas. Por ejemplo, cómo aprendió a tocar cuatro, tradicional instrumento venezolano de cuatro cuerdas.

Marrero considera a López el "cerebro" del partido Voluntad Popular. "Y está intacto, fortalecido", agrega.

Según su familia, durante el confinamiento, López, de 46 años, leyó y escribió lo que pudo e hizo mucho ejercicio. Aunque aseguran que en el último mes en prisión perdió seis kilos, en su breve aparición sobre el muro de su residencia el sábado se le vio fuerte, pese a las canas.

Pero la única novedad no es el color blanco que asoma en su cabello y mentón. Los barrotes quizás hayan acelerado la madurez normal del paso del tiempo.

"Tiene ahora una capacidad de hablar cinco minutos con la gente y entenderlos más (?). Se dedicó a la contemplación. Está más sereno y más profundo. La cárcel lamentablemente es la universidad de los políticos en Venezuela", dice Marrero.

Un líder muy seguido

En la concentración del domingo en Caracas, un día después de su salida de la cárcel, algunos simpatizantes gritaron: "¡Leopoldo, presidente!".

Según la encuestadora Datanálisis, más gente identifica a Henrique Capriles, doble candidato presidencial, como el principal líder opositor. Pero a la pregunta de a quién votarían, López lo supera.

Hay tres elementos que explican el carisma de López, un hombre formado en una familia de clase alta y abolengo: su bien valorada gestión como alcalde del municipio de Chacao, el de mayor renta per cápita del país; su enérgica oposición al chavismo y la misma presencia en la cárcel, que todos los opositores consideran injusta, lo que genera simpatía y solidaridad.

Ese carisma revive ahora, aunque seguramente, como otros presos en arresto domiciliario, no podrá conceder entrevistas ni tener presencia pública ni desde su domicilio.

Pero, ¿cómo se va a traducir esa mayor presencia?

"Siempre ha dirigido su partido, pero ahora ya no mandará un mensaje el jueves y regresará un lunes. Ahora va a estar comunicado y va a influir favorablemente en el destino de esta crisis", dice Marrero, su amigo y compañero de tolda política, sobre los efectos prácticos del cambio de casa por cárcel.

Su paso a casa llega a pocos días de la consulta popular que la oposición plantea el domingo 16 en contra de la votación de la Asamblea Constituyente del día 30 promovida por el gobierno y rechazada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

La oposición teme que esa Constituyente se instale y cambie el modelo de Estado.

"La casa por cárcel de Leopoldo plantea una nueva realidad, en un momento especialmente delicado de la crisis política", dice a BBC Mundo Jesús "Chúo" Torrealba, quien hasta febrero fue secretario general y portavoz de la MUD.

"Fortalecido"

Torrealba cree que en este momento la oposición debe no sólo convocar las protestas que se prolongan más de 100 días, sino hacer un planteamiento político. Ese es el momento en el que López reaparece, aunque sea desde su casa.

"Sabemos a través de familiares y abogados que López ha hecho una reflexión profunda del país. El Leopoldo que sale de (la prisión militar de) Ramo Verde está mucho más fortalecido en su condición de dirigente político", afirma Torrealba, que en este momento pide "más estadistas que activistas".

López, enérgico y volcánico antes de entrar en prisión, puede ser el hombre que facilite una transición sostenible de unidad y conciliación que muchos ven como única opción para vencer al chavismo.

"Su voz es especialmente importante porque ha manifestado su admiración por Nelson Mandela y es la expresión de un liderazgo de puede hasta convocar a sus carceleros para la sostenibilidad del cambio", opina Torrealba.

El domingo, la esposa de López, Lilian Tintori, tendió la mano a los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, los oficialistas que han mantenido muchas conversaciones con el líder opositor en las últimas semanas y los que han promovido su salida de la cárcel.

¿Factor de división?

Pero en una oposición heterogénea y con muchos liderazgos, la presencia de López puede generar tensiones entre personalidades y egos.

"Quizás contribuya a ese fin, a esa transición, pero no sé qué tanto realmente: no sé si puede contribuir negativamente o beneficiar a la dirección política de la oposición", duda el politólogo John Magdaleno.

Muchos han achacado a López en sus años en la política ser egoísta, un rebelde y un factor de división.

No son luchas internas lo que necesita la oposición, según Torrealba, que no quiere un "mesías", sino un estadista.

¿Será López?

"Muy probablemente lo que este país está esperando de ese Leopoldo López, que sale con mucho apoyo, mucha capacidad de convocatoria y autoridad, no es que convoque a una marcha más", apunta Torrealba.

"Probablemente está esperando de un dirigente así el accionar y el discurso que permitan destrabar la crisis política venezolana y nos permita no asistir a un desenlace, sino construir una transición", añade.

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