"Las gallinas se mueren del calor. Las vacas se desploman de flacas porque no tienen pasto que comer y tenemos que ir a levantarlas. Ya no producen leche".

A Johnny Obando, el trabajo en su granja de Guanacaste, en el noroeste de Costa Rica, se le hace cada día más cuesta arriba.

Sobre todo ahora que el calor aprieta desde hace meses y las previsiones del tiempo no auguran lluvias hasta agosto.

"A veces uno sufre demasiado al ver un animal morir cuando ya uno no puede hacer nada y no tiene dinero para salvarlo", le dice a BBC Mundo.

Pocas zonas hay tan vulnerables en Centroamérica al cambio climático como el llamado Corredor Seco.

Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esta es una extensa área que corre paralela a la costa del Pacífico desde Chiapas, en México, hasta al occidente de Panamá, dejando tierras áridas también en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y parte de Costa Rica.

Se trata de un tramo de tierra de 1.600 kilómetros de largo y de 100 a 400 kilómetros de ancho que concentra el 90% de la población de Centroamérica y las principales capitales de esta región geográfica.

Y azotado por una serie de sequías cíclicas estrechamente relacionadas con el fenómeno de El Niño, el llamado Corredor Seco está más que familiarizado con los fenómenos climatológicos extremos provocados por el cambio climático.

Desde 1960 se ha registrado un incremento de la frecuencia y regularidad de estos fenómenos extremos, y la acumulación de sus efectos durante años también ha aumentando la pobreza de la zona.

La pérdida de una cosecha provoca que las familias no tengan cómo plantar la siguiente, con lo que la escasez se perpetúa.

Un desierto

En esta región el periodo seco abarca por lo general de enero a marzo.

Pero, este año, El Niño ha provocado una caída acumulada del 60% de las lluvias comparada con la media de la zona.

"Esto es como un desierto. Se está muriendo bastante ganado de sed y de falta de alimento. Normalmente en el mes de abril llegan las primeras lluvias, pero ya estamos en mayo y nada", explica el ganadero José María Zambrano, desde la provincia de los Santos, en el Arco Seco de Panamá.

La sequía está haciendo estragos en toda Centroamérica.

En abril de este año provocó incendios forestales en el norte de Guatemala y Honduras y contribuyó al secado de algunos ríos en Honduras.

La falta de lluvia también ha afectado incluso a la parte central de Nicaragua.

Junto con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), la FAO ha lanzado estos días una alerta sobre la extrema sequía y la inminente crisis alimentaria a la que se enfrentarán estos países a muy corto plazo.

Estos organismos calculan que, este año, han quedado destruidos más de la mitad de las cosechas de maíz y frijoles de los agricultores de subsistencia en el Corredor Seco centroamericano, dejándolos sin reservas de alimentos.

Y de los 1,9 millones de pequeños productores de granos básicos de la región, la mitad se encuentran en esta zona.

Una vez agotan sus reservas de alimentos, las familias recurren a estrategias de sobrevivencia consideradas de crisis o emergencia.

Según la FAO, el WFP y los gobiernos locales, hasta un 82% de las familias ha vendido sus herramientas de agricultura y sus animales para comprar comida.

A la familia de Johnny en 2 meses, casi la mitad de sus 355 gallinas han muerto por el calor. Dice que se ahogan.

"Si pudiéramos ponerles un cielo raso para protegerlas del calor, pero nosotros no tenemos plata para comprar un aislante", se lamenta.

El dinero que obtienen malvendiendo la madera de su terreno lo usa para comprar alimentos para su familia, le cuenta a BBC Mundo.

Hugo Hidalgo León, investigador y director del Centro de Investigaciones Geofísicas de la Universidad de Costa Rica, explica que las comunidades agrarias del Corredor Seco, especialmente en los países del norte -Guatemala, Honduras y El Salvador- el riesgo de que los campos se vuelvan áridos debido al calentamiento global es muy alto.

"Los efectos de eventos extremos como sequías e inundaciones afectan especialmente a las poblaciones con altos niveles de pobreza", dice.

Pobreza extrema

"El Corredor Seco es la región más densamente poblada de América Central, con una población de 10,5 millones de personas aproximadamente. Cerca del 60% de la población del Corredor Seco vive en la pobreza", explica el secretario ejecutivo de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), Salvador Ernesto Nieto Cárcamo.

La pobreza más severa se localizada en Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala y tiene especial incidencia en las zonas rurales.

"Los efectos de eventos extremos como la sequía y las inundaciones afectan especialmente a las poblaciones con los niveles más altos de pobreza, causan pérdidas en las actividades productivas (agricultura, ganadería y pesca), cambian las condiciones de vida y crean desigualdades en los distintos niveles territoriales", explica.

Anayantis Matarrita Reyes vive también en Costa Rica, en Santa Ana.

Cada mañana los miembros de su familia caminan un kilómetro para ir a buscar agua a una quebrada.

Tienen suerte porque la fuente no queda lejos de donde viven y los baldes que recogen les sirve para limpiar y cocinar en casa.

"Hay niños que se enferman de diarrea. En mi casa vivimos 10 personas", dice explicando que ya solo le quedan dos animales vivos en su pequeña explotación.

Migrantes

Tradicionalmente se ha considerado que la pobreza y la inseguridad eran las principales causas de la migración centroamericana, pero en los últimos años existe un incremento de las personas que huyen de los efectos del cambio climático.

"Esto lo están reconociendo las propias autoridades americanas al momento que llegan a la frontera", le dijo recientemente el director regional para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, Miguel Barreto, a la agencia EFE.

De hecho, el organismo internacional calcula que en los últimos cuatro años el 18% de las personas que se fueron de Guatemala lo hicieron por culpa de los efectos climáticos adversos, una cifra que se sitúa en el 14 % en Honduras y en el 5% en El Salvador.

Y Edwin Valdés un ganadero del Arco Seco de Panamá, cree que las autoridades no están respondiendo y que la situación es cada vez más desesperada.

"Hay que hacer una planificación. Tener programas de captación de agua como reservorios o represas", le dice a BBC Mundo en referencia a una de las reivindicaciones más antiguas de los productores de la zona.

Pero, para mientras, todo el Corredor Seco sigue sufriendo por la falta de agua.


* Este artículo fue elaborado para la versión digital de Centroamérica Cuenta, un festival literario que se celebra en San José de Costa Rica entre el 13 y el 17 de mayo.

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