Estados Unidos anunció un embargo económico sobre Venezuela, con la intención de poner fin al gobierno autoritario de Nicolás Maduro.
En una orden ejecutiva del 5 de agosto, el presidente Donald Trump dijo que las nuevas y severas sanciones -dirigidas a cualquier empresa o individuo fuera de Venezuela que haga negocios directa o indirectamente con el gobierno de Maduro- fueron una respuesta a la "continua usurpación del poder" del gobierno de Maduro y a los "abusos de los derechos humanos."
Todos los bienes del gobierno de Venezuela en EE.UU. ahora también están congelados.
Las nuevas medidas representan una escalada significativa respecto a sanciones previas, dirigidas principalmente a funcionarios del gobierno y a algunas industrias claves como el gas, el oro y las finanzas.
Pero mi análisis de la crisis política y económica de Venezuela sugiere que un embargo por sí solo no provocará la salida del poder de Maduro.
Estas son cinco razones que explican por qué.
1. La economía de Venezuela ya está quebrada
Los embargos son una herramienta de política exterior diseñada para presionar a gobiernos corruptos a cambiar su comportamiento cortándoles el flujo de efectivo.
Es demasiado tarde para hacer eso en Venezuela.
Después de años de mala administración y corrupción del gobierno de Maduro, la economía de Venezuela está en ruinas.
El PIB se ha contraído en más del 15% al año desde 2016. La hiperinflación alcanzó 10.000.000% en 2019.
El gobierno con problemas de liquidez de Maduro incumplió con sus bonos de deuda en 2017.
Este año, no ha podido realizar pagos por US$1.850 millones que el Deutsche Bank y el Citigroup le prestaron a Venezuela utilizando el oro como garantía. El gobierno de Venezuela está casi en bancarrota.
Pero como este declive económico ha ocurrido gradualmente (comenzó en 2014) los venezolanos ricos -especialmente los funcionarios de gobierno corruptos- han puesto su dinero en el extranjero, mayormente en mercados europeos.
Por ejemplo, según el diario The New York Times, venezolanos son dueños de cerca de 7.000 departamentos de lujo en Madrid.
Las sanciones de EE.UU. simplemente no pueden perjudicar a la clase gobernante venezolana de la misma forma que podrían haberlo hecho varios años antes.
2. El embargo deja intactos algunos flujos de efectivo
Las nuevas y duras sanciones de Trump a Venezuela no son un embargo comercial total como el embargo de Cuba, que ha aislado casi por completo a la isla de los mercados internacionales desde 1962.
Las importaciones y exportaciones con el sector privado -un mercado aún considerable a pesar de las políticas socialistas de Maduro- continuarán fluyendo libremente, al igual que las remesas enviadas por los venezolanos que viven en el extranjero.
Estas dos fuentes de ingresos son en dólares, que son mucho más estables y valiosos que la moneda local. Combinados pueden por un tiempo mantener a la debilitada economía venezolana a flote.
Un embargo incompleto, en otras palabras, no provocará un colapso completo de la economía.
3. Los pobres, no el gobierno, serán los más damnificados
Los venezolanos que tienen acceso a dólares -a través de remesas o ahorros guardados de antes de la crisis- están sobreviviendo. Pueden comprar comida, medicamentos y gasolina, y otros bienes para intercambiar.
Pero hoy día, la mayoría de venezolanos son tremendamente pobres. Según Naciones Unidas, el 90% de las personas vive en la pobreza. Esto es el doble de lo que era en 2014.
El sueldo mínimo venezolano de cerca de US$7 por mes no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una familia. Como resultado, la desnutrición se está expandiendo.
El año pasado, venezolanos reportaron haber perdido en promedio poco más de 11 kilos, y dos tercios dice irse a la cama con hambre.
La mayoría de los venezolanos depende del gobierno para comer. Sus entregas mensuales de alimentos y bienes básicos altamente subsidiados conocidas como CLAP son un salvavidas para los pobres.
Si el gobierno se queda sin dinero, los pobres son quienes lo sentirán más, no los funcionarios de gobierno y otros venezolanos con acceso a dólares.
4. China y Rusia todavía apoyan a Venezuela
Maduro tiene pocos aliados internacionales.
Cuando el gobierno de Trump lideró a principio de este año los esfuerzos para que se reconociera al líder Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela, 60 países se sumaron.
Pero China y Rusia continúan siendo los impulsores internacionales más poderosos de Venezuela y han rescatado a Maduro otorgándole a su gobierno préstamos masivos en el pasado.
Ambos países han vetado todos los esfuerzos de EE.UU. por pasar resoluciones en contra de Maduro dentro de Naciones Unidas.
5. ¿Te acuerdas de Cuba?
Los embargos rara vez producen un cambio de gobierno como el que Trump busca en Venezuela.
Piensa en Cuba, que este año celebró el 66º aniversario de su Revolución comunista, 57 años después de que el gobierno de John F. Kennedy le impusiera un embargo comercial en su contra.
El embargo cubano no acabó con el gobierno de Castro, alimentó el sentimiento antiestadounidense dándole a los Castro un chivo expiatorio para todos los problemas del país, y eso hizo que mejorara la popularidad de su gobierno.
Un embargo seguramente provocará el mismo efecto en Venezuela. Trump le ha dado a Maduro incluso más municiones para culpar a EE.UU. de las penurias económicas de su país.
Maduro ha estado, de todos modos, haciendo eso durante años. Ahora no estará completamente equivocado.
China ha explotado los vastos recursos naturales de Venezuela en su beneficio. Rusia ha hecho de la nación sudamericana un socio geopolítico estratégico en el hemisferio occidental, un aliado clave en sus esfuerzos por socavar la influencia estadounidense.
Es probable que ninguno de los dos países cumpla con un embargo económico a Venezuela.
Analistas esperan que continúen comprando petróleo, oro y otros productos valiosos del gobierno de Maduro, proporcionándole un dinero en efectivo muy necesario para su gobierno.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Aquí puedes leer la versión original en inglés. Marco Aponte-Moreno es profesor asociado de Negocios Internacionales y miembro de la junta del Institute for Latino and Latin American Studies, St Mary's College of California, EE.UU.