Hong Kong se encuentra ya en la undécima semana de agitación social con continuos brotes de violencia y huelgas que provocaron una gran alteración del orden público en los últimos días.
El gobierno de China ya criticó duramente a quienes participan en las manifestaciones, pero muchos se preguntan si, al final, Pekín acabará perdiendo la paciencia y decidirá tomar una acción más directa.
Pero ¿qué opciones legales tiene China para poder intervenir en esta región administrativa especial?
¿Podríamos ver una actuación militar de Pekín en Hong Kong para reprimir estas protestas antigubernamentales que reclaman más democracia y mayor autonomía respecto a China?
¿Podría China enviar al ejército?
La Ley Básica -lo más parecido a una Constitución que hay en Hong Kong desde que Reino Unido devolvió el territorio a China en 1997- es muy clara al respecto.
La intervención militar china sólo puede ocurrir a solicitud del gobierno de Hong Kong y para el "mantenimiento del orden público y asistencia humanitaria".
La mayoría de analistas opinan que sería casi impensable que incluso un gobierno de Hong Kong altamente "pro-Pekín" quisiera que eso sucediera.
Consideran que la imagen de tropas chinas marchando por Hong Kong reprimiendo las protestas democráticas, pese a que no usaran fuerza letal, serían desastrosas para la reputación del territorio, arriesgarían la desestabilización de la economía y causarían indignación internacional.
El Ejército de Liberación Popular (ELP) tiene unos 5.000 efectivos acantonados en Hong Kong desde el traspaso.
Adam Ni, investigador de la Universidad Macquarie de Sídney, Australia, le dijo a la BBC que la Guarnición del Ejército Popular de Liberación de Hong Kong -una guarnición del Ejército Popular de Liberación de China, responsable de los deberes de defensa en la región- es "relativamente de bajo perfil" y mucho más "una presencia simbólica de la soberanía de China".
Pero el 31 de julio, la guarnición rompió su silencio durante las protestas divulgando un video que incluía imágenes de soldados gritando en cantonés: "Todas las consecuencias son a su propio riesgo".
En el video se veía a los soldados avanzando contra los manifestantes. En una escena, la policía sostenía una pancarta con las palabras "Alto a la carga o usaremos la fuerza", una advertencia comúnmente utilizada por la policía en Hong Kong en el marco de disturbios.
El video se interpretó como una señal de cómo podría responder China, de ser necesario.
Ben Bland, investigador principal del Instituto Lowy en Sídney, le dijo a la agencia AFP que China parecía estar jugando con la amenaza de una intervención "para intentar asustar a los manifestantes".
Hasta ahora, la principal oficina de política china en Hong Kong declaró que tiene completa confianza en la policía para lidiar con los disturbios.
Pero el portavoz Yang Guang también advirtió que "aquellos que juegan con fuego morirán quemados", y los manifestantes no deberían "confundir la mesura con debilidad".
Según Adam Ni, el riesgo político -tanto interno como externo- para el gobierno de China de una intervención militar es demasiado grande y podría, inclusive, empeorar la crisis.
"Cualquier respuesta militar, a menos que fuera una fuerza abrumadora, generaría más resistencia", le dijo a la BBC.
¿Puede China intervenir políticamente?
Se podría decir que China ya ha efectuado una serie de intervenciones políticas y, de hecho, estas han sido uno de los factores que motivó las recientes protestas.
El Consejo Legislativo de Hong Kong, también conocido como el Parlamento, está sesgado a favor de Pekín y en 2017, a pesar de enormes protestas, promulgó una ley que estipulaba que los candidatos a la jefatura ejecutiva tendrían que tener previa aprobación de un comité que se muestra mayoritariamente a favor de China.
La persona ganadora, que también debe recibir la aprobación del gobierno central de China, es quien escoge los ministros.
La persona elegida como jefa ejecutiva en 2017 fue Carrie Lam. Ella presentó el ahora moribundo proyecto de ley de extradición que desató las nuevas protestas y convirtiéndola en el foco de la ira de muchos manifestantes.
El profesor Dixon Ming Sing, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, dijo que Pekín ha "hecho mucho para mostrar su poder... rechazando de manera obstinada la dimisión de Carrie Lam y no permitiéndole retirar formalmente el proyecto de ley".
"¿Si Pekín quiere que ella renuncie, podría hacerlo? Absolutamente", explicó. "Pero creo que Pekín no quiere que eso suceda porque quiere demostrar que no puede ser manipulado por la opinión pública".
Naturalmente, aunque Lam abandonase el cargo, su reemplazo también tendría que tener el apoyo de Pekín.
Y ha habido otras medidas políticas en Hong Kong en años recientes que dejaron claro que las autoridades en el territorio están listas a contrarrestar sentimientos contrarios a Pekín.
Estas incluyeron la descalificación de parlamentarios de la oposición que no prestan correctamente el juramento de lealtad y una propuesta de ley que prohíbe faltarle al respeto al himno nacional chino, entre otras.
¿Podría China actuar contra activistas específicos?
Las protestas se desataron en torno al proyecto de ley de extradición, cuyos críticos temían que hubiera podido ser utilizado por China para trasladar a los activistas políticos a territorio continental donde muy seguramente serían condenados.
Carrie Lam ha declarado el proyecto de ley extinto, pero aún sin este, varios reportes de China ignorando leyes similares para detener a ciudadanos de Hong Kong tiene a los manifestantes preocupados.
Gui Minhai, que administraba una librería en Hong Kong donde se vendían libros críticos con el gobierno chino, es uno de los casos más destacados. Desapareció en Tailandia en 2015 y apareció después en China, donde fue detenido acusado de un accidente de auto mortal ocurrido en 2003.
Un tribunal en China lo sentenció a dos años de prisión. Fue liberado en 2017 pero supuestamente detenido de nuevo el año siguiente cuando viajaba en tren por China. No se ha vuelto a saber de él.
Aunque los activistas no tuvieran miedo de ser arrestados, muchos podrían estar temerosos de las repercusiones que pueda haber hacia sus familiares que viven en China continental.
A pesar de los temores de una intervención directa en Hong Kong, la herramienta más efectiva de Pekín para calmar la agitación probablemente resultará ser una sutil y potente medida económica.
Hong Kong es un poderoso generador económico y así se ha mantenido desde el traspaso, en parte por el estatus especial del que ha gozado bajo los acuerdos firmados con Reino Unido. Pero ciudades en China continental como Shenzhen y Shanghái ya se pusieron rápidamente al día en esta área desde 1997.
Por ello, si Hong Kong continúa desafiando la autoridad de Pekín, ese gobierno podría continuar desviando la inversión y comercio hacia el continente, apretando la economía de Hong Kong y forzándolo a ser más dependiente de la buena voluntad de Pekín.