La relación tirante entre parte de los medios de comunicación y la realeza británica no es nueva.

Ya a finales de los 90, la madre del príncipe William y Harry, Diana Spencer o simplemente Lady Di, se quejaba en una reveladora entrevista con la BBC sobre el acoso de la prensa, mientras estaba casada con el príncipe Carlos y después de divorciarse de él.

Diana murió a los 36 años en un accidente de tráfico en París mientras escapaba de los paparazis, en 1997.

El fin de semana pasado, se emitió un documental en la televisión británica en el que el príncipe Harry y su esposa, la exactriz estadounidense Meghan Markle, revelan lo difícil que es para ellos enfrentar el asedio de la prensa, además de lo duro que está siendo para Markle soportar las presiones tras convertirse en miembro de la familia real.

En el documental, el príncipe Harry también llegó a desvelar que se había distanciado de su hermano, William.

"Ciertamente estamos en diferentes caminos en este momento", dijo sobre su familiar.

Sus declaraciones dejan entrever un cambio que, según el periodista especializado en asuntos reales de la BBC, Jonny Dymond, es "irreparable".

Aquí explica por qué.


"Para la gente común como tú y yo", me dijo recientemente un funcionario del Palacio de Buckingham, "hay dos asuntos cruciales: muerte e impuestos".

"Para ellos -en referencia a la realeza- hay muerte, impuestos y medios de comunicación".

Mientras las aguas vuelven a su cauce tras una de las entrevistas más reveladoras desde que la princesa Diana hablara con la BBC en 1995, esa es aún la realidad con la que Harry y Meghan, y el resto de la familia real, tienen que convivir.

Tal vez la entrevista difundida en el documental fue un momento de liberación para Harry y Meghan, una oportunidad para contarle al mundo sobre su infelicidad: la presión que ella ha sentido, la ira de él por lo que ve como una campaña periodística contra su esposa, la batalla del príncipe por su salud mental, la falta de apoyo que siente ella del resto del Palacio.

Tal vez fue una apuesta para ganarse la simpatía del público, un intento de eludir el filtro de los periódicos que Harry desprecia tanto.

Pero lo desconcertante es lo que la pareja pensó que lograría en el mediano plazo. Y eso parece más un triunfo de las tácticas que de la estrategia en sí.

Las cámaras y las luces no desaparecerán ahora que Harry dijo que éstos le recuerdan la peor parte de la vida de su madre.

Los columnistas de los diarios, que han criticado duramente al duque y la duquesa durante tantos meses, no van a cambiar su forma de ser porque Meghan diga que los periódicos más vendidos de Reino Unido no fueron justos con ella.

Y el escrutinio sobre la pareja, que ha mostrado cierto grado de "digo una cosa pero hago otra", no va a desaparecer. De hecho, probablemente aumentará.

Porque estas entrevistas son un arma de doble filo.

Le dan a los participantes una oportunidad para presentar su caso al público. Pero también dan a los críticos de la pareja un blanco claro.

¿Cómo pueden ahora Harry y Meghan pedir privacidad y moderación en temas como su salud mental o su bienestar cuando salieron en televisión nacional y hablaron de ello con un amistoso entrevistador?

Es por ello que cualquier asesor real con experiencia al que hubieran consultado habría pedido extrema precaución, cuanto menos.

Y es eso por lo que había tanta preocupación por la entrevista entre otras partes de la familia real.

Una fuente muy cercana a lo ocurrido le dijo a la BBC que William estaba "furioso" con Harry. Otra fuente próxima al príncipe William dijo que eso no era lo que tenía entendido. Pero fuera cual fuera la reacción inmediata, también habrá habido desconcierto.

Una de las formas en que los hermanos se han diferenciado es en su actitud hacia los medios.

William entiende que los periódicos, la radio y la televisión son una parte muy importante en hacer llegar su mensaje a la población.

Harry no puede superar su odio por las personas y las instituciones a las que culpa por la muerte de su madre, Diana, la princesa de Gales. Él se enoja con la prensa, en particular con los periódicos más vendidos.

La relación entre William y Harry ha cambiado irreparablemente.

Y todo apunta a que, dada la separación de los hogares y de la fundación benéfica (a su nombre), y el establecimiento de equipos de comunicación y actividades separadas, las relaciones se agriarán aun más.

Así es como funciona cuando tienes personal y objetivos diferentes. Tienen roces.

Dos días después de que se emitiera la entrevista, los duques de Sussex contraatacaron: una fuente no identificada hablando en nombre de ellos o cercana a la pareja claramente infeliz habló con CNN.

Además de sugerir que el alboroto por la entrevista fue algo armado, realizó una crítica contra el Palacio y un desaire hacia la Familia Real que habría venido de uno de sus empleados más cercanos.

"Ecos de los años de Diana y Carlos"

La fuente le dijo a CNN "que la institución que rodea a la familia real británica está llena de personas temerosas e inexpertas en cómo ayudar a aprovechar y desplegar mejor el valor de la pareja real".

La fuente dijo que Harry y Meghan "han modernizado la monarquía por sí solos".

La BBC pidió reiteradamente hablar con la secretaria de comunicaciones de la pareja, Sara Latham, pero no recibió respuesta.

Una amiga de Latham le dijo a la BBC que los comentarios que defendían a Harry y Meghan, y que criticaban al Palacio, no provenían de ella.

Las guerras de comunicación rara vez se ganan. Continúan de forma humillante, cada lado cayendo aun más bajo con cada respuesta. Y la monarquía cae con ellos.

Los ecos de los infelices años de Diana y Carlos son fuertes, cada vez más fuertes.

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