La primera mosca, una mosca de la fruta de Queensland, apareció en un jardín suburbano de Auckland, Nueva Zelanda, el 14 de febrero. La segunda, una semana más tarde en el sur de la ciudad.

Y, entre ambas, han generado tanto revuelo y preocupación que el ministro de Bioseguridad del país se ha visto forzado a interrumpir una visita a los Emiratos Árabes Unidos y Egipto para hacer frente a la situación.

Lo que ocurre es que aunque se trate tan solo de dos insectos, estos tienen el potencial de poner en riesgo la multimillonaria industria hortofrutícula del país, cuyos productos se exportan a más de 120 países (las exportaciones de kiwi, apodo con el que se conoce en el extranjero a los neozelandeses, por ejemplo, generan ganancias de más de US$1.000 millones al año).

La mosca de la fruta Queensland puede arruinar una variedad de cultivos, dejándolos incomibles.

Según señala la radio local RNZ, el 80% de los cultivos hortofrutícolas son vulnerables a los ataques de la mosca de la fruta Queensland.

Por otro lado, si se produjera un brote, esto podría resultar en la imposición de restricciones a las exportaciones, lo cual supone un duro impacto económico.

En todo caso, el Ministerio de Industrias Primarias aclaró que por el momento no hay un brote de moscas de la fruta ni tampoco evidencia de que esté gestándose una población de estos insectos.

Estrategia

Para lidiar con la amenaza, las autoridades desplegaron 2.000 trampas para moscas,

Más de 80 personas del personal de bioseguridad están trabajando en las zonas afectadas, y se ha distribuido información traducida en una serie de lenguas locales advirtiendo sobre la situación y qué se debe hacer si se avista una mosca.

También se han establecido áreas controladas, donde están restringidos los movimientos de frutas y vegetales.

Según el ministro de Bioseguridad, Damien O'Connor, el mecanismo para eliminar a las moscas de la fruta es el que tienen "mejor aceitado".

"Nos ha ocurrido en el pasado varias veces y en cada ocasión nos hemos liberado con éxito de esta peste", aseguró el funcionario.

Por otro lado, las autoridades investigan cómo pudieron haber entrado las moscas pese a los estrictos controles de bioseguridad de la isla.

Esta insecto, no obstante, es difícil de frenar en la frontera ya que que puede llegar en forma de huevo o en pequeñas larvas escondidas dentro de la fruta, explica la página de bioseguridad del gobierno de Nueva Zelanda.

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