El salto de la senadora y abogada Kamala Harris a la posición de favorita entre los demócratas que aspiran a enfrentar al presidente Donald Trump en 2020 ha subrayado el resurgimiento del poder político de su estado natal.

La senadora de California es una de las principales candidatas para obtener la nominación presidencial demócrata de cara a las próximas elecciones.

Otra congresista de California es presidenta de la Cámara de Representantes.

El nuevo gobernador de California es un joven progresista que promete ofrecer una alternativa a la "corrupción e incompetencia" de la Casa Blanca de Donald Trump.

El llamado "Golden State" (Estado dorado) se ha vuelto sólidamente demócrata, y sus políticos están flexionando sus músculos en el escenario nacional. Pero esta oportunidad de oro no viene sin riesgo para la causa progresista.

Grandes vaticinios para Harris

El inicio de una campaña es una demostración de fuerza política. Es una oportunidad para demostrar que el atractivo de un candidato existe más allá de artículos de opinión, párrafos en un informe sobre recaudación de fondos o clics en una publicación en redes sociales.

Nada acentúa el potencial de éxito en las urnas como una multitud de personas que aclaman a un candidato.

El domingo, en una cálida tarde en una plaza pública en Oakland, California, Kamala Harris logró justamente esto, convocando a aproximadamente 20.000 personas cuando lanzó oficialmente su candidatura presidencial.

"Estas no son épocas normales y esta no es una elección normal, pero este es nuestro Estados Unidos de América", dijo la senadora de California. "Lo que está en juego no es el liderazgo de nuestro partido y de nuestro país. Es el derecho al liderazgo moral de este planeta".

Su discurso, transmitido en vivo por los noticieros estadounidenses, estaba dirigido a una audiencia nacional.

Prometió brindar atención médica universal y guarderías infantiles, una universidad libre de deudas, un recorte de impuestos para la clase media y laboral y un sistema de inmigración que da la bienvenida a refugiados y proporciona a algunos inmigrantes indocumentados un camino hacia la ciudadanía.

La elección de Oakland, una ciudad del norte de California, del otro lado de la bahía de San Francisco, como lugar para lanzar su campaña, no fue casual para esta mujer que lleva apenas dos años de su primer mandato en Washington.

Aquí es donde nació Harris, hija de inmigrantes de India y Jamaica. También es donde primero ocupó un cargo público, como fiscal adjunta de distrito.

Oakland, señaló la senadora, es donde se presentó ante un juez como fiscal por primera vez y dijo "cinco palabras que guiarían mi vida": "Kamala Harris, para la gente".

Es una frase que ha adoptado como su eslogan de campaña.

Harris continuaría ascendiendo de rango, primero como fiscal de distrito de San Francisco y luego como fiscal general de California, antes de dar el salto al Senado.

"Es emocionante ver a alguien de California, del área de la Bahía, postularse para presidente", dice Danny Marquis, una dentista de San Francisco que llevó a su hijo de 11 años, Gabe, al evento de lanzamiento.

"Ella representa algunos de mis valores, alguien que es fuerte, que ha vivido y que ha recorrido el camino en el que estoy en este momento, que luchará y representará a personas como yo".

Ajay Bhutoria, un consultor de negocios de Fremont, California, que formó parte del comité nacional de finanzas para la campaña presidencial de Hillary Clinton, en 2016, dijo que la concurrencia del domingo muestra cuán desesperadas están las personas por el cambio.

"California es el líder en innovación y hoy están enviando un mensaje", afirmó. Agregó que, si bien sigue manteniendo una actitud abierta respecto de a quién apoyará, Harris es una "gran candidata".

El potencial de la senadora estaba siendo proclamado a nivel nacional incluso antes del coreografiado lanzamiento del domingo frente a sus simpatizantes de su ciudad natal.

La presentadora liberal de noticias por cable Rachel Maddow dijo recientemente que Harris tenía una "buena oportunidad" de ser la candidata demócrata en 2020.

Un análisis en el sitio de pronóstico de elecciones fivethirtyeight.com dice que "se la ve más fuerte que cualquier otro posible candidato".

El columnista del New York Times David Leonhardt escribió un artículo titulado, sencillamente: "Kamala Harris, una favorita".

Dado el tamaño del campo y el hecho de que el primer concurso de nominaciones está a más de un año, este tipo de predicciones son riesgosas. Después de todo, a estas alturas en 2015 muchos republicanos estaban ocupados colocándole a Jeb Bush la corona de su partido.

Sin embargo, el consenso es que Harris está a la cabeza del grupo, y una de las principales razones de ello es California.

El estado es una base de recaudación de fondos casi sin paralelo. En las 24 horas posteriores al anuncio de Harris, ella reportó US$1.5 millones en donaciones, rompiendo un récord establecido por el senador Bernie Sanders en 2016.

El año pasado, su comité de campaña y organizaciones relacionadas con la recaudación de fondos recaudaron más de US$23 millones, con contribuciones de seis cifras de individuos asociados con el gigante del entretenimiento WarnerMedia, la Universidad de California, la Agencia de Artistas Creativos, basada en Los Ángeles, y la empresa matriz del gigante tecnológico del área de la Bahía, Google.

Un mes de oro

Harris puede estar buscando el primer premio, pero su anuncio presidencial fue solo la culminación de un mes que empujó al estado de California firmemente al centro del escenario nacional.

Comenzó con la congresista de San Francisco Nancy Pelosi, quien regresó como presidenta de la Cámara de Representantes después de ocho años en el desierto político.

No tardaría mucho en demostrar cuánto poder tiene ahora, enfrentando al presidente durante la batalla de 35 días en torno al financiamiento del muro fronterizo que llevó al consiguiente cierre del gobierno.

En noviembre pasado los demócratas obtuvieron 40 escaños en la Cámara, siete de ellos de California, principalmente del condado de Orange, un suburbio de Los Ángeles considerado durante mucho tiempo sólidamente conservador.

La impopularidad de Trump en California esencialmente evisceró al socialmente moderado y pro-empresariado Partido Republicano del estado, que en el pasado impulsó a Richard Nixon y a Ronald Reagan al éxito presidencial.

"Había una vieja cita de Reagan que decía que 'soy del gobierno y estoy aquí para ayudar' era una de las frases más aterradoras", dice Bill Whalen, miembro de la institución conservadora Hoover, de la Universidad de Stanford.

"Esas palabras ya no asustan a la gente en California".

Por primera vez, el estado más grande de EE.UU. -tanto en términos de personas como de músculo económico- habla casi en su totalidad con una sola voz política.

Y el mensaje que está enviando contrasta con el conservadurismo al estilo Trump que ha dominado la conversación nacional durante los últimos dos años.

Pocos días después de que Pelosi usara su martillo para inaugurar una Cámara de Representantes controlada por los demócratas, voló hacia el oeste para tener un asiento de primera fila en la investidura del nuevo gobernador electo de California, Gavin Newsom.

Bajo las tiendas de campaña erigidas para protegerse de la lluvia en la capital del estado, en Sacramento, el ex vicegobernador de California y exalcalde de San Francisco, de 51 años, tuvo su momento en el foco de atención.

Usó su discurso inaugural para arremeter contra la "corrupción e incompetencia" de la Casa Blanca y posicionar a su estado como el contrapeso liberal del EE.UU. de Donald Trump.

"El país nos está mirando", dijo. "El mundo nos está esperando. El futuro depende de nosotros. Y aprovecharemos este momento".

Fuera de las tiendas, el espíritu de Newsom era contagioso.

"California es la resistencia a la administración de Trump", señaló la maestra de escuela de San José Andrea Reyna. "Somos la quinta economía más grande del mundo al tener líderes fuertes que son voces por la igualdad y por la libertad. Nos da un privilegio y, por lo tanto, la responsabilidad de tomar la iniciativa".

El boom de California

Esta idea de la obligación especial que tiene California de ser un bastión progresiva impregnó la ceremonia inaugural en la capital del estado.

"Como todo el mundo ha señalado, California ha sido el lugar donde la experimentación de políticas ha generado resultados asombrosos", dice Jennifer Granholm, exgobernadora de Michigan que ahora enseña en la Universidad de California, en Berkeley, y fue maestra de ceremonias de la investidura de la teniente gobernadora del estado.

"Este es el momento de California para brillar".

Es difícil disputar esa afirmación en este momento ya que California, y los demócratas en el poder, están en alza.

El estado ha sido el motor de la expansión económica récord de EE.UU. y representa una quinta parte del crecimiento económico de la nación desde 2010.

En 2017, su Producto Interior Bruto (PIB) creció un 4,7%, más del doble que la tasa nacional.

El ingreso per cápita está aumentando más rápido que en cualquier otro estado y el presupuesto estatal tiene un superávit de miles de millones de dólares, lo que le da a Newsom la flexibilidad para promulgar nuevos programas sociales.

"Piense en todo lo que los demócratas quieren hacer en Washington pero no pueden: atención médica universal, más derechos, más reglas, más regulaciones, sin la reacción adversa de un partido de la oposición o del público", dice Whalen.

"California es realmente el sueño demócrata en ese sentido y la administración de Newsom está poniendo a prueba ese sueño".

En su discurso inaugural, el nuevo gobernador habló, de hecho, sobre los sueños, definiendo sus prioridades progresivas como el "sueño californiano": buenos empleos, educación de calidad y una jubilación cómoda.

"No hacerse rico rápido o ser estrella de la pantalla grande, sino trabajar duro y compartir las recompensas", dijo Newsom. "Dejar un futuro mejor para nuestros hijos".

Después del discurso, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, quien está contemplando su propia campaña presidencial, amplió los pensamientos del gobernador.

"Ciertamente la gente sueña en otros estados, pero nadie habla sobre el sueño de Missouri o el sueño de Alabama", dice. "Este es un lugar único que casi todo el mundo conoce, incluso si nunca han estado aquí. Sienten que California es a la vez una idea y un lugar".

Reforzando el choque ideológico entre la política de California y la administración de Trump, solo unos días después de la inauguración de Newsom el presidente arremetió contra el estado a través de Twitter, amenazando con retener los fondos de socorro para las víctimas de la reciente ola de incendios forestales en el estado "a menos que pongan las cosas en orden".

Edad de oro para los demócratas

Que los demócratas de California sueñen en grande y vean a su estado como un ejemplo para el resto de EE.UU. -e incluso para el resto del mundo- podría parecer, de alguna manera, inevitable.

El estado más grande de EE.UU., dirigido por progresistas bajo políticas progresistas, parecería estar destinado a producir políticos ambiciosos de llevar el éxito local al resto del país.

Sin embargo, esta sensación de inevitabilidad es algo relativamente reciente.

"California es un lugar gracioso", dice Jim Newton, profesor de UCLA y exreportero de Los Angeles Times. "No hace mucho era un lugar consistentemente republicano. Esta noción de que es un sólido bastión demócrata es un fenómeno relativamente nuevo".

La toma de posesión de Newsom, de hecho, marcó la primera vez desde la década de 1870 que dos demócratas ocuparon consecutivamente la mansión del gobernador de California.

Y Harris es la primera política de California que busca la nominación presidencial demócrata en un cuarto de siglo.

Parte de la razón de esto es generacional. Jerry Brown, gobernador de California durante los últimos ocho años, superó los 70 años durante su segundo período en el cargo, y ya había cumplido dos mandatos en la década de 1970 y principios de los 80.

Se postuló a la presidencia tres veces: en 1976, 1980 y 1992, y sus ambiciones nacionales se debilitaron hace mucho.

Dianne Feinstein, la senadora con mayor antigüedad del estado, tiene más de 80 años y la predecesora de Harris, Barbara Boxer, nunca mostró interés en una candidatura a la Casa Blanca.

Con un nuevo cuadro de demócratas tomando las riendas surgen nuevas ambiciones.

Es más que eso, sin embargo. Durante largos períodos de tiempo en las últimas tres décadas, California fue un sube y baja económico. El estado fue devastado por la recesión de principios de la década de 1990, el colapso de la burbuja tecnológica de 2002 y la Gran Recesión de 2008.

"En 2010, muchos creían que California seguiría el camino de Grecia; que era ingobernable", dice Newton.

"La gente debatía abiertamente sobre qué pasaría si un estado del tamaño de California se declarara en bancarrota. Se le llamó, literalmente, un estado fallido".

Parte de la razón por la cual California sufre tan gravemente en tiempos de recesión económica es porque el estado depende en gran medida de los ingresos y los impuestos corporativos.

Cuando las personas y las corporaciones ganan menos dinero, los cofres del gobierno que antes estallaban rápidamente se van vaciando.

Por ende, mientras los demócratas de California promocionan a su estado como un modelo de éxito progresivo, la otra cara de esta oportunidad es el peligro. Si California falla, si vuelve a caer en un caos económico, rápidamente se convertirá en una advertencia conservadora en lugar de un faro liberal.

El fantasma de Gray

En primera fila durante la toma de posesión de Newsom había un hombre que, como un fantasma de ambiciones presidenciales pasadas, proporciona un claro ejemplo de lo rápido que puede cambiar la suerte en California.

El demócrata Gray Davis fue elegido gobernador de California en 1998, rompiendo el control republicano que había dominado hasta el final de la primera etapa de Brown, en 1982.

El Golden State estaba en auge y el gasto gubernamental se disparó. El tímido Davis estaba siendo catalogado como futuro candidato presidencial.

Sin embargo, poco después de la reelección de Davis en 2002, el colapso de las puntocom golpeó a la economía de California. Los ingresos cayeron en picada y los intentos de Davis de aumentar las tasas estatales para compensar llevaron a una rebelión de votantes que terminó en su destitución por las urnas en 2003 y su reemplazo por el actor convertido en político republicano Arnold Schwarzenegger.

Después de que Newsom dio su discurso, Davis reflexionó sobre su experiencia.

"Las recesiones pueden tornar un superávit de US$15.000 o US$20.000 millones en un déficit de US$15.000 o US$20.000 millones", señaló.

"Creo que (Newsom) aprecia todo el trabajo duro y las decisiones difíciles que llevaron a este superávit fenomenal, y no creo que él quiera ser la persona que lo desperdiciará".

Ya hay algunas líneas oscuras en las nubes plateadas de la prosperidad californiana. Las ganancias y el valor de las acciones de empresas de alto perfil de Silicon Valley, como Apple, Facebook y Tesla han bajado.

Los valores de la propiedad, que se habían disparado, están comenzando a bajar. Y en las principales áreas metropolitanas donde esto no ocurre, hace mucho tiempo que las familias de clase trabajadora han sido excluidas de los hogares y vecindarios deseables.

Si bien el estado lidera el crecimiento económico, también empata con Louisiana y Florida por tener el índice de pobreza más alto de EE.UU.: un 19%.

Más de 130.000 californianos no tienen hogar y Los Ángeles solo es superado por Nueva York por la cantidad de personas sin techo.

"Es una historia complicada", dice Whalen. "Puedo llevarte a partes de California y te enamorarás del lugar. Pero también hay problemas con el paraíso azul", señala, en referencia al color símbolo de los demócratas.

Si la economía se tambalea, los problemas que sugiere Whalen (falta de vivienda, falta de atención médica adecuada, hacinamiento y tráfico en las ciudades, y una calidad desigual de la educación pública) empeorarán a medida que se agote el dinero.

Riesgo y recompensa

El desafío progresista en los próximos meses será encontrar una manera de poner en práctica las prioridades en materia de salud, medio ambiente, educación e inmigración, a la vez que se aísla al estado de la inevitable recesión del ciclo económico.

Su éxito o fracaso impactará claramente en las ambiciones nacionales de hombres como Newsom y Garcetti, pero incluso de Harris, cuya campaña presidencial intentará echar una red más amplia, podría verse empañada.

Ya la senadora está recibiendo críticas por su tiempo como fiscal general del estado y fiscal de San Francisco, con acusaciones de que no apoyó suficientemente la reforma de la justicia penal.

Si el régimen demócrata en California, del cual ella participó recientemente, se enfrenta a un choque presupuestario en el próximo año, será difícil que su campaña salga ilesa.

Whalen no cree que los demócratas estén a la altura de la tarea. Newton, de UCLA, por otro lado, ve esto como el mayor desafío pero también la mejor oportunidad del partido.

"Va a haber una desaceleración y cómo la maneja Newsom enviará un mensaje sobre si este estado es diferente o simplemente es mejor que la mayoría en un ciclo económico ascendente", dice.

Incluso si las cosas se mantienen estables, los ambiciosos demócratas de California tendrán que demostrar que su estado realmente es un modelo que se puede aplicar a la nación en general.

"Para que este estado sea significativo más allá de elegir líderes liberales", dice Newton, "tiene que mostrar que hay algo cualitativamente diferente de vivir bajo este gobierno que en un gobierno de Trump".

"Si es un estado que puede administrar la riqueza, que puede manejar las recesiones, que puede equilibrar el crecimiento económico y la protección del medio ambiente, que puede acogedor a inmigrantes en un momento en que el resto del país no está seguro de eso, eso es una contrapropuesta genuina".

En los próximos días y meses esta contrapropuesta progresista se someterá a prueba: en California y entre los votantes primarios demócratas de todo EE.UU.

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