Con US$250 millones se pueden hacer muchas cosas. Si se trata un negocio, una cifra como esa puede dar un impulso definitivo para cualquier idea.
Pero en la industria de los cruceros no es probable que ese dinero pueda sumar un nuevo y reluciente buque a una flota.
Lo que sí se puede hacer es alargar la capacidad de uno, aunque para eso haya que cortar el barco por la mitad.
¿Destruir para volver a crear?
Según informa Bloomberg, esta es una tendencia constante en el sector.
En algún momento, pequeñas y grandes firmas, como Royal Caribbean o MSC Cruises, han sometido parte de su flota a este proceso.
Las empresas de cruceros o incluso las de grandes cargueros, están invirtiendo cada vez más en seccionar sus buques por la mitad y alargarlos con una nueva parte.
Ese trozo debe encajar en la vieja estructura como un guante y tiene que hacerlo justo en la mitad. Es una operación delicada.
Para ello, los trabajadores de los astilleros parten el buque en dos, separan las partes y usando grúas, operarios especializados, maquinaria pesada y varios ingenieros, añaden la nueva sección de la embarcación.
El procedimiento
Todo el proceso se realiza en un dique seco donde los trabajadores tienen acceso a todos los lados de un barco, incluido el fondo, y pueden utilizar sopletes en las paredes estructurales con facilidad.
Una vez que se separan todas las tripas de un barco, incluidas las tuberías y el cableado, los ingenieros suben la mitad delantera del barco en bloques gigantes con ruedas y separan los trozos.
Entonces una plataforma autopropulsada sobre ruedas coloca la nueva sección central ya prefabricada en el lugar antes de soldar todo nuevamente, sin dejar ninguna cicatriz visible, cuenta Bloomberg.
Según la enciclopedia de salud y seguridad en el trabajo, que cita la Oficina Norteamericana de Estadísticas Laborales, la construcción y reparación de buques se cuentan entre las actividades industriales más peligrosas del mundo.
"Aunque los materiales, los métodos de construcción, las herramientas y los equipos se han perfeccionado extraordinariamente, lo cierto es que todos los años se producen lesiones graves e incluso mortales entre los trabajadores del sector", dice.
Mayor rentabilidad
Es una forma de renovar los barcos y extender su vida útil, pero también de hacerlos más rentables.
Además, dicen los especialistas, mientras construir un navío nuevo lleva de media unos 22 meses, sumar una sección nueva solo deja el barco sin operar unos pocos meses.
En la reciente "renovación" del Star Breeze, de la compañía Windstar Cruises, se "estiró" el barco para sumarle una pieza de casi 26 metros de alto, es decir unos 7 nuevos pisos.
En el caso de este crucero, esto supone 50 camarotes de lujo más, mayor espacio en cubierta, dos nuevos restaurantes, un spa y una nueva piscina de hidromasaje, entre otras mejoras.
Esta operación también implicó quitar y reemplazar los motores para hacerlos más ecológicos y eficientes.
No en vano, el Star Breeze cuenta con 30 años de servicio y la operación permitirá que navegue otros 20 años.
Ahora, en cada travesía el barco podrá acoger a 100 clientes más que antes.
La renovación también permite que las habitaciones sean más cómodas y lujosas, lo que se acompaña con una subida de precio del camarote.
De esta manera, Windstar Cruises gana más dinero por trayecto.