Un diminuto y paradisíaco archipiélago del Pacífico está a punto de sumarse al "cordón sanitario" con el que Estados Unidos vigila a Corea del Norte.
Se trata del pequeño estado de las Islas Palaos, un idílico conjunto de unas 200 islas volcánicas y coralinas que se alza en medio de aguas cristalinas en el que el Pentágono decidió reforzar su presencia militar con la instalación de potentes radares.
Así lo anunció el pasado lunes en un comunicado la Embajada estadounidense en el país, aunque sin especificar fecha.
"Los sistemas de radar proveerán a Estados Unidos de un mayor control aéreo y seguridad para la aviación", argumentó.
La noticia llega poco después de la escalada de tensión en la región de Asia Oriental por el pulso entre Washington y Pyongyang, y tras las amenazas recíprocas entre ambas potencias nucleares.
En el marco de los recientes acontecimientos, Corea del Norte informó que estaba estudiando la posibilidad de lanzar uno de sus misiles contra la isla estadounidense de Guam, a 1.300 kilómetros al suroeste de Palaos.
Aunque según la diplomacia estadounidense, el plan para instalar radares en el archipiélago estaba previsto antes de los últimos ensayos con misiles de Corea del Norte, que sigue desoyendo las llamadas de Naciones Unidas para que abandone sus ejercicios armamentísticos.
El sistema de vigilancia para el que el gobierno local dio su consentimiento recibe el nombre de Sistema Aéreo y Marítimo de Alerta y Control(Amdars, por sus siglas en inglés), y se suma a la lista de operativos militares activos que EE.UU. tiene en la zona.
El objetivo sería convertir a Palaos, a 3.700 kilómetros al sur de la península de Corea, en una plataforma más desde la que controlar los movimientos de Kim Jong-un y sus tropas y armas.
Asia, zona prioritaria
El Departamento de Defensa de EE.UU. mantiene un contingente de 39.000 efectivos en Japón y más de 23.000 en Corea del Sur, país en el que está en proceso de implantación el Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud, Thaad por sus siglas en inglés, un escudo antimisiles concebido para interceptar un posible ataque balístico desde Corea del Norte.
También hay uniformados estadounidenses en Singapur y, en conjunto, Asia es la región del mundo donde el ejército estadounidense tiene más personal desplegado.
Como estos países de la zona del mar de China, Palaos confía su defensa a las fuerzas armadas estadounidenses y ni siquiera tiene un ejército propio.
La historia del país explica esta circunstancia. Palaos fue desde finales del siglo XIX un territorio colonial administrado por distintas potencias, empezando por España, que en 1899 se las vendió a Alemania.
Pasado colonial
Tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, los alemanes perdieron el archipiélago, que cayó rápidamente en manos de un pujante Japón.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las islas fueron el escenario de cruentos combates entre japoneses y estadounidenses, y al concluir la contienda estos últimos se hicieron con el control.
Fruto de ese pasado, la potencia norteamericana sigue siendo la principal financiadora de este pequeño país y la ayuda estadounidense supone el grueso de sus ingresos. El turismo supone un complemento.
Las relaciones entre la metrópoli y su antigua colonia las regula un pacto de Libre Asociación por el que Washington se garantiza el derecho de mantener instalaciones militares y tropas en las islas.
Refiriéndose a los nuevos radares, el presidente palauano, Tommy Remengesau Jr., dijo en un comunicado que "este proyecto es esencial para el bienestar de la República de las Palaos y su control aéreo y marítimo, así como la capacidad de Estados Unidos para mantener la defensa de la república".
Pero entre los escasos 20.600 habitantes de las islas también hay quienes ven con recelo el nuevo dispositivo militar. Por ello, el pasado 18 de julio responsables palauanos y estadounidenses se reunieron con los potenciales afectados.
En el comunicado en el que se anunció la nueva infraestructura, las autoridades estadounidenses indicaron que aún no se decidió su ubicación, pero que se haría con cuidado de minimizar su impacto ambiental.
Las islas de Palaos están rodeadas de un inmenso santuario marino.
El gobierno del país aseguró que, lejos de ser una amenaza, la tecnología estadounidense le permitirá controlar esta enorme zona protegida, aproximadamente del tamaño de España, y que la construcción de los radares generará puestos de trabajo para la población local.