"Papá, ¿por qué no tomamos esa pintura que sobró de la casa y nos pintas a mí, a ti y a mi hermano? Si nos pintamos todos de blanco, ya no tendremos más problemas".
El comentario se lo hizo su hijo mientras estaban en la bañera, jugando con la espuma, y dice que fue la primera vez que la situación lo afectó de verdad.
"Sinceramente, se me salieron las lágrimas", cuenta un padre que vive junto a su familia en el sur de Inglaterra.
Para entonces llevaban años sufriendo el abuso racista de los vecinos.
El hostigamiento era tal, que tuvieron que cambiar de casa, trabajo, escuela, por miedo, dicen, a que les quemaran la casa.
Ni una multa ni una orden de alejamiento había conseguido frenarlo.
En verano del año pasado fueron reubicados con la ayuda de la organización sin ánimo de lucro Sovereign Housing, que no ha hecho comentarios al respecto.
El abuso empezó en septiembre de 2017.
"Fue completamente inesperado", cuenta el padre.
"Llegamos en auto y los niños empezaron a entrar a casa. Escuché a alguien gritar: '¡Bicho raro!'", recuerda.
"Miré y vi a este tipo, uno de nuestros vecinos, parado al otro lado, lanzando insultos", prosigue.
"Empezaron a acercarse cada vez más. Se juntaron y gritaron más improperios racistas".
La familia denunció el abuso a la policía y los vecinos fueron llamados a comparecer ante un tribunal.
Uno de ellos, una mujer, se declaró culpable de haber cometido una infracción racial de orden público y fue multada con 200 libras (unos US$265) en noviembre de 2017.
Y esa misma multa recibió otro de los vecinos, un hombre, en enero de 2018.
La asociación Sovereign Housing, dueña de viviendas por todo el sur y occidente de Inglaterra, había interpuesto una demanda civil contra ellos después de que su personal quedara "impactado por las amenazas de violencia" recibidas por la familia.
A pesar de eso, la familia dice que el abuso continuó y que no se tomaron más medidas al respecto.
"'Vamos a dar con ustedes, vamos a quemarlos en su casa', nos gritaron", cuenta el padre.
"Tuve un cubo listo para llenarlo de agua de ser necesario, porque estaba preocupado que esta gente fuera a incendiar la casa con nosotros adentro".
La unidad de policía que maneja las denuncias de abuso racial dijo que los agentes habían hablado con testigos independientes antes de 48 horas de la primera denuncia.
"Sabemos que los crímenes de odio tienen un enorme impacto sobre las víctimas, sus familias y la comunidad en general", comunicó un portavoz de la policía.
"Queremos que nuestros residentes sepan que tomamos muy seriamente todas las denuncias de crímenes de odio y que hay apoyo a sus disposición".
El Servicio de Fiscales de la Corona (CPS por sus siglas en inglés) dice haberle solicitado al tribunal sentencias más elevadas para los abusadores, que recibieron multas mayores, acordes a la naturaleza racista de sus delitos.
"Reconocemos que las víctimas en este caso han sufrido enormemente con el abuso racista de sus vecinos", comentó un portavoz del CPS.
"Nadie debería vivir con el temor de ser una víctima del crimen, y ha quedado claro que han tenido que soportar un lenguaje increíblemente ofensivo".
"Los acusados fueron procesados de acuerdo al código para fiscales de la corona por usar lenguaje racialmente ofensivo".
"El CPS logró obtener declaraciones de culpabilidad de parte de ambos acusados, lo que significa que las víctimas no tuvieron que rendir testimonio en un juicio".
La BBC contactó con Sovereign Housing, pero no ha hecho comentarios respecto al caso.