Legalmente todavía no es presidente electo, pero Andrés Manuel López Obrador ya se ha convertido en el personaje central de la vida política de México.
A un mes las elecciones presidenciales del 1 de julio, el candidato ganador ya se ha reunido con varios altos funcionarios extranjeros y designó un gabinete que ya empezó a poner manos a la obra.
También anunció un estricto programa de austeridad y combate a la corrupción, que ya influye en algunas de las actividades del gobierno en funciones.
Todo sin haber sido declarado presidente electo pues el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) aún no concluye la calificación de los comicios.
Es el trámite legal antes de declarar a AMLO, como se conoce en México al candidato, el ganador oficial de la contienda.
Pero eso no ha sido obstáculo en estas semanas para que López Obrador, quien está supuesto a tomar posesión hasta el 1 de diciembre, marque la agenda del país, coinciden analistas.
Así, como nunca en la historia, "prácticamente estamos viendo un gobierno paralelo" al que se encuentra en funciones le dice a BBC Mundo la politóloga María Amparo Casar, presidenta de la organización civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
"Esta transición está siendo inédita en muchos sentidos. López Obrador acapara todos los reflectores, fija la agenda todos los días, ha habido un híper activismo en términos de medidas y propuestas", afirma.
Nuevos tiempos
Pero la intensa actividad de López Obrador no es lo único inédito en el país.
Tradicionalmente después de las elecciones presidenciales, el candidato ganador mantenía un bajo perfil, incluso después de ser declarado presidente electo.
Y en el período de cinco meses entre los comicios de julio y la toma de posesión el 1 de diciembre, el equipo del triunfador se dedicaba fundamentalmente a preparar su plan de gobierno.
También se mantenían algunos encuentros con los colaboradores del gobierno en funciones, pero eso ocurría después de septiembre, cuando el TEPJF entregaba la constancia del presidente electo.
De estas reuniones se conocía poco, casi siempre por filtraciones a los medios.
Y eso incluía a los miembros del nuevo gabinete, cuyos nombres se revelaban uno o dos días antes de iniciar el nuevo gobierno.
Ahora es distinto. AMLO anunció su gabinete desde diciembre pasado, y desde entonces sólo ha hecho un cambio:
Designó como futuro secretario de Relaciones Exteriores al exalcalde de Ciudad de México Marcelo Ebrard, en lugar de Héctor Vasconcelos quien fue elegido como senador.
Días después de la elección el presidente Enrique Peña Nieto se reunió con López Obrador en el Palacio Nacional, la sede del Poder Ejecutivo.
El candidato ganador también sostuvo un encuentro con 30 de los 32 gobernadores del país, a quienes presentó su nueva estrategia de austeridad.
Este mes también hubo espacio para reunirse con una delegación de alto nivel del gobierno de Estados Unidos, encabezada por el secretario de Estado Mike Pompeo.
Y recientemente hubo un encuentro con la canciller de Canadá, Crystia Freeland.
En todos los casos se informaron detalles de los temas abordados. "Se habla de lo que ocurre en esas reuniones, es otra cosa que jamás habíamos visto en la historia de México", subraya la politóloga Casar.
Ocaso presidencial
Pero más allá de los inéditos encuentros, algunas decisiones de López Obrador empiezan a impactar en proyectos y estrategias gubernamentales.
Un ejemplo es la construcción del nuevo aeropuerto internacional, que AMLO rechaza desde que se anunció la obra.
Después de las elecciones anunció una consulta nacional para decidir el futuro de la terminal aérea.
En respuesta, el gobierno federal suspendió la asignación de cuatro contratos para instalar sistemas de distribución de combustible e iluminación de las pistas.
Donde también se nota el efecto de López Obrador es en la presencia del presidente Peña Nieto y su gabinete en los medios.
Antes de 2000 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió por primera vez el gobierno del país, la costumbre era que el presidente en turno cedía paulatinamente el poder político al ganador de las elecciones.
Esto ocurría después de las fiestas de septiembre, cuando se celebra la independencia del país.
De hecho la costumbre era que el ocaso del gobierno en turno empezaba después de la ceremonia del grito, que recuerda el inicio de la guerra para separar a México de España.
Pero este proceso que solía durar varios meses se cumplió en unas semanas, coinciden especialistas.
"A Peña Nieto lo buscarán cada vez menos, prácticamente está desaparecido de los medios", dice a BBC Mundo el analista político Marcos Marín Amezcua.
"Se le nombra mucho menos que a otros presidentes en el pasado. Lo que queda es la sensación de que cada vez más se diluye su gobierno".
La fuerza de Morena
¿Por qué el inédito declive en la fuerza política de Peña Nieto?
En parte se debe a la crisis de popularidad del mandatario pues según algunas encuestas sólo el 20% de los mexicanos aprueban su desempeño.
Es el menor respaldo que ha tenido un presidente desde los años 90, cuando empezaron las mediciones.
Otro elemento es la forma como AMLO prepara su gobierno, dice María Amparo Casar. "Aquí es mucho más pronto en el tiempo y más intenso en términos de lo que ha abarcado", explica.
Ningún candidato ganador "había puesto su programa legislativo, de reordenamiento de la administración pública ni se había reunido con 30 gobernadores que le dieron trato de presidente".
Y un tercer elemento son los más de 30 millones de votos que obtuvo López Obrador, el mayor respaldo en la historia para un candidato presidencial.
Esto propicia otro escenario inédito, dice la analista. En otros momentos de transición, como en 2000, los partidos perdedores formaron alianzas y controlaron la agenda legislativa, por ejemplo.
La mayoría de los gobernadores eran del PRI, lo que en parte ayudó a ese partido a recuperar la presidencia hace seis años.
Pero hoy el escenario es otro: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que postuló a AMLO obtuvo el control en 19 de los 32 congresos locales.
Y tiene, además, mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados. La nueva legislatura empieza el 1 de septiembre.
A partir de ese momento podrían concretarse algunas de las propuestas y modificaciones legales que propone López Obrador.
El gobierno paralelo que ahora cobra forma empezaría a concretarse, dice la especialista Casar.
"Morena como partido puede introducir a partir del 1 de septiembre las iniciativas que el presidente ordene", explica.
"Allí vamos a ver ya el gobierno paralelo de una manera que no vimos en las anteriores transiciones".