"Empezamos a recorrer los mejores 20 años de la historia del país".
Esas palabras pronunció el entonces presidente Mauricio Macri el 12 de agosto de 2017, cuando su coalición, Cambiemos, arrasó en unas elecciones legislativas de medio término que parecían augurar una era de gobiernos antiperonistas en Argentina.
Se daba entonces por segura la reelección de Macri en 2019.
Se hablaba de un sucesor, Horacio Rodríguez Larreta, entonces alcalde de Buenos Aires. E incluso se decía que luego iría María Eugenia Vidal, entonces gobernadora de la provincia de Buenos Aires.
Había "Cambiemos para rato", despegaba la "ola amarilla", llegaba "el mejor equipo en 50 años", parecía el inicio de algo inédito para Argentina.
Pero no fue. Este domingo, Macri y Vidal perdieron su reelección, y Larreta consiguió la victoria en el gobierno de la capital, pero perdió el de la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país.
Como ya ocurrió en el pasado, con Macri en el poder volvieron las devaluaciones del peso, los saltos inflacionarios y el aumento de la pobreza.
Y así, en tan solo dos años, un proyecto que se planteó de dos décadas se fue disipando hasta perder las elecciones en primera vuelta contra Alberto Fernández, un candidato peronista apoyado Cristina Fernández Kirchner, quien es ahora vicepresidenta electa.
¿Qué fue lo que pasó?
1. No cumplir su principal promesa
Macri fue elegido presidente con una sola promesa: resolver la economía.
"Macri no propuso construir una sociedad más igualitaria o tener una política de derechos humanos, pero sí propuso ordenar las cuentas, bajar la pobreza y bajar la inflación; y no cumplió ninguna de esas tres cosas", dice José Natanson, politólogo y autor de "¿Por qué?", un ensayo sobre el ascenso de Macri y la llamada "nueva derecha".
Cuando Macri ganó las elecciones en 2015 e interrumpió 12 años de gobiernos peronistas, la inflación y el déficit fiscal eran altos y existía un complejo control de cambios que generaba trabas, aislamiento y mercados negros.
"Recibimos una mochila de dinamita", resume el diputado de Cambiemos Eduardo Amadeo.
Ante eso, el gobierno optó por el llamado "gradualismo": un ajuste a cuentagotas que iría reduciendo el gasto público sin golpear a las poblaciones vulnerables que dependen del mismo.
"Un ajuste para cuadrar un déficit del 7% habría significado casi una guerra civil", añade Amadeo.
"Y todo fue bien hasta que tuvimos una terrible sequía, que nos dejó una menguada capacidad de pago de nuestras obligaciones, y la economía mundial se desordenó notablemente".
Los críticos, sin embargo, aseguran que no es un problema de gradualismo o ajuste, sino de un mal diagnóstico del contexto internacional y un mal manejo de una coyuntura que muchos, menos Macri, se esperaban.
Cuando Macri se dio cuenta de que su receta no estaba funcionado, añade Natanson, "no supieron qué hacer".
"Se fueron al Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando ya se habían endeudado todo lo que podían, empezaron con un plan de ajuste feroz que tampoco les funcionó, y ahora al final hicieron medidas kirchneristas vergonzantes para poder terminar el mandato".
Macri deja el poder con la economía en recesión y la inflación, la pobreza y la deuda más altas que hace cuatro años.
2. Mal diagnóstico de la realidad política argentina
A los económicos hay quienes añaden errores políticos.
Cambiemos, coalición antiperonista de corrientes muy diversas, ganó las elecciones por un estrecho margen y ni siquiera después de su victoria en las legislativas de 2017 consiguió ser mayoría en el Congreso.
"El sustento político del gobierno fue siempre muy endeble, porque lo basaron únicamente en el macrismo e ignoraron a los demás miembros de la coalición, sobre todo al radicalismo (Unión Cívica Radical), y limitando la posibilidad de añadir sectores moderados y republicanos del peronismo", asegura Sergio Berensztein, politólogo y consultor.
"No construyeron una base que fuera proporcional a sus ambiciones de proyecto reformista", agrega.
"Sacamos 250 leyes y aprobamos cuatro presupuestos. Tuvimos mucha relación con otros sectores", responde Amadeo, diputado de Cambiemos.
"Pero es cierto que el diálogo con la oposición fue muy difícil, porque ellos tenían una mirada del país muy distinta a la nuestra".
El macrismo aseguraba que su ascenso político era producto de un cambio cultural en Argentina.
"Creían que la mayoría del país rechazaba el populismo y el autoritarismo, que se buscaba otra forma de hacer política y modernizar al país", apunta Berensztein.
"Esa construcción discursiva confundió a la gente y confundió a Macri. Porque ese cambio nunca existió", concluye.
Maristella Svampa, socióloga y ensayista política, añade: "Macri no pensó un país con todos los sectores sociales adentro, sino que lo pensó con una serie de exclusiones que afectaron a mucha gente, sobre todo a las pequeñas y medianas industrias, entre otras por el impacto de los tarifazos (aumentos de servicios públicos)".
Según ella, "Macri leyó mal su propio apoyo, que era muy volátil, porque pese a que tiene un apoyo duro de 30%, el porcentaje que lo ayudó a ganar en 2015 era volátil, era una clase media que fue perjudicada por sus políticas".
3. Mal diagnóstico del contexto internacional
Otra de las grandes promesas de Macri fue "volver al mundo".
Hijo de un millonario empresario y amigo de presidentes y poderosos, el ingeniero Macri venía de internacionalizar exitosamente las marcas de Boca Juniors y Buenos Aires cuando fue respectivamente presidente y alcalde de estos.
Dos de sus primeras políticas en la presidencia fueron levantar el control de cambio y pagar la deuda con los fondos de inversiones que restringían el acceso del país a los mercados por un conflicto con el gobierno de Cristina Kirchner.
Pero quizás no era el mejor momento para "volver al mundo" en una era de proteccionismo económico, altas tasas de interés en los grandes mercados y guerra comercial entre las potencias, señalan los expertos consultados.
"Macri creyó que con abrir la economía y con desregularizar los capitales, las inversiones iban a llegar, y que con eso iban a poner a crecer la economía. Pero el mundo no estaba para eso y los commodities no estaban caros", dice Natanson.
Svampa añade: "Macri hizo una lectura demasiado lineal y pensó que su perfil empresarial y neoliberal le iba a garantizar un lugar en el mundo y en todas las inversiones extranjeras".
"Volver al mundo era la única alternativa (a ajustar o a emitir dinero)", contesta a ello el diputado Amadeo.
"Y además tenía otras ventajas, porque se abrían mercados que estaban cerrados; empezamos a exportar más, generando una plataforma de crecimiento para el futuro del país".
Pero no fue suficiente. Y el de Macri no fue un proyecto para 20 años.