El discurso duró 31 minutos, pero sus repercusiones se extenderán por un tiempo mucho más prolongado.
El nuevo presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, habló en la toma de posesión -que tuvo lugar en el Congreso- de la democracia, el hambre, la deforestación, pero dedicó además muchos de esos 31 minutos a criticar la situación en que dejó el país su antecesor, Jair Bolsonaro.
Lula calificó el gobierno bolsonarista como un "proyecto de destrucción nacional", en un Congreso donde los partidarios del exmandatario son mayoría (el Partido Liberal de Bolsonaro tiene la mayor bancada de diputados: 99 de los 513 escaños).
El líder del Partido de los Trabajadores dijo que asume un país en "terribles ruinas" con una situación de "desastre" social y económico. Añadió que el diagnóstico que recibió de los encargados de la transición con el gobierno anterior "es espantoso".
"Hubo una destrucción del Estado en nombre de supuestas libertades individuales", dijo sobre lo ocurrido durante los años en que gobernó Bolsonaro.
"Vaciaron los recursos destinados a la salud. Desmantelaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Destruyeron la protección del medio ambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública, protección forestal, asistencia social", añadió.
El nuevo presidente -que gobernará por un tercer mandato de cuatro años luego de haber estado en el cargo entre 2003 y 2010- dijo que Bolsonaro y sus funcionaron "dilapidaron las empresas estatales y los bancos públicos" y "entregaron el patrimonio nacional".
"Los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la codicia de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas", acusó.
Bolsonaro no asistió a la ceremonia de asunción de Lula. En cambio, viajó horas antes a Estados Unidos.
Su sucesor insistió que su gobierno no será "revanchista", pero aseguró que "los que se equivocaron responderán por sus errores".
Otros temas
En su discurso, donde dijo que la democracia había sido la "gran vencedora" de las elecciones, Lula aprovechó para analizar otras problemáticas que aquejan a Brasil como la miseria, la violencia y la deforestación de la Amazonía.
"Nuestras primeras acciones pretenden rescatar a 33 millones de brasileños del hambre y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileños", señaló el mandatario.
Con respecto a la inseguridad en el país, se comprometió a revocar los decretos penales que amplían el acceso a armas y municiones.
"Brasil no quiere más armas; quiere paz y seguridad para su pueblo", afirmó.
Con respecto a la política ambiental, el mandatario se comprometió a alcanzar la meta de "deforestación cero" en la Amazonía y de terminar con la emisión de gases de efecto invernadero en la producción eléctrica.
"Brasil no necesita deforestar para mantener y ampliar su frontera agrícola estratégica", dijo Lula.
Por último, insistió que no permitirá los ataques contra los pueblos indígenas ni contra la naturaleza.
"No toleraremos la violencia contra los pequeños, la deforestación y la degradación del medio ambiente, que tanto daño han hecho ya al país", aseguró.