China está deliberadamente separando a niños musulmanes de sus familias, e impidiéndoles hablar su idioma y practicar su religión en la región occidental de Sinkiang, según una nueva investigación.

Al mismo tiempo que cientos de adultos son retenidos en campamentos gigantescos, se están construyendo internados para niños a gran escala.

Basándose en documentos públicos y en decenas de entrevistas con familiares que viven en el extranjero, la BBC reunió un cúmulo de evidencia ?la más exhaustiva hasta la fecha- de lo que está ocurriendo con los niños en la región.

Registros muestran que, solo en una ciudad, más de 400 niños han perdido no a uno sino a dos de sus progenitores que han acabado o en un campamento o en una prisión.

Las autoridades llevan a cabo evaluaciones formales para determinar si los niños necesitan "cuidados centralizados".

Junto con los esfuerzos por transformar la identidad de los adultos de Sinkiang, la evidencia apunta a una campaña paralela para alejar sistemáticamente a los niños de sus raíces.

"Escuché que los han llevado a un orfanato"

La estricta vigilancia y control de China en Sinkiang, donde las autoridades acompañan a los periodistas las 24 horas del día, hace que sea imposible recoger testimonios allí.

Pero sí se pueden obtener en Turquía.

En una gran sala en Estambul, decenas de personas hacen fila para contar sus historias. Muchos traen fotografías de sus niños desaparecidos en Sinkiang.

"No sé quién está cuidando de ellos", dice una madre mostrando una foto en la que aparecen sus tres hijas pequeñas. "No tengo ningún contacto con ellas".

Otra madre, con la foto de sus tres hijos y una hija, se seca las lágrimas que no puede contener. "Escuché que los han llevado a un orfanato", dice.

En 60 entrevistas, familiares angustiados dan detalles de la desaparición de más de 100 niños en Sinkiang.

Todos son uigures ?miembros del grupo étnico musulmán más grande de Sinkiang que desde antaño tiene vínculos con Turquía por su idioma y por su fe.

Miles han ido a Turquía a estudiar, trabajar, visitar familiares o para escapar de los límites al control de la natalidad en China y al aumento de la represión religiosa.

Pero en los últimos tres años, se han visto atrapados desde que China empezó a detener a cientos de miles de uigures y personas de otras minorías en gigantescos campamentos.

Las autoridades chinas dicen que los uigures están siendo educados en "centros de entrenamiento vocacional" con el objetivo de combatir el extremismo religioso violento.

Sin embargo, la evidencia muestra que muchos están detenidos simplemente por expresar su fe ?rezando o vistiendo un velo-, o por tener demasiadas conexiones extranjeras con lugares como Turquía.

Imposible regresar

Para estos uigures, regresar significa casi seguro la detención. El contacto telefónico se ha interrumpido: hablar con familiares en el extranjero se ha vuelto hoy día muy peligroso para aquellos que viven en Sinkiang.

Con su esposa detenida en Sinkiang, un padre me dice que teme que su hijo de 8 años pueda estar ahora bajo los cuidados del Estado chino.

"Creo que han sido llevados a un campo de educación para niños", dice.

Una nueva investigación comisionada por la BBC arroja luz sobre lo que está ocurriendo con estos y miles de otros niños.

Adrian Zenz es un investigador alemán reconocido ampliamente por exponer el alcance de los centros de detención masivos de adultos musulmanes en Sinkiang.

Sus informes -basados en documentos oficiales de acceso público- muestran la expansión sin precedentes de este tipo de escuelas en Sinkiang.

Las instalaciones han crecido en tamaño, se han construido nuevos dormitorios y se ha incrementado la capacidad de estos centros a gran escala.

Algo significativo también es que el Estado ha aumentado su capacidad para cuidar a tiempo completo a un gran número de niños, al mismo tiempo que ha estado construyendo centros de detención.

Y todo parece estar destinado precisamente a los mismos grupos étnicos.

En tan solo un año, 2017, el número total de niños inscritos en guarderías en Sinkiang aumento en más de medio millón. Y los uigures y otras minorías musulmanas, muestran cifras del gobierno, representan más del 90% de este aumento.

Como resultado, el nivel de inscripción preescolar en Sinkiang ha pasado de ser el más bajo respecto al promedio nacional al más alto de China por una gran diferencia.

Solo en el sur de Sinkiang, un área con la más alta concentración de población uigur, las autoridades han invertido US$1.200 millones en la construcción y remodelación de guarderías.

El análisis de Zenz sugiere que este boom en la construcción incluye la incorporación de grandes cantidades de espacio para dormitorios.

El impulso detrás de la expansión de los establecimientos de educación en Sinkiang parece seguir los mismos lineamientos en torno a la encarcelación masiva de adultos y está afectando claramente a casi todos los niños uigures o de otras minorías, independientemente de si sus padres están en los campos o no.

En abril del año pasado, las autoridades locales reubicaron a 2.000 niños de los pueblos circundantes en otro internado para niños (la escuela del condado Yecheng 4)

Escuelas intermedias 10 y 11 del condado de Yecheng

La imagen de arriba muestra cómo el sitio es preparado para dos internados en la ciudad de Yecheng (o Kargilik, en uigur), en el sur de Sinkiang.

Si mueves la flecha de lado a lado podrás ver la velocidad a la que se están construyendo estas instalaciones. Son dos escuelas intermedias separadas por un campo deportivo. Cada una tiene un tamaño tres veces mayor que el promedio nacional y fueron construidas en poco más de un año.

La propaganda del gobierno destaca las virtudes de los internados. Estos ayudan a "mantener la estabilidad social y la paz". "Las escuelas ocupan el lugar de los padres", dice el gobierno.

Zenz cree que tienen un propósito más profundo.

"Los internados brindan el contexto ideal para reorganizar culturalmente y de manera sostenida a las minorías sociales", señala Zenz.

Al igual que con los campos, su investigación muestra que hay un movimiento concertado para eliminar el uso del uigur y otras lenguas locales de las escuelas.

Las regulaciones individuales de las escuelas incluyen castigos estrictos tanto para estudiantes como para profesores si hablan en la escuela cualquier otro idioma que no sea chino.

Y esto está en concordancia con un comunicado oficial que asegura que en Sinkiang se logró enseñar chino en todas las escuelas.

El peso de la evidencia

En conversación con la BBC, Xu Guixiang, funcionario del Departamento de Propaganda de Sinkiang, negó que el Estado esté haciéndose cargo de un gran número de niños que se han quedado sin padres como resultado de la política estatal.

"Si todos los miembros de la familia han sido enviados a un centro de entrenamiento vocacional, entonces es que la familia debe tener un problema severo", dijo riéndose.

"Nunca he visto un caso así."

Pero quizás, lo más significativo del trabajo de Zenz es la evidencia que muestra que los niños de los detenidos están siendo enviados a internados en grandes cantidades.

Existen formularios detallados utilizados por las autoridades locales para registrar la situación de los niños cuyos padres están en un centro vocacional o en prisión, y para evaluar si necesitan o no cuidados centralizados.

Zenz encontró un documento gubernamental que detalla los varios subsidios disponibles para "grupos necesitados", incluyendo aquellas familias donde "tanto el marido como la esposa están en un entrenamiento vocacional".

Y la directiva emitida por la ciudad de Kashgar para las oficinas de educación exige que ellos se hagan cargo de las necesidades de los estudiantes con padres en los campos de manera urgente.

Las escuelas deberían "reforzar el apoyo psicológico", señala la directiva, y "reforzar a los estudiantes a través de la educación", una frase que se repite en los campos donde están retenidos sus padres.

"Problema social"

Es evidente que el efecto de la segregación masiva de niños es visto como un problema social significativo, y que se está poniendo cierto esfuerzo en lidiar con ello, pese a que no es algo que las autoridades estén interesadas en dar a conocer.

Algunos de los documentos gubernamentales relevantes parecen haber sido escondidos deliberadamente de las búsquedas por internet, por medio de la inclusión de símbolos oscuros en lugar del término "entrenamiento vocacional".

No obstante, en algunas instancias los campos de detención de adultos tienen guarderías en sus inmediaciones, algo que destacan los reporteros de los medios estatales.

Estos internados, dicen, le permiten a los niños de las minorías aprender "mejores hábitos de vida" e higiene personal, en comparación con lo que aprenderían en sus casas.

Algunos niños han empezado a llamar a sus maestras "mami".

Cuando la BBC llamó a diversas oficinas de educación en Sinkiang para averiguar sobre la política oficial en esos casos, la mayoría se negó a responder. Algunos, sin embargo, ofrecieron algunos detalles sobre el sistema.

La BBC le preguntó a un funcionario qué ocurría con los niños cuyos padres habían sido llevados a un campo.

"Se quedan en internados", respondió. "Les damos casa, comida y ropa... y nuestros superiores nos han dicho que debemos cuidarlos bien".

Desesperación y resentimiento

En la sala de Estambul, donde los familiares revelan sus historias, impera una sensación de desesperación y también de profundo resentimiento.

"Miles de niños inocentes están siendo separados de sus padres y estamos dando nuestro testimonio constantemente", me dice una madre.

"¿Por qué el mundo permanece en silencio si conoce los hechos?".

En Sinkiang, la investigación muestra que todos los niños están ahora en escuelas que están bajo "medidas severas de aislamiento".

Muchas de las escuelas cuentan con sistemas de vigilancia, alarmas perimetrales y vallas eléctricas de 10.000 voltios.

Estas medidas fueron establecidas a comienzos de 2017, en momentos en que los campos de detención comenzaron a expandirse dramáticamente.

Zenz se pregunta si el Estado no se estaba preparando para la posibilidad de que los padres uigures tratasen de recuperar a sus hijos por la fuerza.

"Creo que la evidencia que muestra que los padres y los niños fueron sistemáticamente separados es una clara indicación de que el gobierno de Sinkiang está tratando de educar a una nueva generación separada de sus raíces, creencias religiosas y su propio idioma", me dice.

"Creo que la evidencia apunta a lo que debemos llamar genocidio cultural".

 

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