No es difícil encontrar el sitio de partida desde el cual salió uno de los supuestos espías rusos con el objetivo de lanzar un ciberataque en La Haya (Holanda).
Alexei Morenets guardó consigo el recibo que le entregó el taxista que lo condujo hasta el aeropuerto. En la dirección registrada allí como punto inicial del trayecto, en Moscú, hay un joven soldado en uniforme que cuida la entrada.
Cuando le pregunto si se trata de una base de la agencia de inteligencia militar de Rusia (GRU), un organismo que -según Occidente- se dedica a la guerra cibernética, el soldado hace una llamada y luego me dice que abandone esas instalaciones inmediatamente. No me quedo merodeando.
Pero los supuestos cuatro agentes del GRU que fueron descubiertos en Holanda en abril pasado no solo dejaron rastros en papel, también lo hicieron en internet.
Aunque fueron detenidos y deportados hace meses, no fue sino hasta este octubre que las autoridades holandesas revelaron lo ocurrido y el gobierno de Estados Unidos anunció que presentará cargos contra esos cuatro, así como de otros tres, supuestos miembros del GRU.
La BBC descubrió que dos de los cuatro hombres detenidos mientras supuestamente intentaban hackear la red wifi de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés), el ente internacional que supervisa las armas químicas, habían apuntado en documentos oficiales como su dirección la de edificios pertenecientes al ministerio de Defensa.
Uno de esos documentos es una base de datos de registro de vehículos. Luego, el equipo de Bellingcat, una web de periodismo de investigación, descubrió que hay 305 carros registrados en la misma instalación militar.
"Pudieron haber usado la dirección de sus casas pero querían tener privilegios como no tener que pagar por las multas de tránsito", dice Alexander Gabuev del Centro Carnegie de Moscú, una institución dedicada al estudio de Rusia y de otros países de la antigua esfera soviética.
Gabuev considera que se trata de un símbolo de la existencia de "corrupción endémica".
"Si llegas a ver la evidencia (recolectada por la inteligencia de Holanda), no importa si apoyas a no a (Vladimir) Putin, simplemente te sientes avergonzado por la incompetencia", señala.
No son tan torpes
En la medida en que las relaciones con Occidente se han deteriorado, los servicios secretos de Rusia han incrementado sus actividades. Pero las operaciones de GRU son las que más han quedado en evidencia y las que más han fracasado.
"No creo que deberíamos verlos como los agentes más torpes del espionaje", señala Mark Galeotti, un experto en temas de seguridad.
"El GRU ha estado muy activo e inevitablemente algunas de sus operaciones van a fracasar. Eso no quiere decir que sean tontos", agrega, dando a entender que en un mundo lleno de tecnología moderna y de cámaras de seguridad, Rusia sabe que es difícil mantenerse encubierto.
"Claramente las instrucciones que están recibiendo es que, dentro de ciertos límites, no importa mucho. No hay que preocuparse demasiado por el fracaso", asegura Galeotti.
Ese enfoque explicaría en parte lo ocurrido con el recibo de taxi.
"No hay duda de que nuestro conductor escribió ese recibo. Él no puede recordar exactamente el viaje porque ocurrió hace mucho tiempo pero el recibo es genuino", confirmó Benjamin Shaginyan, responsable de la línea de taxis, a la BBC.
En redes sociales, algunas personas se burlaron del hombre que conservó consigo una evidencia tan incriminatoria.
"Llevar el registro de los gastos durante un viaje de trabajo es una pesadilla", dijo un usuario.
¿Montaje?
Encabezados por el ministerio de Exteriores, los funcionarios rusos han desestimado las más recientes acusaciones de espionaje en contra de su país, calificándolas de "espiomanía".
Ellos aseguran que el surgimiento de acusaciones coordinadas desde Reino Unido, Estados Unidos y Holanda revelan el "montaje" de una campaña en contra de Rusia.
Esa también es la argumentación seguida por el general retirado Yevgeny Buzhinsky, quien hasta 2009 ocupó altos cargos en la jerarquía militar rusa.
"Tú dices que esto es evidencia. Para mí no lo es", dice mostrándose particularmente molesto porque se hable de incompetencia del GRU.
"Se creía que la inteligencia rusa era una de las mejores del mundo. ¿Ahora tú quieres presentar a un puñado de tontos, absolutamente incompetentes, absolutamente estúpidos, idiotas sin profesionalismo? Es insultante", dice.
Pero algunos de los hombres cuyos nombres han salido recientemente a la luz tiene una presencia online notable.
Dos de ellos están registrados con sus nombres y fotos como jugadores en una liga de fútbol amateur en Moscú. Un miembro de ese club dijo que hubo una época en la que esa organización se jactaba de tener entre sus miembros a varios integrantes de los servicios de seguridad.
"Eso ocurrió al principio pero los tiempos cambian", dice a la BBC Alexei Baklykov, asegurando que nunca conoció en persona a ninguno de los sospechosos.
Otro de los acusados, Artyom Malyshev, vendió varios objetos en internet el año pasado, incluyendo una vieja guitarra acústica y un teléfono inteligente.
Incluido esta semana en la lista de personas buscadas por el FBI -que lo acusa de hackeo- también está registrado en una página web para encontrar pareja, donde aparece guiñando un ojo a la cámara en su fotografía de perfil y subió algunas otras imágenes haciendo deporte.
"Son maravillosos"
Al hacer públicos sus nombres, los funcionarios de los gobiernos occidentales esperan evitar que se produzcan más ataques rusos.
Sin embargo, en un mercado callejero cercano al complejo militar de viviendas Unidad 26165 -el supuesto centro de comando de cibersoldados- las reacciones de la gente a las acusaciones son variadas.
"No sé a quién creerle. Es confuso", dice Valery en un puesto lleno de frascos de miel.
"Es una tontería. ¿Usted cree que nuestros espías son unos completos imbéciles? Yo creo que son maravillosos", afirma una compradora.
Así, Rusia parece estar preparada para transitar por este temporal vergonzoso, quizá incómodo, pero -pese a todo- luce improbable que el país cambie de rumbo.
"Estamos en una guerra y perder una batalla no significa que te tengas que rendir. Creo que, en gran medida, esa es la visión que tienen en el Kremlin", señala Gabuev.
"Sí, fuimos derrotados en esta batalla. Pero vamos a casa, aprendemos nuestras lecciones y, luego, continuamos", concluye.