En su gira por América Latina el mes pasado, el jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, lanzó un consejo especial a la región: cuidado con la posible injerencia electoral rusa.

"Vemos algunas de las huellas dactilares de Rusia en torno a elecciones que han ocurrido en Europa", sostuvo el secretario de Estado durante una entrevista con el canal Fox News en Bogotá, Colombia.

"Estamos viendo una actividad similar en este hemisferio. Hay varias elecciones importantes en este hemisferio este año", advirtió.

De hecho, seis países latinoamericanos tienen previsto elegir a sus presidentes en el correr de 2018: Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Colombia, México y Brasil, por orden de calendario.

El asesor de seguridad nacional de EE.UU., general H.R. McMaster, ya había dicho en enero que Rusia realiza "un esfuerzo sofisticado para polarizar a las sociedades democráticas" y "se han visto señales iniciales de eso en la campaña presidencial mexicana".

Moscú rechazó rápidamente estas acusaciones.

"No puede haber ninguna duda de que nunca hemos planeado y nunca nos entrometeremos en un proceso electoral en el país que sea", declaró el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabjov, a la agencia Interfax.

Sin embargo, días atrás surgió lo que algunos ven como el más detallado relato sobre una operación encubierta rusa para influir en las elecciones de otro país: Estados Unidos.

El escrito fue presentado por el fiscal especial Robert Mueller, que con base en pruebas recabadas por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) acusó a 13 rusos de integrar una maquinaria aceitada para generar desinformación y discordia en la campaña de EE.UU. de 2016.

Y, según expertos, hay lecciones importantes que América Latina puede sacar de esto.

"Espero que muchos otros países aprendan de lo que le pasó a EE.UU. y no dejen que se repita con ellos", dice a BBC Mundo Eric Rosenbach, codirector del Centro Belfer de la Universidad de Harvard, en EE.UU., y director de un proyecto bipartidista llamado Defendiendo la Democracia Digital.

"No son solo los rusos"

Según las acusaciones de Mueller, los rusos usaron las redes sociales como una herramienta para afectar el funcionamiento de la democracia estadounidense y respaldar la campaña del actual presidente, Donald Trump.

Lo hicieron en Facebook, Twitter, YouTube e Instagram, con cuentas bajo identidades falsas manejadas desde San Petersburgo para lanzar mensajes sobre candidatos, apoyar grupos radicales, erosionar la confianza en el sistema electoral o promover manifestaciones.

Rosenbach sostiene que cualquier nación de Latinoamérica u otra región puede estar expuesta a operaciones como esa en plataformas de medios sociales, para influir los resultados electorales con alguna finalidad.

"No son solo los rusos: debido a lo que pasó en EE.UU., muchos otros malos actores van a reconocer que hay una vulnerabilidad", acota. "Podría ser por ejemplo el crimen organizado, que intente hackear una elección para que gane su candidato".

Aunque las redes sociales aun tienen menos penetración en América Latina que en EE.UU., el informe de Latinobarómetro 2017 indicó que se expanden en la región y Facebook ya llega al 58% de la gente.

Al mismo tiempo, aumenta de forma significativa el uso de esas redes como fuente de información de asuntos políticos, alcanzando a 28% de los latinoamericanos según la misma encuesta.

América Latina también puede ser un lugar propicio para promover candidatos anti-establishment, divisiones políticas y teorías conspirativas, ya que en los últimos años se registra una caída en los niveles de satisfacción con la democracia y confianza en los partidos políticos.

"Voluntad política"

Todo esto plantea varios desafíos nuevos, dicen los especialistas.

Para los ciudadanos, el reto es tener en cuenta que puede haber intentos ocultos de manipularlos políticamente. Para los países, la obligación es mejorar sus ciberdefensas y capacidad de reacción ante operaciones de desinformación.

"Se precisa voluntad política para reconocer la amenaza y combatirla", dice Mark Feierstein, que dirigió los asuntos hemisféricos en el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. durante el gobierno del anterior presidente, Barack Obama.

"La gama de herramientas que los rusos y otros utilizan es muy amplia, así que debe haber un esfuerzo coordinado entre varias agencias de gobierno y con el sector privado también", señala Feierstein a BBC Mundo.

Surgen preguntas delicadas, por ejemplo, sobre cómo monitorear las redes sociales y evitar la propagación de información y noticias falsas sin socavar la libertad de expresión.

Grandes plataformas de redes sociales anunciaron recientemente medidas, como regulación de la publicidad política, aumento de su personal de monitoreo de contenido o la remoción de bots, cuentas automatizadas que disparan mensajes.

Sin embargo, los expertos advierten que esos pasos son aun insuficientes para contrarrestar el riesgo de desinformación o manipulación de electores.

Como muchas de estas empresas tienen su sede en EE.UU., el gobierno y las propias compañías podrían coordinar la búsqueda de soluciones con otros países que carecen de control alguno sobre las plataformas, opina Feierstein.

También señala que "en la medida que EE.UU. tenga (información de) inteligencia que sugiera que los rusos van a intervenir en México u otras partes, deberían estar compartiendo eso con las contrapartes apropiadas en el exterior".

En Brasil, tercer país del mundo con más usuarios de Facebook (130 millones), el presidente del Tribunal Superior Electoral ya decidió formar un grupo de trabajo para enfrentar el riesgo de las noticias falsas, con apoyo de la policía federal de ese país y consultas a empresas estadounidenses de redes sociales.

Hackeos y divisiones

Las acusaciones de Mueller dejaron abierta la gran pregunta de si los rusos lograron realmente alterar el resultado de las elecciones en EE.UU. para darle el triunfo a Trump.

El actual presidente ha negado que el voto haya sido "impactado o cambiado por los rusos".

Y el diario The New York Times informó que los servicios de inteligencia estadounidenses "creen que no es posible realizar tal estimación sobre el resultado de la elección".

Sin embargo, el Departamento de Seguridad Interior de EE.UU. reveló el año pasado que hackers rusos intentaron atacar los sistemas de votación en 21 estados del país.

Aunque no haya surgido evidencia de manipulación de las máquinas de votación en alguno de esos estados, esto también encendió una señal de alerta sobre la seguridad de los equipamientos que se usan aquí o en otros países.

"Las máquinas de votación son vulnerables al hacking, los individuos que llevan a cabo elecciones deben mirar con cuidado cómo mantenerlas seguras" y "tener algún tipo de verificación del voto en papel también", sostiene Rosenbach.

Trump se impuso por estrecho margen de votos a su rival Hillary Clinton, en medio de una fuerte polarización política en EE.UU. que según los investigadores favoreció la injerencia rusa.

Y, si en países de la América Latina se observara un nivel de divisiones políticas similar al de EE.UU., aumentaría la vulnerabilidad para campañas de desinformación que apoyen a candidatos de izquierda, derecha o populistas.

"Los rusos no ven esto necesariamente en un nivel ideológico, buscan crear inestabilidad y dolores de cabeza para EE.UU. en la región", dice Feierstein. "Y eso puede implicar a distintos candidatos e ideologías".

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