Una significativa expansión de los brotes de minería ilegal en las tierras indígenas amazónicas, en Brasil, comenzó a emerger desde enero de este año. Así lo confirman las imágenes satelitales analizadas por BBC News Brasil.
Los indígenas y ambientalistas atribuyen este avance -visto en diferentes partes en los estados de Pará y Roraima, en el norte de Brasil- a las declaraciones del presidente Jair Bolsonaro a favor de la explotación de minerales en tierras indígenas y a lo que consideran un debilitamiento en la lucha contra los delitos ambientales por parte del gobierno.
El brote de minas se produjo en un momento en que el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) ha afirmado que existe una alta tasa de destrucción en la Amazonía, lo que ha sido cuestionado por el presidente Bolsonaro, quien dijo que la publicación de datos sobre deforestación podría afectar las negociaciones internacionales del país.
Las imágenes evaluadas por la BBC son de Planet Labs, una compañía estadounidense que mantiene en órbita más de 100 satélites y toma fotografías diarias del mundo.
La actividad fue monitoreada en tres de las tierras indígenas brasileñas que más sufren la extracción ilegal de oro: Kayapó, Munduruku (ambas en Pará) y Yanomami (en Roraima y Amazonas). Los tres territorios ocupan un área equivalente a la del estado de São Paulo y albergan algunos de los tramos más conservados de la Amazonía brasileña.
La BBC comparó imágenes tomadas a principios de este año de las zonas afectadas por el trabajo de las minas, identificadas por la BBC o por grupos de monitoreo de actividades, con otras fotografías de las últimas semanas.
En los tres territorios monitoreados hubo un aumento de la zona de acción de las mineras. El fenómeno se produjo tanto en las minas de oro viejas -algunas creadas hace más de una década- como en las creadas más recientemente.
Las fotografías se enviaron a dos especialistas en imágenes satelitales: al geólogo Carlos Souza Jr., de Imazon (una organización sin fines de lucro que se dedica a la conservación de la selva amazónica); y al geógrafo del software de inteligencia empresarial Arcplan, Marcos Reis Rosa.
Ambos confirmaron que las minas están ampliando sus focos de búsqueda de oro. Algunas, incluso, están ocupando áreas tan grandes como docenas de campos de fútbol. Las diferencias en la coloración de las imágenes (que se puede ver arrastrando las flechas en el centro de la imagen hacia la derecha o hacia la izquierda) se debe a factores climáticos o al uso de fotografías tomadas por diferentes satélites con diferentes grados de resolución.
Consultados por la BBC, el Ministerio de Medio Ambiente, la Fundación Nacional de Indios (Funai) y la Policía Federal declinaron hacer comentarios sobre el progreso de la actividad minera.
Oro en Yanomami
En junio, la BBC publicó un informe que mostraba que en 2019 el oro se convirtió en el segundo producto más exportadode la zona de Roraima, a pesar de que este estado no tiene minas que operen legalmente.
Los funcionarios están investigando si el metal ha sido extraído ilegalmente del territorio llamado Yanomami, donde, según los indígenas, al menos 10.000 mineros están operando actualmente.
La coordinadora ejecutiva de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib), Sonia Guajajara, asegura que indígenas de diferentes partes de la Amazonía han informado de "un aumento absurdo" de las mineras desde el inicio del gobierno de Bolsonaro.
Guajajara afirma que las declaraciones del presidente en defensa de la minería en tierras indígenas están alentándolos. Mientras Bolsonaro se desempeñaba como diputado federal y, luego en su carrera para la presidencia, dijo en repetidas ocasiones que estaba de acuerdo con la explotación económica de estos territorios para mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas.
En abril, tras recibir a un grupo de indios de Roraima a favor de la minería, el presidente declaró que estas personas "no pueden permanecer pobres en tierras ricas".
La Constitución de 1988 prevé la explotación de minerales en tierras indígenas siempre y cuando esté regulada. Pero como nunca han sido aprobadas las leyes en este campo, la actividad es ilegal.
Desde 1996, el Congreso ha intentado aprobar un proyecto de ley para regular la minería en tierras indígenas. Ahora, el gobierno de Bolsonaro está intentando desbloquear la agenda.
Sin embargo, según Sonia Guajajara, la gran mayoría de las comunidades indígenas brasileñas se oponen a la regulación de la actividad porque temen sus impactos sociales y ambientales.
A fines de 2018, la red de información socioambiental georreferenciada de Amazon -que reúne a ocho ONG medioambientales de América Latina-, publicó un informe sobre las amenazas a la Amazonía. El documento identificó la minería ilegal en 18 tierras indígenas en Brasil.
En algunos territorios, se instalan balsas para buscar metales preciosos en el lecho del río. En otros, además de las balsas, maquinarias de uso industrial como retroexcavadoras y dragas forman verdaderos cráteres en el bosque. Este es el caso de muchas de las minas en la región Tapajós de Pará, donde imágenes de satélite exhiben importantes "cicatrices" abiertas en el bosque.
Además de la tala, la actividad provoca la sedimentación de los ríos, desviando sus cursos y creando lagos artificiales que se transforman en criaderos de mosquitos. No por casualidad, la malaria es común en las zonas mineras de la Amazonía.
En algunas áreas el daño es permanente, sin posibilidad de regeneración completa.
Otro problema es la contaminación por mercurio, utilizada por las minas para facilitar la aglutinación de los granos de oro. Cuando se descarga en los ríos, el mercurio contamina el pescado y los que se alimentan de él.
La intoxicación por sustancias puede causar serios daños neurológicos y malformaciones en los bebés. En 2016, un estudio realizado por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y el Instituto Socioambiental (ISA) reveló que en algunas aldeas yanomamis, la tasa de personas contaminadas con mercurio alcanza el 92%.
La minería de oro también se asocia con un aumento del conflicto, la prostitución y las enfermedades en las áreas indígenas donde opera.
Debilitamiento de las agencias ambientales
Para el ingeniero forestal Paulo Barreto, investigador asociado de Imazon, la deforestación en la Amazonía ha sido estimulada no solo por las declaraciones de Bolsonaro, sino también por el debilitamiento de las agencias reguladoras.
"Ha creado un clima donde todo vale, y la gente piensa que no será castigada", dijo Barreto a la BBC.
Por orden del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, el presupuesto anual de Ibama, la principal agencia ambiental federal, se redujo en US$23,57 millones este año, una cuarta parte del total.
Salles ha dicho que la reducción fue una suspensión temporal requerida por varias agencias gubernamentales y ha rechazado la idea de que la lucha contra los delitos ambientales haya disminuido.
Los ambientalistas, sin embargo, piensan lo contrario y aseguran que Salles no se ha mostrado firme en sus posiciones frente a esta temática.
Por su parte, esta semana el presidente Bolsonaro fue nuevamente criticado por los ambientalistas. Esto, luego de que el mandatario insistiera en que las cifras de deforestación divulgadas por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) podrían obstaculizar las negociaciones de Brasil con otros países, como las relacionadas con el acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea.
Los líderes europeos han expresado su preocupación por el aumento de la deforestación en Brasil y las acciones de Bolsonaro en el sector ambiental.
En abril, una carta publicada en la revista Nature firmada por 607 científicos y dos organizaciones indígenas criticó al gobierno de Bolsonaro por "trabajar para desmantelar las políticas contra la deforestación".
Los firmantes del documento denuncuian que "la nueva administración de Brasil amenaza los derechos indígenas y las áreas naturales".